Cuando surge un atleta con el potencial para hacer historia en un deporte, se hace inevitable recurrir a las comparaciones. Son odiosas, llenan de presión a la estrella emergente y muchas veces terminan solo en eso: comparaciones.

“Que va a ser mejor que Nadal”, “que es el nuevo Nadal”, “que va a ser el mejor de la historia”, “es una mezcla de Federer, Djokovic y Nadal”, y muchas frases de este estilo se escucharon desde que apareció en el circuito un joven llamado Carlos Alcaraz.

Pero al español parece no molestarle que se lo viva comparando con su compatriota Rafael Nadal, una de las mayores leyendas en este deporte, o que se le cargue la mochila de ser el nuevo líder de la generación que se viene. Incluso parece disfrutarlo.

Si bien su juego es mucho más agresivo que el de Nadal, comparten el ADN español de no dejar una pelota sin correr, el dominio en el polvo de ladrillo y una facilidad increíble para meterse al público en el bolsillo.

La irrupción de Alcaraz en el circuito llegó cuando era solo un niño y rápidamente (muy rápido, para ser sinceros) empezó a ganar prácticamente todo lo que jugaba.

Ya tiene tres títulos de Grand Slam, fue el número 1 del mundo más joven de la historia y le ganó a leyendas como Novak Djokovic y el mismo Nadal.

Además, y a diferencia de lo que le ocurre a la generación de Daniil Medvedev, Alexander Zverev y Stefanos Tsitsipas, que se cansaron de perder finales de Grand Slam que tenían prácticamente ganadas, a Alcaraz parece ocurrirle todo lo contrario ya que se siente en su hábitat natural cuando las cosas se complican.

Esto lo demostró en la final del Abierto de Estados Unidos 2022, cuando estaba fundido físicamente en la final ante Casper Ruud y sacó energía de donde no tenía para terminar ganando. Algo parecido ocurrió frente a Novak Djokovic en la final de Wimbledon del año pasado, a quien venció en cinco sets en un partido histórico y le cortó una impresionante racha de 34 triunfos consecutivos en la Catedral del Tenis. Y hoy protagonizó un nuevo episodio que demuestra que nació para estos partidos; cuando estaba contra las cuerdas ante Alexander Zverev en la final de Roland Garros, volvió a dar lo mejor de sí y lo pasó por arriba en el cuarto y quinto set para quedarse con el título.

Alcaraz no es solo una máquina de pegarle a la pelota. También se pone a trabajar con mucha paciencia los puntos cuando la mano viene complicada. Un ejemplo de eso fue lo que pasó hoy, cuando empezó a jugarle con mucha altura a Zverev para forzar sus errores.

Esta cantidad de variantes de “Carlitos”, como le gusta que le digan, viene acompañada de un increíble récord: con solo 21 años, es el jugador más joven en llegar a la final de las tres superficies en las que se juegan los Grand Slam. Y las ganó todas.

Tal vez perdió un poco de atención en los últimos meses por la aparición de Jannik Sinner en los últimos meses, pero con este título los focos se volverán a posar más que nunca en Alcaraz. 

Y allí estará él, con su típica sonrisa y disfrutando la presión. Sí, tal vez cometa muchos errores por ansioso. Sí, en los últimos meses solo ganó dos títulos. Sí, el número 1 es su rival generacional. Pero hoy Carlitos dio un golpe sobre la mesa para demostrar que tendrá su propio capítulo en los libros de historia del tenis.