Osvaldo Pugliese: la suerte en sus manos
El reconocido pianista e ícono del tango porteño suele ser invocado como símbolo de "buena suerte" o "antimufa".
Por Belén Canonico.
Osvaldo Pugliese tuvo una carrera impecable como pianista, director y compositor de tangos. Nacido en Villa Crespo el 2 de diciembre de 1905, siempre estuvo en contacto con la música, ya que su padre, Adolfo, era flautista y sus hermanos también tocaban instrumentos. Estudió con Vicente Scaramuzza y Pedro Rubione y formó parte de reconocidas orquestas, entre ellas, la del Teatro Colón. Incluso, llegó a cumplir su sueño de formar su propio grupo y grabo más de seiscientas piezas.
Sin embargo, para gran parte de la sociedad, su nombre no solo esta ligado al ritmo del 2x4, sino que desde varios años Pugliese es sinónimo de "buena suerte" o de amuleto "antimufa". "Pugliese, Pugliese, Pugliese", repiten quienes lo invocan para pedirle que haga su gracia y convirtieron los fotos del maestro en estampita. Pero ¿cuál fue el inicio del mito?
Cuenta la leyenda que durante los primeros años de la década del 90, un Charly García en su época más rebelde se estaba preparando para uno de shows pero tenía complicaciones de sonido y todo indicaba que para solucionarlo debían esperar mucho tiempo. Sin embargo, luego de varios intentos, pusieron un disco de Pugliese y no solo se solucionó el problema, sino que Charly pudo dar su concierto como lo esperaba.
Desde entonces, se instaló la creencia popular de que hay que nombrar al músico tres veces para tener buena fortuna y se lo señaló como el "protector de los músicos". Por eso distintas personalidades del mundo del espectáculo se apropiaron del ritual como cábala para salir a escena. "Siempre mencionamos a Pugliese", señala León Gieco en su tema "Los Salieris de Charly" (1992). Mientras que en "Suerte", la banda de rock nacional Árbol también hace referencia a la leyenda: "Pugliese, pugliese siempre de mi lado / Quiero tener tu suerte de mi lado".
Oración a "San Pugliese", escrita por el músico Alberto Muñoz
"Protégenos de todo aquel que no escucha. Ampáranos de la mufa de los que insisten con la patita de pollo nacional. Ayúdanos a entrar en la armonía e ilumínanos para que no sea la desgracia la única acción cooperativa. Llévanos con tu misterio hacia una pasión que no parta los huesos y no nos deje en silencio mirando un bandoneón sobre una silla".