El palista argentino Agustín Vernice se ubicó en el octavo lugar en la final de canotaje en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, en Japón, en la modalidad K1 1000 metros masculino de velocidad, donde se "equivocó" en la estrategia de carrera que le podría haber dado una medalla histórica.

El oriundo de Olavarría culminó por detrás de los otros siete competidores, con un tiempo de 3:28.503: Balint Kopasz (Hungría) se quedó con el oro, seguido por su compatriota Adam Varga -plata-, Fernando Pimenta (Portugal) -que cosechó el bronce-, Jacob Schopf (Alemania), Josef Dostal (República Checa), Dong Zhang (China) y Thomas Green (Australia).

"Ahora mismo estoy un poco caliente, veníamos en busca de un poco más, aunque haber conseguido la final es un gran logro para nosotros. El sueño era pelear la medalla, en la semifinal hice mi mejor marca y por ahí la ambición de ir por más me llevó a salir demasiado agresivo, y después me quedé", manifestó Vernice en declaraciones a la prensa.

Y el palista de 26 años agregó: "No me quería quedar con la duda de qué pasaba si lo daba todo. Creo que por ser mi primer Juego Olímpico el resultado es positivo, pero no quiero poner una excusa. Competí tranquilo, previo a la largada me sentía cómodo pero me equivoqué".

En semifinales, Vernice se había quedado con la cuarta posición y el último pasaje a la instancia decisiva con un tiempo de 3:24.734, lo que le permitió extender por unas horas el sueño de conquistar una medalla.

El olavarriense, que disputó sus primeros Juegos Olímpicos, se había clasificado el lunes directamente a las semis al culminar en el segundo lugar de la serie de K1 1000 metros con un tiempo de 3 minutos y 40 segundos, detrás del húngaro Bálint Kopasz.

De esta manera, el campeón mundial U23 de 2017 se salteó los cuartos de final de la disciplina y llegó a la competencia de esta noche, donde arribó entre los cuatro mejores y se metió en la definición del podio de la disciplina luego de 21 años de ausencia albiceleste.

Es que la última vez que un palista argentino había arribado a la pelea por una medalla en esta categoría de la disciplina fue en los Juegos de Sydney 2000, donde Javier Correa terminó quinto y se llevó un diploma, en una actuación que marcó un quiebre en el canotaje nacional.