A medio siglo de la palomita de Poy, el vuelo que nunca termina
El gol se sigue gritando año a año por los hinchas de Rosario Central, que pudo eliminar a su clásico Newell´s en la semifinal del torneo Nacional 1971 celebrada en el estadio "Monumental" de River.
Si hay un gol que literalmente se sigue gritando año a año, es la palomita de Aldo Pedro Poy a Newell´s en el recordado clásico que le permitió a Rosario Central clasificar a la final y eliminar a la "Lepra" aquel 19 de diciembre de 1971. A medio siglo de aquella gesta canalla, el bigotudo ex delantero y actual concejal rosarino sabe que hasta el final de sus días tendrá que seguir volando, como en aquella jugada en el Estadio Monumental.
Poy, surgido de la cantera auriazul, tenía un andar irregular en el club de Arroyito, lo que le valía el cuestionamiento de algunos hinchas. Pero todo cambió, de manera extremadamente rotunda, hace 50 años.
El 19 de diciembre de 1971 Rosario Central y Newell´s se cruzaban en el Antonio Vespucio Liberti de Núñez para definir la semifinal del Torneo Nacional, que en la otra llave tenía a San Lorenzo ya clasificado para la gran final.
Un clásico rosarino nunca puede pasar desapercibido y el de aquel año iba a quedar grabado en la memoria de todos. A los 9 minutos del segundo tiempo, cuando el partido estaba empatado sin goles, un centro a media altura del uruguayo José "Negro" González llegó hasta el cuestionado Poy, que levantó vuelo y empezó a escribir la historia: con una palomita -para nada improvisada- impactó la pelota y la mandó a guardar al fondo del arco que está hacia el Río de la Plata.
Nada pudieron hacer el defensor leproso Ricardo De Rienzo, ni el arquero Carlos Fenoy para evitar el gol que le terminaría dando a Rosario Central no sólo la victoria y la clasificación a la final, sino el plus de la eliminación del clásico rival y el nacimiento de un Ícaro para la mitología canalla.
Al día siguiente el defensor de Newell´s protagonizó una de las locuras del mundo Central: debió ser operado de apendicitis y el órgano extraído fue "secuestrado" por uno de los médicos, que lo entregó como "trofeo de guerra" a la OCAL (Organización Canalla Anti Lepra), que lo exhibe en su museo secreto.
La locura canalla no tiene límites: el apéndice de De Rienzo secuestrado por la OCAL.
La lapicera de Roberto Fontanarrosa también ayudó: el cuento "19 de diciembre de 1971" es un clásico de la literatura futbolera y una posible historia, ya que de los hinchas rosarinos todo se puede esperar.
El club de Arroyito terminó consagrándose campeón del Nacional 1971 -fue el primero del interior en quedarse con una copa de Primera División-, pero lo más recordado siempre sería la definición del jugador de bigotes, que años antes había escuchado el consejo de Carlos Timoteo Griguol: "Cuando viene un centro a media altura, siempre vas a llegar primero con la cabeza que con el pie. Vas a llegar antes y le podés dar mayor precisión", le había explicado su por entonces compañero en Rosario Central.
Un año después de ese gol, Poy recibió una propuesta de la OCAL (Organización Canalla Anti Lepra): repetir año tras año la palomita. Ese 19 de diciembre de 1972 el lugar de la recreación fue el boulevard de la calle, frente a un restaurante cercano al Gigante de Arroyito. El tiempo pasó, el jugador de bigotes creció, dejó el fútbol, fracasó en algunos negocios y se volcó a la política, pero siempre terminó el año volando. El escenario varió, pero el espíritu no: Aldo Pedro Poy cada 19 de diciembre se ve rodeado de la locura canalla, observa cómo le tiran la pelota y se arroja de palomita. En Rosario, en Ushuaia, Mendoza, Barcelona, Mallorca, Miami, Chile y hasta en Cuba, con el hijo de Ernesto "Che" Guevara, uno de los simpatizantes canallas más famosos del mundo.
Sólo una vez se frustró el grito de Poy y los hinchas de Rosario Central: el 19 de diciembre de 2001, la crisis política, económica y social que derivó en la caída del Gobierno de Fernando De la Rúa fue más fuerte.
Hace 50 años, Poy se convirtió en una suerte de Ícaro de la mitología canalla, con la diferencia de que el de bigotes no sufrió la quemadura de sus alas. Al contrario, Aldo Pedro sabe que su vuelo no terminará más: después de su muerte lo seguirá uno de los tantos "misioneros" canallas que se anotaron para recrear la palomita en el año 2071, cuando se cumplan 100 años.