En el Mundial de México 1986, Diego Armando Maradona demostró un nivel que nunca antes se había visto en la Copa Mundial.

El exitoso proceso que terminó con la segunda estrella en el escudo de AFA comenzó cuando el director de la Selección Argentina, Carlos Salvador Bilardo, designó a Maradona para el puesto de capitán.

“El Doctor” Bilardo desplazó a Daniel Pasarella del puesto de capitán para que el fioritense tenga otro rol dentro y fuera de la cancha. El “Diez” asumió una responsabilidad muy compleja, pero no se acobardó por la dificultad del desafió y se colocó la cinta.

Diego poseía todas las cualidades necesarias para llevar a la gloria a una selección que debía recupera el prestigio luego de la pésima actuación en el Mundial de España 1982, en aquella edición Argentina cayó 3-1 frente a Brasil en la segunda ronda y quedó eliminada.

En el primer partido del Mundial de México, la Albiceleste venció 3-1 a Corea del Sur. En el primer partido, Maradona realizó dos pases precisos para que Jorge Valdano y Oscar Ruggeri anoten. Sin embargo, lo más relevante de aquel encuentro fueron las duras patadas que recibió el lanusense.

El elenco comandado por Carlos Bilardo inició con el pie derecho, pero en el segundo partido se medió ante el último campeón del certamen, Italia.

En aquel encuentro, Diego Maradona marcó su primer tanto en el Mundial. Una tijereta que descolocó al arquero italiano Giovanni Galli, con ese tanto sentenció el partido en 1-1.

El último encuentro de la fase de grupos, la selección liderada por Maradona cerró con un 2-0 frente a Bulgaria que lo situó en la primera posición del Grupo A.

En los octavos de final, Argentina venció 1-0 a Uruguay. El encuentro tuvo una vibra muy especial. Puesto que, se llevaría adelante un partido entre dos países vecinos que poseían dos estrategias de juego muy diferentes.

En aquel encuentro, el “Diez” volcó todo su talento futbolístico en la cancha, con gambetas cortas que tenían una velocidad impactante. A pesar de no anotar por un supuesto off-side, Maradona tuvo un partido que recibió muchas patadas por parte de los Charrúas porque no tenían forma de marcarlo sin cometerle alguna falta sancionable.

Con esta victoria, la cambiando nacional avanzó a los cuartos de final. En quel escalón se midió ante un rival detestable para los fanáticos, los jugadores y el entrenador; la Selección de Inglaterra. El partido que quedó en la memoria de todos los amantes de este deporte.

El estadio Azteca fue seleccionado para llevar a adelante semejante hazaña, una cancha colmada de fanáticos argentinos que insultaron a los europeos. Argentina no estaba asustada porque tenía el comodín de su lado que utilizada un peinado particular.

La Albiceleste salió al terreno de juego con la euforia que le transmitieron todos sus fanáticos, un duelo marcado por la Guerra de las Malvinas. Un escenario que traspasaba la cuestión deportiva, el honor del pueblo argentino estaba en juego. La sed de revancha que alimentó a la bestia que llevaba el número diez en su espalda.

El rendimiento del “10” en aquel encuentro, al igual que en toda la Copa, fue descomunal y no solo por haber convertido dos goles, sino por el despliegue realizado durante todo el duelo y por aguantar las embestidas de los ingleses, que querían bajar al astro argentino a toda costa.

Transcurría el minuto 6 del complemento del decisivo duelo de cuartos de final y llegó la mágica “Mano de Dios”, en la que Maradona conectó con la mano izquierda un centro desde la derecha, que el árbitro Ali Bennaceur no observó, y envió la pelota al fondo de la red para poner en ventaja a “La Albiceleste”.

Más adelante, “en una corrida memorable. En la jugada de todos los tiempos”, como relató el gol Víctor Hugo Morales, “Pelusa” demostró toda su calidad al comenzar su camino hacia al arco rival desde su propio campo y eludió a una gran cantidad de jugadores ingleses, incluido el arquero, para sentenciar el partido y el pase del combinado nacional a las semifinales del Mundial.

En el posterior cotejo, ante Bélgica, el “Diez” albiceleste ratificó lo realizado en la instancia previa del Mundial y volvió a convertir dos golazos para llevar al seleccionado argentino al decisivo encuentro por el trofeo máximo.

En el mismo, Maradona se hizo amo, dueño y señor de la pelota y no paró de insistir en la búsqueda de romper la defensa de los europeos, tanto con gambetas como con pases precisos hacia sus compañeros.

En el primer gol, el nacido en Fiorito recibió un pase filtrado dentro del área y ante la salida del arquero, “El Diego” tocó sutilmente el balón por encima del guardameta belga, que nada pudo hacer para detener el remate.

Minutos más tarde, en otra gran acción individual, se gambeteó entre medio de dos rivales, se sacó de encima a un tercero y definió al palo lejano del guardavallas para poner el resultado definitivo en el marcador y darle el pase a Argentina a la final del mundo.

Por delante, la Selección argentina tenía un duro duelo ante Alemania para definir al campeón del Mundial de México 1986, pero los hinchas albicelestes depositaban todas sus esperanzas en los pies de Maradona.

Pese a no convertir, los dirigidos por Carlos Bilardo habían logrado marcar dos goles y dejar prácticamente sentenciado el duelo.

Sin embargo, en dos acciones similares desde un tiro de esquina desde la izquierda, los alemanes igualaron el partido y apagaron toda esa ilusión con la que vivían los simpatizantes argentinos.

Sin embargo, tres minutos más tarde, apareció el “10” para volver a darle la calma y la alegría a Argentina cuando logró filtrar mágicamente un pase, rodeado de rivales, para Jorge Burruchaga y este anotó el gol definitivo que convirtió al país en campeón del mundo por segunda vez en su historia.