El 21 de junio de 1994, en el Foxboro Stadium de Boston, Diego Armando Maradona marcó el que sería su último gol en una Copa del Mundo. Argentina debutaba en el Mundial de Estados Unidos frente a Grecia, y Maradona, el emblema de la Selección, dejó una marca imborrable en un momento que, para él, significaba redención y orgullo.

Tras años de luchas y una preparación ardua en Santa Rosa, La Pampa, el “Diez” regresaba al escenario mundial para demostrarle al mundo, y especialmente a sus hijas, que seguía siendo un jugador formidable.

El gol llegó en el segundo tiempo, cuando Argentina ya ganaba 2-0 gracias a Gabriel Batistuta. La jugada inició con una triangulación perfecta entre Fernando Redondo, Claudio Caniggia y el “Barrilete cósmico”. Desde la medialuna del área, el astro argentino sacó un potente zurdazo que se clavó al ángulo, provocando un festejo efusivo y desbordante frente a las cámaras.

El relato de Victor Hugo Morales para el último gol de Maradona en mundiales.
Video: Agencia Noticias Argentinas / @VHMok

Ese grito que, desde el alma, resumía todas sus emociones. “¡No necesitaba droga para tomarme revancha y para gritarle al mundo mi felicidad!”, recordaría Maradona años después, aludiendo a ese gol como una prueba de su compromiso y limpieza.

El gol, sigue siendo recordado no solo por la calidad de la jugada, sino también por el apasionado relato de Víctor Hugo Morales. Con su estilo único, no solo narró la secuencia, sino que anticipó el grito de gol, logrando que su relato se fusionara con la emoción del estadio, capturando un momento histórico para los argentinos.

“Balbo tocándola para Redondo, Redondo para Maradona, Maradona para Redondo, Redondo para Cani, Cani para Redondo, Redondo para Maradona…Así comenzaba la crónica de Morales, describiendo una sucesión de pases que envolvía a los griegos en una sinfonía de toques argentinos, hasta que finalmente, Maradona en la media luna sacó un zurdazo que se clavó en el ángulo superior derecho.

“Gooooooooooooooooooooooollll, Ma-ra-do-na, Diego Armando Maradona,” exclamaba Morales, destacando la precisión y potencia de un remate que encarnó el espíritu de aquel equipo.

Para Morales, este relato fue una verdadera obra de arte, una muestra de cómo se debe narrar el fútbol en vivo: “Acierto a todos y digo gol tres metros antes de que la pelota entre”, comentaba el relator. La magia estaba en el tiempo exacto, en el gol que resonaba antes del estallido del estadio, un grito anticipado que parecía predecir lo inevitable.

Era la voz de Morales la que daba vida al gol, haciendo que los oyentes sintieran cada toque y movimiento en el campo, como si estuvieran allí.

El relato no se detuvo con el gol. Morales añadió su toque personal, declarando que “Gardel está vivo”, y se sumergió en el asombro de los argentinos presentes: “Aquí los argentinos se miran con asombro y se dicen: pero viste lo que fue eso, pero vos te das cuenta, ¡está vivo!”, Así, el gol de Maradona no fue solo una anotación en el marcador, sino una manifestación de su talento, como si el propio Diego, “de perfil griego al arco”, hiciera una declaración de su dominio absoluto sobre el fútbol.

Ese gol, esa jugada y ese relato de Víctor Hugo Morales quedaron grabados en la memoria del fútbol, ya que fue el último gol de Maradona en un Mundial, y con él, Argentina mostró un destello de su grandeza futbolística. El “zurda-zo i-nol-vi-da-ble” que Morales calificó como “el mejor gol del Mundial” fue un regalo final de Maradona a los amantes del fútbol y una despedida anticipada del ídolo.

El árbitro de ese encuentro, el mexicano Arturo Ángeles, reveló tiempo después en TyC Sports, la importancia que tenía para él cuidar a Maradona. En sus palabras, entendía que jugadores como el Diego, por su magia y carisma, enfrentaban una presión distinta y constante en la cancha.

En una charla en pleno partido, ángeles se dirigió al “Diez” para motivarlo: “Diego, esta gente que está aquí es el mundo que tiene hambre de verte como estuviste en México”, recordándole lo que representaba su presencia en el Mundial.

Ese 4-0 sobre Grecia fue un triunfo que llenó de ilusión a los argentinos, y Maradona se mostraba en su máximo esplendor. Sin embargo, la euforia duraría poco, ya que apenas dos días después del triunfo ante Nigeria, en la segunda jornada, Maradona dio positivo en un control antidoping por efedrina, siendo desafectado del torneo en un desenlace dramático.

Aquella situación lo marcaría para siempre, dejándonos una de sus frases más icónicas: “Me cortaron las piernas”.

Ese gol ante Grecia se convirtió en el cierre de una etapa dorada para el astro argentino en los mundiales, fue su última pincelada con la Selección, un recuerdo que simboliza el espíritu luchador y el talento de un futbolista que, hasta en sus últimos momentos en la cancha, nunca dejo de darlo todo.