Por Federico Gianetti

Campeón mundial crucero del Consejo de Boxeo (CMB) de 1995 a 1998, Marcelo Domínguez supo conocer el éxito a lo largo de su carrera deportiva, pero eligió no dormirse en los laureles y reinventarse, una y otra vez, incluso hasta terminar el colegio secundario a los 48 años, gracias al empuje de su esposa, su hijo y su hija.

Además, el multifacético "Toro" supo encontrar nuevas pasiones (desde la escritura hasta la radio, el cine y la televisión), no se privó de nada y, entre cursos, libros y su labor como jefe de entrenadores en el plan de Escuelas Deportivas Argentinas, de la Secretaría de Deportes de la Nación, abre puertas y cosecha triunfos, aunque ahora desde fuera del ring.

Sus comienzos en el boxeo se dieron casi de casualidad, al acompañar a dos amigos del barrio a un gimnasio de Lomas de Zamora: "Después dejaron enseguida y yo seguí, como trabajaba en Parque Patricios, me fui a Huracán, donde hice prácticamente toda la carrera", recordó Domínguez en una entrevista con Noticias Argentinas.

Sin embargo, las críticas no tardaron en hacerse escuchar, provenientes de aquellos que cuestionaban su manera de desempeñarse para pelear.

"Me lo siguen diciendo hasta el día de hoy, todavía dudan de lo que puedo lograr, siempre te encontrás con algún boludo.

¿Qué me van a decir después de todo lo que hice?", declaró.

Y continuó: "El día que peleé por el título del mundo en Salta, con (Anaclet) Wamba, en la conferencia de prensa se me rieron hasta mis compatriotas cuando dije que lo iba a retirar. Eso no me lo puede negar nadie, se cagaron de risa. ¿Cómo tendría que haber subido a pelear ese día? Me afectó al revés, soy de esos tipos que cuando le dicen que no, es sí. Hasta de esas personas soy agradecido porque me dieron una mano. Por mi forma de ser, me ayudaron, me desafiaron y lograron sacar lo mejor de mí".

En 1995 se convirtió en campeón del mundo en una pelea contra el franco-argelino Hakim Tafer, en la categoría crucero, un hecho que marcó un antes y un después en su vida.

"Yo trabajé siempre con (Carmelo) Cuello y en el trayecto que buscamos ser campeones del mundo, pasaron muchas situaciones de vida entre nosotros, hasta vivíamos en el mismo hotel", relató para resaltar el trabajo conjunto con su entrenador, el primero en recibir su abrazo tras la victoria.

No obstante, en medio de la gloria apareció un instante de temor que casi empaña su alegría, según rememoró "El Toro": "Cuando terminó la pelea, estaba todo el mundo arriba del ring menos mi viejo, empecé a gritar y no lo encontraba por ningún lado, tuve dos o tres minutos de estar mal porque no lo veía, pensé que se podía haber infartado. Lo habían agarrado los de seguridad y se lo llevaron, fue el primero que había querido subir".

Luego realizó cinco defensas exitosas y finalmente perdió en 1998 contra el uruguayo Juan Carlos Gómez, mientras que en 2002 cambió de categoría y obtuvo el título argentino y sudamericano de los pesados.

Pero todavía había más, porque en 2013, tras seis años de inactividad, decidió volver para "sacar el resto" que le quedaba pese al retiro.

"Es difícil de explicar, la adrenalina que se vive arriba del ring es la que se acostumbra a vivir en la vida. Volví, di la oportunidad a todos y me ganó uno solo porque me corté, así que la experiencia fue buena", sostuvo Domínguez, que se describió como un "boxeador de alma" que siempre buscó "la gloria deportiva".

Derribar prejuicios

Entre los rivales que logró derribar a lo largo de los años, también se encuentran los prejuicios y la incomodidad que despertaba, tiempo atrás, el arribo de las mujeres al boxeo.

"Yo no fui distinto a muchos del deporte y otros ámbitos. Cuando empezaron a meterse las mujeres, las miraba de reojo. Después trabajé con una boxeadora, María "La Chiqui" Rivera, que fue doble campeona argentina y sudamericana, y me daba placer entrenarla, me veía muy identificado en ella. Ahí cambió mi forma de ver el tema. A veces no se trata de no aceptar, es costumbre, hay que entender que muchas personas no lo hacen con maldad", reconoció.

En cuanto a la actualidad, el ex campeón mundial, que agradeció el apoyo que recibe del club Camioneros, destacó lo "difícil" que es vivir del boxeo en la Argentina: "El que no llega, no hace la diferencia. Son pocos y contados con los dedos de una mano los que no fueron campeones del mundo y pudieron hacer negocio".

"Es muy complicado para los técnicos también, que generalmente cobran un porcentaje de lo que se lleva el pibe.

El boxeador tiene que subsistir tres o cuatro meses con lo que gana hasta que vuelve a pelear y, si dividís la guita, terminás ganando un sueldo común y corriente. Hacerte pegar por eso...", prosiguió.

Antes de ponerse nuevamente los guantes, Domínguez se vistió de escritor y narró sus memorias deportivas en un libro que fue publicado en 2011: "Me impulsó mi señora, se ve que estaba hinchando las pelotas en casa porque no estaba haciendo nada, y me dijo que me siente a escribir para mis hijos, para que el día de mañana les puedan mostrar a mis nietos qué fue lo que hizo el abuelo".

Ese paso fue vital para incentivarlo a retomar sus estudios secundarios y alcanzar el título a los 48 años: "Me había gustado escribir, hasta el día de hoy no descartó hacer otro libro. En casa está todo el mundo estudiando, todo el tiempo.

Mi hijo está en cuarto año de Ingeniería y mi hija hace Sonido, Arte y Diseño, dirección de Cine. Mi señora es oftalmóloga y también se recibió de perito legal, es médica en estética, no para nunca. Ellos me dijeron que termine, yo estaba un poco saturado del boxeo, quería hacer otra cosa y no sabía qué. Toda la vida leí, nunca me alejé de los libros, así que me resultó muy fácil. Después me recibí en el Comité Olímpico Argentino y en el Internacional, hice Gerenciamiento y Administración Deportiva", manifestó.

Su faceta actoral

Hoy por hoy, "El Toro" es jefe de entrenadores en el plan de Escuelas Deportivas Argentinas de la Secretaría de Deportes de la Nación, rol que tuvo que repensar debido a la pandemia de coronavirus, y forma parte del programa radial "ADN Boxeo", al tiempo que probó suerte en la actuación en varias oportunidades.

"Primero aclarémosle algo a la gente, yo no soy actor, soy galán", dijo a NA entre risas, y contó cómo fue que llegó a encarnar su personaje en la miniserie "El Tigre Verón": "Me llamaron e hice un casting privado. Ya me habían visto en las películas 'La pelea de mi vida' y 'Motín de Sierra Chica', estuve un capítulo en 'El Marginal' y en un video de la banda 'Dos Minutos', ya tenían referencias".

"Después conocí a Julio Chávez, que me felicitó por el casting, y ahí me cayó la ficha de que era para que él, para que viera con quién iba a trabajar. Nos llevamos de maravilla con Julio, nos seguimos mandando mensajes cada tanto. Llevado a un terreno boxístico, es estar en el rincón con Muhammad Ali, es uno de los mejores. Ahora estoy estudiando actuación con Daniel De Vita, que tiene una escuela. Trato de que me gusten las cosas que hago y tengo la suerte de contar con gente que me apoya en todo, como mis hijos y mi esposa", concluyó.