Después de un largo peloteo entre Federer y Sock, Nadal decide cruzarse para sorprender pero el estadounidense se da cuenta de las intenciones del español y cierra el partido para el equipo de Resto del Mundo con un passing paralelo. Roger sonríe, se abraza con su compañero y rival de toda la vida, luego va al banco y rompe en lágrimas al recibir el cariño de sus compañeros. El público en el O2 Arena de Londres, aquel estadio que lo vio ganar el Torneo de Maestros en 2010 y 2011, rompe en gritos y aplausos para reconocer la impresionante carrera del suizo, que cambió la historia del tenis.

Si la esmeralda se opacara
si el oro perdiera su color,
entonces, se acabaría
nuestro amor.

Así comienza Por siempre, una de las poesías más destacadas de Mario Benedetti. De aquellos versos, paradójicamente, se puede analizar el último torneo que jugó Roger Federer previo a la Laver Cup y que fue un presagio de que el final se acercaba. Aquel 6-0 en el tercer set de los cuartos de final de Wimbledon 2021 “fue uno de los peores de mi carrera. Me di cuenta que ya nada funcionaba”, confesó Su Majestad.

Tan inesperado para él como para todos, ese Wimbledon fue su último torneo de Grand Slam.

Roger comenzaba a notar cómo su juego iba perdiendo color, aquel que le hizo levantar tantas veces el dorado trofeo de Wimbledon, y empezaba a reconocer que moría su historia de amor con el tenis profesional.

Si el mundo no girara
o el tiempo no existiese,
entonces, jamás morirías
Jamás morirías
tampoco nuestro amor…

El gran Mario Benedetti refleja a la perfección lo que habría deseado el mundo del tenis durante el último punto de Roger Federer.

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Que el mundo no girara o que el tiempo no existiese, para poder contemplar para siempre a Su Majestad dentro de una cancha de tenis y que el tan temido momento de su retiro no llegara nunca.

Que todo se mantuviera como en una cápsula del tiempo, en la que Roger Federer hace dupla con su rival de toda la vida (pero también gran amigo), Rafael Nadal. Porque después de tantas batallas, dos de los mejores jugadores de la historia del tenis merecían un final que los encontrara del mismo lado de la cancha y disfrutando mutuamente la presencia del otro.

Pero el tiempo no es necesario
nuestro amor es eterno
no necesitamos del sol
de la luna o los astros
para seguir amándonos…

Pese al avance impiadoso del calendario, sus 41 años, de los cuales 24 compitió como profesional y hoy llegaron a su fin, Federer seguirá amando al tenis y el tenis lo seguirá amando a él. Porque enamoró a cada fanático del deporte con la elegancia de sus golpes, con las miles de risas que les sacó a los espectadores, por sus más increíbles partidos y porque emocionó a todos cuando por fin pudo sacarse la espina y ganar Roland Garros en 2009, aquel torneo que tanto se le negaba.

Federer con el tan deseado Trofeo de los Mosqueteros.

Pero, además, el paso del tiempo nunca había parecido afectarlo. Fueron infinitas las veces en las que todos pensaban que su momento de gloria había pasado, pero él resurgía.

Federer y el tenis, un amor que resurgía como el ave fénix

Después de un flojo 2011 en el que cumplió 30 años, parecía que quedaba poco de nafta en el tanque de Roger Federer, pero con un impresionante 2012 volvió al N°1 del mundo, ganó Wimbledon y rompió el récord de semanas en la cima que ostentaba en aquel entonces el gran Pete Sampras.

Las reinvenciones de Su Majestad no terminan ahí. En el 2013 ganó un solo certamen y terminó la temporada en la sexta colocación del ranking. Allí fue cuando el suizo, ganador en aquel entonces de 17 torneos de Grand Slams, se dio cuenta de que la velocidad de sus piernas ya no era la misma y decidió realizar un cambio en la cabeza de su raqueta: pasar de 90 pulgadas a 97, para golpear con mayor limpieza a la pelota y tener un mayor margen de error a la hora del impacto. De esta manera, entre 2014 y 2016 volvió a competir en el primer plano.

Su última reinvención llegó en la temporada 2017. Luego de perderse la recta final de 2016, Federer regresó al circuito con 35 años y ganó el Abierto de Australia, tal vez el torneo más inesperado de su carrera tanto para él como para sus fans.

Federer besa el trofeo de campeón del Abierto de Australia.

El 2017 y 2018 fueron lo que se podría catalogar como una luna de miel entre Roger y el tenis, en la que también se quedó con Wimbledon y otro Abierto de Australia, para llegar a 20 en la cuenta de Grand Slam ganados. Además, alcanzó nuevamente el N°1 del mundo y se convirtió en el más longevo en hacerlo, con 36 años, 10 meses y 16 días.

Si la vida fuera otra
y la muerte llegase
entonces, te amaría
hoy, mañana…
por siempre…
todavía.

Porque hoy llegó el día en el que terminó su carrera, pero toda persona que ame al tenis también va a amar siempre al gran Roger Federer. El jugador que se convirtió en leyenda de joven, que no necesitó del retiro para ser reconocido por el público y que deleitó a todo el mundo cada vez que pisó una cancha.

Porque nunca habrá nadie que genere lo mismo que Roger Federer, ese jugador que será recordado por siempre.

La admiración que genera Su Majestad difícilmente se vea en otro deportista.