A fines de la primera década del siglo XXI, los relatores de fútbol comenzaron a llamar “pases filtrados” a los que hasta un rato antes se llamaba “pases en profundidad”. Y como sabemos que siempre hay una explicación, digamos que esa también es una marca de época que el fútbol dejó para la posteridad. Es que simultáneamente a la realización del Mundial de Alemania de 2006, en julio de ese mismo año comenzaron a aparecer las “filtraciones” de WikiLeaks que le dieron fama mundial a Julian Assange, su fundador, al tiempo que lo convirtieron en uno de los prófugos de la Justicia más prestigiosos que se tenga recuerdo.

A mediados de 2006, y en cuentagotas, el sitio wikileaks.org comenzó a publicar sin demasiado ruido, documentos que dejaban claro el comportamiento reñido con la justicia, la moralidad y la ética de diferentes gobiernos. Esas filtraciones al principio no levantaron mucha polvareda (y hasta eran vistas con simpatía por las potencias) porque se ocupaban de países con regímenes totalitarios o denostados por occidente, pero que luego se convirtió en un dolor de cabeza para los Estados Unidos y sus aliados al exponer las flagrantes violaciones a los DDHH, entre otras inmoralidades, que llevaba adelante en el mundo.

Como si esto fuera poco, también se publicaron documentos que comprometían legal y éticamente a empresas, bancos y entidades religiosas occidentales. Para decirlo en términos del fútbol, el partido quedó entre Julian Assange versus el Resto del Mundo. Queda también claro que Assange pagó muy caro su desafío a las potencias y a los poderosos: hoy está preso en Londres a la espera de la extradición a los Estados Unidos acusado de delitos de toda índole.

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Pero mejor contemos la historia.

WikiLeaks comenzó a funcionar en julio de 2006 pero su lanzamiento oficial fue el 7 de diciembre del mismo año cuando de pronto y porrazo la humanidad recibió la catarata (ningún “goteo”) de medio millón de documentos que permanecían clasificados hasta ese momento.

¿Fue Assange el único responsable de este asunto? Nos cuesta creerlo. Lo vemos más como un frontman de otros actores que aún hoy se mantienen en el anonimato. La organización se definía a sí misma como “un sistema incensurable que permite la filtración masiva e imposible de rastrear de documentos y su análisis público”. Claro y concreto. Y en ese trabajo andan: llevan publicados más de un millón de documentos que dejan en posiciones incómodas a los dueños del poder mundial.

Algunos de los aportes de WikiLeaks fueron:

·         El vídeo del tiroteo de soldados ingleses sobre periodistas de la agencia Reuters (Baghdad airstrike).

·         Los diarios de la Guerra de Afganistán, que consignaban víctimas civiles que cayeron como consecuencia del fuego de Estados Unidos y sus aliados.

·         Registros de la Guerra de Irak.

·         Los papeles del Departamento de Estado (Cablegate).

·         El archivo insurance.aes 256, que eran copias de seguridad del contenido de WikiLeaks y del material no publicado.

·         Los interrogatorios en la cárcel de Guantánamo y Abu Ghraib.

·         El Global Intelligence Files leaks, que se componía de correos electrónicos del personal de la agencia privada estadounidense Stratfor.

·         El Intolerance Network: documentos de la organización española HazteOír y su brazo internacional CitizenGo. Los documentos mostraban el funcionamiento interno de esas organizaciones y quienes eran sus donantes, entre los que figuran numerosos millonarios y ejecutivos de empresas españolas e internacionales. La filtración también incluía documentos acerca de la organización secreta católica El Yunque.

Como siempre decimos, si les parece interesante seguir profundizando, pueden sumar a esta columna el aporte de lo que encuentren navegando por la Web.

El gran misterio del asunto era saber quién era este fulano Julian Assange, algo que no vamos a develar en esta columna, pero sí, al menos, podemos contar lo que se sabe de este muchacho que nació en 1971 en Queensland, Australia.

El pequeño Julian fue criado por su madre y desde muy chico se obsesionó con la informática. Y ya a los 22 años fue acusado de 31 delitos de piratería, de los que zafó de la cárcel gracias al pago de una multa.

Assange siempre fue partidario de la libre circulación de la información y para llevar adelante su plan, en 1999, registró el nombre wikileaks.org, pero dejó el proyecto en suspenso hasta 2006.

¿Qué hizo durante esos 7 años? Diseñó los mecanismos para hacer seguro el flujo de información, para que los documentos no fueran bloqueados y para cubrir las espaldas de aquellos que suministraran los informes. O sea, garantizaba la libertad de acceso a los datos y el anonimato de las fuentes.

La primera publicación, en diciembre de 2006, hablaba de la ejecución de funcionarios somalíes por parte de rebeldes de ese país. Esta noticia despertó el interés de The Guardian, que comenzó a publicar la información que le proporcionaba Assange. A los fusilamientos de los somalíes le siguió la denuncia de corrupción del ex presidente keniata Daniel Arap Moi.

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Hasta ahí, todo bien. Pero la cosa cambió cuando en lugar de publicar asuntos de políticos o terroristas africanos, viró hacia las denuncias contra bancos ingleses o hacia el mismísimo gobierno de Estados Unidos. El hasta ese momento loco lindo de Assange, que colaboraba para el disciplinamiento de los países emergentes, dejó de ser alto, de ojos celestes y rubio para convertirse en un ser monstruoso que ponía en peligro la seguridad nacional de las potencias y amenazaba a los dueños de las finanzas internacionales.

En 2010, Assange entendió que para conseguir difusión debía aliarse con la prensa dominante y firmó acuerdos con diarios internacionales para la publicación de sus revelaciones. Y en abril de ese año presentó en el National Press Club de Washington un vídeo de 2007 en el que dos pilotos de helicópteros Apache estadounidenses mataban a personas que estaban en suelo iraquí, entre ellos a dos corresponsales de Reuters. Un mes después, Assange desapareció de los lugares que solía frecuentar. Y la razón fue que el 26 de mayo habían arrestado al soldado estadounidense Bradley Manning, de 22 años, acusado de la descarga ilegal de cientos de miles de documentos clasificados de los EE.UU.

Pero Assange no fue perseguido por sus revelaciones sino que se buscaron otras excusas para detenerlo: el 21 de agosto de 2010, la fiscal sueca María Häljebo ordenó su arresto acusado de la violación de Anna Ardin. Sin embargo, a las pocas horas la fiscal retiró la acusación porque, según dijo, no había motivos para sospechar que estuviera implicado en la violación. Pero en septiembre de 2010 otra fiscal sueca, Marianne Ny, consideró que sí había razones para creer que el delito se había cometido y ordenó reabrir la investigación, a la que se sumó otra denuncia, esta vez por acoso, de Sofia Wilen.

Assange permaneció oculto desde que se inició el caso y, luego de reconocer que había mantenido relaciones sexuales con las mujeres, dijo que la denuncia era “una campaña de intoxicación contra WikiLeaks”.

El 20 de noviembre Interpol emitió una alerta roja para la búsqueda, captura y extradición de Assange a Suecia, acusado de los delitos de violación. Y el 7 de diciembre de 2010 Assange fue detenido en el sur de Inglaterra. El 16 lo dejaron en libertad previo pago de una fianza.

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El 24 de febrero de 2011, el juez británico Howard Riddle autorizó la extradición de Assange a Suecia, considerando que este país ofrecía las garantías para un proceso justo. Las ideas y vueltas judiciales siguieron hasta que el martes 19 de junio de 2012, cuando Assange pidió asilo político y se refugió en la Embajada de Ecuador en Londres. El asilo fue concedido por Ecuador y el presidente Correa por considerar que la vida de Assange peligraba ante una hipotética extradición a Estados Unidos.

El 11 de abril de 2019, el presidente Lenin Moreno, sucesor de Correa, dejó sin efecto el asilo a Assange y le retiró la nacionalidad ecuatoriana que le había sido concedida. Conclusión: Assange fue detenido por la policía británica dentro de la embajada del Ecuador en Londres en respuesta a la petición de extradición del gobierno estadounidense.

La cuestión se mantiene estática en la actualidad. El 14 de marzo de 2022, la máxima instancia judicial del Reino Unido denegó la apelación a Assange y abrió la puerta para su extradición a los Estados Unidos para enfrentar los cargos de espionaje. Pero el asunto sigue en suspenso. Mientras tanto, Assange sigue preso en la cárcel de alta seguridad de Belmarsh.

Mientras Assange craneaba la salida de WikiLeaks sin saber lo que le deparaba el futuro, en Alemania se jugaba un Mundial, el segundo que se iba a realizar en esas tierras después de 32 años.

Ya consolidado el sistema, otra vez el torneo contó con 32 participantes, los que fueron divididos en ocho zonas.

Alemania se clasificó invicta, junto a Ecuador en la zona A. En el B avanzaron Inglaterra y Suecia. En el C siguieron adelante Argentina y Holanda (en algún momento deberíamos empezar a mencionarlo como Países Bajos, ¿no?, pero en esa época todavía era Holanda). El grupo D se lo quedaron Portugal y México. El E, Italia y Ghana. El F, Brasil y Australia. El G, Suiza y Francia. Y el H lo ganaron España y Ucrania.

En los octavos de final pasaron Alemania, Italia, Inglaterra, Portugal, Ucrania, Argentina y Brasil. La primera sorpresa fue la eliminación de España ante Francia.

Ya en cuartos, Alemania eliminó en los penales a Argentina (el día en que Pekerman dejó en el banco de suplentes a Messi para poner a cabecear en el área propia al Jardinero Cruz). Portugal, también en los penales, dejó afuera a Inglaterra, Francia derrotó fácil a Brasil e Italia se sacó de encima con sencillez a Ucrania.

Alemania era la favorita ante Italia. Y luego de un partido muy atractivo en lo táctico, Italia definió el juego cuando expiraba el tiempo suplementario. Francia, por su parte, le ganó a Portugal con un penal de Zidane.

La final, entre Italia y Francia reeditaba la de la Eurocopa de 2000. Francia se puso en ventaja con un penal de Zidane y Materazzi igualaría el marcador un rato después. Justamente Zidane y Materazzi protagonizarían la escena más recordada de ese partido: la provocación del italiano, la reacción de Zidane, el cabezazo en el pecho de Materazzi y la expulsión del francés por parte del juez argentino Horacio Elizondo, quien no vio nada pero se apoyó en la información del cuarto árbitro que, presuntamente, se valió de la TV para contarle a Elizondo qué había pasado. Tal vez, sin quererlo ni saberlo, Elizondo fue el primer juez que aplicó la noción del VAR.

Finalmente, Italia que quedaría con el título en la definición por penales. Y así conseguiría su cuarto título mundial.