La obra de Susana Thénon la expone como una mujer compleja. Y lejos de tener una connotación negativa, es un rasgo de singularidad que la ubica en un lugar difícil de comparar con los colegas de su época. Sin embargo, el afán de encasillar a los escritores contemporáneos hizo que fuera incluida en la “Generación del 60”, junto a Juana Bignozzi y Alejandra Pizarnik, una de las grandes referentes de la poesía.

Había nacido en Buenos Aires en 1935 y se recibió de Licenciada en Letras en la Universidad de Buenos Aires. Y aunque estaba dedicada a la poesía, nunca quiso hacer lo mismo con el mundo literario, ni fue su objetivo hacerse conocida.

Thénon tenía un bagaje cultural muy fuerte, porque su familia estaba interesada en la música, el arte y las letras. Le gustaba leer a Aristófanes, Lucio Apuleyo, Pietro Aretino, Giovanni Bocaccio, François Rabelais, Francisco de Quevedo, Luis de Góngora y James Joyce. Y dentro de la literatura nacional, uno de sus libros preferidos era “En la masmédula” (1954), de Oliverio Girondo.

"Lo que hace Oliverio Girondo con las palabras yo estoy haciéndolo con la sintaxis. Yo estoy estirando el lenguaje, rompiéndolo, llevando al máximo todas las posibilidades que puede ofrecerme el español aún con incoherencias y estoy reflejando un estado de cosas al mismo tiempo con estas incoherencias y estas sinrazones", escribió la autora porteña en una carta de 1983.

Escribía para explorar el mundo, encarar una búsqueda personal. Y en el proceso, apelaba al humor, la parodia, el juego de palabras ingeniosas y la mezcla del lunfardo con una escritura más elegante.

En 1958 publicó su primer libro de poemas, “Edad sin tregua”, y al año siguiente, “Habitantes de la nada”. En simultáneo y hasta 1967, trabajó como traductora. Y a principios de la década del sesenta fundó la revista literaria Agua Viva junto a Pizarnik, Juan Carlos Martinelli, Eduardo Romano y Alejandro Vignati. Más allá de este acercamiento a sus pares, su escritura continuó sin ordenarse bajo ningún movimiento literario. En 1967 publicó “De lugares extraños” y dejó la escritura por un tiempo.

Thénon se interiorizó en la fotografía. Y aunque no hay muchas imágenes de ella misma, durante siete años se dedicó a retratar a la bailarina clásica y coreógrafa Iris Scaccheri, su musa y compañera de vida. En 1988 publicó 30 fotografías en blanco y negro en “Acerca de Iris Scaccheri”, editado por Anzilotti. Y en 2011 salió a la luz “Brindis a la danza”, una compilación de textos de la bailarina y fotografías de la poeta.

En 1984, Thénon volvió a la literatura con “Distancias” y en 1987 publicó uno de sus trabajos más arriesgados por sus críticas a la sociedad y también, el más conocido: “Ova completa”.

Así construyó una carrera como poeta en la que era respetada y leída por sus colegas, pero era poco conocida públicamente. El cultivo de su bajo perfil, sumado a su temprana muerte, a los 56 años, en 1991, por un cáncer de cerebro, hicieron que no se conocieran más detalles sobre su vida ni que su obra tomara mayor relevancia entre el público lector.

Tras su fallecimiento, su obra completa fue recopilada en dos tomos por dos colegas y amigas, Ana María Barrenechea y María Negroni, con el objetivo de darla a conocer a las nuevas generaciones.

Susana Thénon y el culto al bajo perfil