Una noche de viejos blues en el Abasto
Spoonful interpretó clásicos de Howlin' Wolf, Little Walter y Robert Nighthawk en una gala que fue como un viaje imaginario al Chicago de los años cincuenta.
Poco más de 9 mil kilómetros separan a la ciudad de Buenos Aires de Chicago. Pero anoche, esa distancia se acortó, al menos por un rato. El frío polar y el viejo blues nos llevaron en un viaje imaginario hacia el norte donde, a mediados del siglo pasado, comenzó a escribirse la historia del blues eléctrico. En el Conventillo Cultural Abasto, muy lejos de los bares de North Halsted y el West Side, una banda sacó a relucir esas viejas canciones y las reprodujo con mucho sentimiento y gran técnica. Todos temas que en sus letras hablan de problemas y dramas de otros y de antes, que bien podrían ser los nuestros de ahora.
Spoonful comenzó a tocar hace un par de años. El grupo está formado por Alberto García (ex Memphis la Blusera y Durazno de Gala) en guitarra y voz, Matías Salomón (ex La Rusa) en guitarra, Mauro Ceriello (ex Nasta Súper) en bajo y Daniel Demaría (ex Durazno de Gala) en batería. El nombre de la banda no fue elegido al azar: es el título de un clásico del género que fue escrito por Willie Dixon y grabado por primera vez por Howlin’ Wolf en 1960, y sintetiza el estilo de blues que eligen tocar, eléctrico de post guerra y sin estridencias.
El enorme espacio del Conventillo no fue el adecuado para el clima que propone la banda, una puesta en escena minimalista y un sonido tranquilo, pero liberador. García, en primera guitarra se complementó muy bien con la rítmica de Salomón, mientras que la base allanó el camino de las guitarras a puro galope sonoro. Demaría con sus escobillas barrió cualquier pulsión de salirse de cauce y el bajo de Ceriello latió de manera orgánica, su marca registrada.
El repertorio incluyó clásicos de los cincuenta y comienzos de los sesenta: Big Boss Man, Everyday I Have The Blues, Going Away, Baby, Tell Me, Forty-Four y Mama Talk To Your Daughter. “Tocamos como lo hacemos en la sala de ensayo y queremos compartirlo con ustedes”, anunció García. Los mejores momentos llegaron cuando adaptaron un viejo blues rural de Tommy Johnson, Canned Heat Blues, al sonido de Chicago, o cuando García desangró las cuerdas de su guitarra con el slide en Sweet Black Angel y The Sky is Crying.
Sobre el final, alguien les pidió “una bien bajón” y el cantante respondió: “Nosotros no tocamos bajón, para eso prendan la tele y pongan Crónica”. Claro que para el bajón tampoco es necesario prender la tele, basta con salir a la calle y ver el drama que estamos viviendo, aunque eso no viene al caso. El blues, en definitiva, no es para bajonearse sino que es para matizar cualquier tipo bajón. En una noche helada, a miles de kilómetros de la meca, Spoonful lo supo hacer muy bien.