Por Alejandro Esteban Bidondo

El 25 de junio de 1978 se definió una final de la Copa del Mundo de Fútbol, la Selección Argentina venció a Holanda por 3 a 1 en el estadio Monumental de River y hubo coloridos festejos en el Obelisco, en el marco de una realidad socio política diferente.

Para el público "futbolero", cuando no se conocía con exactitud todo lo que pasaba en las catacumbas de los centros de tortura del "Proceso", el éxito deportivo produjo una alegría desbordante.

Y se pasaba por alto aquella severidad de la Policía Federal que palpaba hasta a los pibes al extremo en busca de... papel de diario... como le pasó al autor de este artículo, a quien se lo sacaron de entre las ropas, no sin una advertencia.

"Sepa que con la Policía no se juega", le dijo un oficial de ineludible bigote al joven de 15 años, cuando tiró al suelo todos los diarios que llevaba para cortar en papelitos y contradecir la campaña en contra de aquella costumbre del relator de América, José María Muñoz.

Aquella final fue sufrida como el reciente partido contra Países Bajos en Qatar 2022 y la de esta noche con Francia, con alargue pero sin penales, pero también se ganó.

El primer festejo mundialista, en 1978

En el estadio, colectividades de los distintos países que habían participado de la Copa, hinchaban por la Argentina, mientras que en Avenida del Libertador, largas filas de ómnibus repletos de brasileños, se encolumnaban antes de emprender el regreso. Esos hinchas de Brasil fueron las primeras "víctimas" de los festejos argentinos, cuando las banderas ondearon celebrando el Mundial en la misma avenida donde previo al partido hubo reventa clandestina de entradas.

La agencia Noticias Argentinas desarrollaba su intenso trabajo entonces y un cadete, Gustavo Alberto Elarre, trajinaba con las fotos tomando el colectivo 56 a Aeroparque o recorriendo Once y Constitución para despacharlas con destino a los diarios de las provincias.

"Andábamos corriendo de un lado a otro. Un compañero iba en bicicleta y en moto. Y yo una vez paré a un ómnibus de la empresa Rojas que ya se me iba y le di el paquete al chofer, en Once, después de combinar los subtes C y A", recordó este domingo ese trabajador que ya cumple 44 años de antigüedad en este medio.

La avenida 9 de Julio vivió la misma fiesta popular que la de este domingo, que tantas veces se repitió con diferentes motivos a lo largo de los últimos 36 años, en especial en 1986 o incluso con los subcampeonatos de 1990 y el más reciente, en Brasil 2014.

En 1978 eran "25 millones de argentinos" como decía la letra de la canción oficial y ahora, casi el doble. Se antaba, con insistencia: "Siga el baile, siga el baile, al compás del tamboril y a las doce de la noche, que lo traigan a Brasil".

Existían los ladrones "rastreros" y en la multitud, se manoteaban gorritos de las cabezas incautas. En tanto que la gente también saltaba y cantaba dentro de los trenes subterráneos, que se bamboleaban.

Frío y humedad marcaban la sensación térmica de aquel día, en gran contraste con este domingo de cielo diáfano en el centro de Buenos Aires, esta vez en una primavera parecida a un verano con un sol que demoró su puesta en Occidente como para no perderse la nueva celebración.

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