Hace 4 años todos nos acordamos de aquella pelota que Ante Rebic le interceptó al arquero Wilfredo Caballero para convertir el primer gol de Croacia en la segunda fecha de la zona de grupos de Rusia. Luego llegaron los goles de Luka Modric y Ivan Rakitić para el 3-0 final que puso contra las cuerdas al equipo que dirigía Jorge Sampaoli.

Fue un duro trago para aquel equipo que después cayó sin atenuantes en cuartos de final contra Francia. Pero también nos acordamos que justamente esos dos rivales de Argentina fueron los que disputaron la final que finalmente ganaron los franceses. Con esto queremos decir que no Argentina no perdió contra cualquiera.

La cuestión es que Croacia brilla poco durante sus juegos, pero siempre está. Por h o por b siempre se las ingenia para despeñar a algún candidato y ubicarse en lo más alto de los Mundiales. En Rusia borró a Argentina, Dinamarca e Inglaterra. Y en este Mundial ya se cargó a Bélgica y Brasil, los dos primeros del ranking FIFA de Selecciones.

¿Con esto queremos decir que Croacia es la sombra negra de Argentina? No. Para nada. Lo que pasó hace cuatro años fue excepcional, sólo entendible en el desquicio que se vivía en la concentración de Argentina con un entrenador que llegaba con todos los pergaminos para encarrilar al equipo pero que, en apenas un año, se convirtió en una mueca de sí mismo.

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De aquel equipo hay algunos sobrevivientes. A saber: Dejan Lovren (33 años), Domagoj Vida (33), Marcelo Brozovic (30), Luka Modric (37), Ivan Perisic (33), Mateo Kovacic (28) y Andrej Kramaric (31 años).

O sea, quedaron siete futbolistas, quienes son los que sobrellevan la carga de la experiencia para transmitírsela a los otros jugadores. ¿El resto?, son debutantes y sus edades fluctúan entre los 20 y los 27 años. Con esto queremos decir que una de las hipótesis que se maneja sobre que son un equipo de viejos, es falsa. Más preciso sería decir que es un equipo de “pendeviejos”.

Ahora bien. Hay también que saber que sin los “viejitos” –que dicho sea de paso corren como pibes–, difícilmente Croacia hubiera levantado el 0-1 con Brasil para luego imponerse en los penales. Porque sin los desbordes de Perisic y sin la fenomenal actuación de Modric, ahora estaríamos hablando de que el próximo partido de Argentina será Brasil y no Croacia.

¿Cómo juega esta Croacia que es un mix entre veteranos del pánico y jóvenes que hacen sus primeras armas en un mundial? Como un equipo clásico: 4-3-3, pero que tranquilamente se desdobla en un 5, 4, 1. O sea: no se tira atrás descaradamente, pero conoce sus limitaciones y prefiere darles la pelota a los adversarios para salir rápido de contraataque. Esto lo hace ante los rivales que reconoce como más poderosos.

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Contra Brasil la receta le salió durante 106 minutos, hasta que una genialidad de Neymar los dejó congelados. Pero tuvieron la suficiente capacidad para ir a buscar el empate una vez que se encontraron en desventaja y la llave para entrar en la defensa de Brasil fue la izquierda, gracias a los desbordes de Perisic y las sorpresivas apariciones de Borna Sosa, un pibe de 24 años que hace la banda como un veterano.

Croacia es un equipo complicado, difícil, duro, pero ganable. De cien partidos entre Argentina y Croacia, el equipo de Scaloni debería ganar 80, podrían empatar en 15 y Croacia apenas se debería imponer en los cinco restantes. O sea, Argentina es favorita. Lo que no quiere decir nada, por supuesto. Porque en el fútbol todo es posible. Y si no, preguntenlé a Brasil que, en el momento de leer esta nota, debe estar embarcando rumbo a Río de Janeiro.