La Selección argentina logró meterse en semifinales del Mundial de Qatar 2022 tras superar todos los obstáculos que se le pusieron en el camino a partir de su juego, que llevó a alcanzar un invicto de 36 partidos en el recorrido previo, pero también de un carácter que apareció en todo su esplendor y fue clave para sostener la ilusión en la máxima cita del fútbol.

El seleccionado de Lionel Scaloni demostró que sabe cómo y cuándo hacerse respetar: si el rival habla, primero se impone en la cancha y recién después responde en los micrófonos, aunque eso genere el disgusto de algunos dueños de la moral.

La Selección argentina de Lionel Scaloni, un equipo que sabe hacerse respetar

Primero tuvo que sortear el inicial y sorpresivo escollo que se le presentó en la Copa del Mundo, con la derrota en el debut ante Arabia Saudita que despertó una serie de críticas exprés que parecían guardadas al alcance de la mano, a la espera del primer traspié en mucho tiempo.

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Sin embargo, tanto los jugadores como el cuerpo técnico supieron reponerse y esquivar los dardos, que fueron eligiendo un nuevo destinatario según las circunstancias: desde el DT hasta Rodrigo De Paul, uno de los mejores jugadores argentinos en todo el proceso al que no se le perdonó un partido y medio de bajo nivel.

El mediocampista quedó en el centro de los cuestionamientos y respondió donde debía responder, en el campo de juego, al recuperar el rendimiento que lo llevó a convertirse en el motor del equipo.

La Selección argentina de Lionel Scaloni, un equipo que sabe hacerse respetar

Así como a De Paul, también le tocó a Lautaro Martínez. Al delantero, segundo goleador de la Selección en la era Scaloni, no se le abrió el arco en el Mundial y hasta perdió el puesto a manos de Julián Álvarez, pero no dudó a la hora de definir la serie por penales frente a Países Bajos.

Argentina enderezó el barco después de ganarle a México -otro rival que habló y mucho antes de tiempo- y no se dejó doblegar por las críticas de propios y extraños. Paso a paso, avanzó en el certamen con la confianza de un equipo que sabe lo que puede conseguir por más que el fútbol sea un deporte impredecible.

Y llegó a cuartos ante Países Bajos, en un encuentro que casi se escapa a segundos de concretar la clasificación. Otra vez apareció el coraje para dejar atrás el sinsabor y pensar en el alargue -donde mereció ganar- y los penales.

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A las provocaciones del adversario, que empezaron mucho antes del partido, les llegó la respuesta: la eliminación del Mundial y las cargadas como desahogo. Así es el fútbol, a cada acción le corresponde una reacción y el que la empieza se la tiene que aguantar, por más quejas posteriores que provengan del "Viejo Continente".

Argentina tiene un arquero que saca captura de pantalla a las declaraciones que le tocan el orgullo, después ataja dos penales, baila en la celebración y les dice todo en la cara a los rivales cuando se consuma el pasaje a semis. La locura del "Dibu" Emiliano Martínez lo hace ser lo que es y estar donde está pese a los detractores que esperan agazapados para polemizar por sus actitudes.

La Selección argentina de Lionel Scaloni, un equipo que sabe hacerse respetar

Y si algo le faltaba a la Selección era un Lionel Messi que se enojara como cualquier ser humano -aunque a veces parezca que no, lo es- para marcar los límites. Una asistencia magistral, un gol de penal y otro en la tanda para meterse entre los cuatro mejores seleccionados del Mundo. Luego de eso, sí, el momento de contestar en rueda de prensa, sin importar nombres, cargos o trayectorias.

Argentina tiene claro el objetivo pero también el camino. Eso se debe a que los líderes, ya sea Scaloni, Messi u otros experimentados como Nicolás Otamendi o Ángel Di María, saben marcarlo. Primero ganar, después cobrarse el vuelto. Jugar con valentía y defenderse unos a otros donde toque hacerlo. Le guste a quien le guste, la Selección es un equipo que sabe hacerse respetar. Y de guapos no la van a derrotar.