Luego de su derrota en los cuartos de final del US Open, el tenista australiano Nick Kyrgios destrozó dos raquetas tras saludar a su rival, el ruso Karen Khachanov, y expresó toda su bronca en la conferencia de prensa, donde confesó sentirse “como una mierda”.

El resultado del partido fue 7-5, 4-6, 7-5, 6-7(3) y 6-4 para el ruso, que consiguió meterse a semis de un Grand Slam por primera vez en su carrera. Tras el saludo una vez finalizado el partido, Kyrgios, que este año mostró una versión mucho más madura y enfocada en mejorar sus resultados (se vio reflejado en Wimbledon, donde alcanzó la final), destrozó dos de sus raquetas en un intento por descargar toda su frustración.

Pero lo que más llamó la atención fueron sus declaraciones en la conferencia de prensa, donde se mostró extremadamente autocrítico: “Ahora las derrotas duelen más. Me siento como una mierda, siento que he defraudado a mucha gente”.

Y adelantó en qué torneo sería su retorno: “Imagino que volveré a jugar en Tokio, pero no lo sé. Pienso que estos torneos (los Grand Slams) ya son los únicos que me van a importar, es como si tuvieras que empezar otra vez de cero hasta que llegue el Abierto de Australia en enero”.

Por último, cerró su autocrítica: “Todo ahora es devastador, desgarrador, no solo para mí sino para todos los que conozco que estaban esperando que ganara”.

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Kyrgios y la depresión

Pese a la cantidad de episodios violentos que protagonizó a lo largo de su carrera, Kyrgios conmovió a propios y extraños a principio de año cuando habló acerca de la depresión que sufrió: “Tenía pensamientos suicidas y literalmente luchaba por levantarme de la cama, y mucho menos jugar frente a millones. Estaba solo, deprimido, negativo, abusaba del alcohol, las drogas, alejaba a familiares y amigos. Sentía que no podía hablar ni confiar en nadie. Esto fue el resultado de no abrirme y negarme a apoyarme en mis seres queridos y simplemente esforzarme poco a poco para ser positivo”.

De todas maneras, las declaraciones de anoche en el US Open parecen ser un caso aislado para un jugador que definitivamente cambió su chip para jugar al tenis y se muestra disfrutando adentro de la cancha.