El Museo Pueyrredón inauguró esta semana la muestra "Celebramos Prilidiano", a 200 años del nacimiento del destacado pintor Prilidiano Pueyrredón (1823-1870). Se trata de un recorrido por un conjunto de obras, muchas de las cuales son exhibidas por primera vez al público en general, que también ofrece facetas personales del artista y pone en foco una hipótesis interesante y poco visitada: el uso que el artista hizo de la fotografía, una disciplina nueva y emergente del siglo XIX, como herramienta para sus propias obras.

“Arrancamos y cerramos este ciclo con muestras de Prilidiano, pero hoy es un Prilidiano del que San Isidro, que él tan bien supo pintar y contar, se apropió decididamente. Una muestra que nos llevó a bucear más en Prilidiano y descubrir que era una persona con muchísimo humor, muy activo y un poco mujeriego, pero sobre todo era un notable artista de su tiempo que pintaba con una herramienta que se volvió absolutamente imprescindible, la fotografía", , comentó a Zona Norte Visión Eleonora Jaureguiberry, secretaria de Cultura y Ciudad de San Isidro, responsable de la iniciativa.

LEER MÁS: Paula Rivero presenta una muestra retrospectiva que resume sus 36 años en el arte

"Una hipótesis fascinante, basada en una minuciosa investigación a cargo de los mejores especialistas del país, sobre un hombre definitivamente moderno por su forma de estar en el mundo”, añadió la funcionaria.

La muestra tiene un espíritu de montaje celebratorio, precedida por una minuciosa investigación iconográfica y con una treintena de obras, incluidos los catorce retratos de la colección del museo. Pinturas que reflejan los géneros habituales del pintor: paisajes, retratos, escenas de costumbre, desnudos y caricaturas.

Prilidiano fue el primer gran pintor moderno de la Argentina, heredero de Pellegrini y García del Molino retratando a la sociedad del momento, que tuvo una ventaja sobre estos dos maestros: la fotografía. Prilidiano interpreta esas fotos y en sus retratos, y también en sus paisajes, les da una faceta psicológica a sus personajes, les da vida, es la mano del gran artista. Sin duda, no fue el único pintor que usó ese recurso, la fotografía, todos los hicieron, pero él lo hizo con enorme maestría”, comentó Patricio López Méndez, a cargo del diseño de montaje de la muestra y curador de la misma junto a Jaureguiberry y Cecilia Lebrero, responsable de la colección del museo.

La exhibición permite ver obras de colecciones privadas que nunca o muy pocas veces se exhibieron al público en general, como también importantes trabajos de colecciones públicas: el retrato de su padre, Juan Martín de Pueyrredón (Facultad de Derecho de la UBA), el retrato de Rivadavia (Jockey Club), el autorretrato (Museo Mitre), el retrato de Juan Chassaing (Museo Udaondo), El alto de San Isidro Apartando en el corral (ambos del Museo Fortabat), el retrato de Enrique F. Lezica Thompson y el de Antonia Pereyra Arguibel de Iraola, entre otros del Museo Pueyrredón.

Son obras que estuvieron bajo la óptica de reconocidos especialistas, los mismos que firman el catálogo que trasciende la muestra, cada cual desde su disciplina y en relación con Prilidiano: Carlos Vertanessian (fotografía), Gabriel Romero (arquitectura), Laura Malosetti Costa (los desnudos), Roberto Amigo (apuntes sobre tres retratos), María Paula Zingoni (los paisajes) y Patricio López Méndez (retratos de familia).

La muestra inicia con su cita Soy Pedro Pablo Pueyrredón, un pobre pintor que pinta por unos pocos pesos, junto a su autorretrato (1863), parado en la campiña, sombrero, arma de fuego al pecho y perro a los pies. Es la introducción al mundo Prilidiano y en la casa que habitó. Siguen sus retratos de la burguesía, paisajes, tareas rurales, caricaturas que hablan de su humor fino e irónico, incluso sobre su propia persona, las fuentes fotográficas originales sobre las que trabajó, su paleta, sus cartas. También, obras inconclusas (o muy probablemente inconclusas) en una sala que por su nombre, Amores contrariados, en alusión a dos señoras que lo rechazaron, lo explica todo. No faltan los desnudos, como El baño, una de las obras estrella, prestada por el Museo Nacional de Bellas Artes.

La muestra (Rivera Indarte 48, San Isidro) puede visitarse los fines de semana, de 14 a 18, y los martes y jueves, de 10 a 18. La entrada es gratuita.