Hékate, la venganza feminista marcada por un homenaje a las brujas
El segundo largometraje de Nadia Benedicto llega al cine Gaumont. Trata un tema tan actual como delicado: la violencia de género.
Este jueves 23 de junio llega al cine Gaumont Hékate, la guía de las brujas, el segundo largometraje de Nadia Benedicto en el que se mete de lleno en una tan delicado como actual: la violencia de género. El estreno tiene lugar a más de tres años del inicio del rodaje, que se llevó a cabo entre marzo y abril de 2019 en la Ciudad de Buenos Aires, Villa Epecuén y Carhué. Pero antes, fue presentada en varios festivales nacionales e internacionales y fue reconocida como Mejor Película en el 46º Atlanta Film Festival en 2021 y el 23º Cine las Américas International Film Festival en Estados Unidos.
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"Me basé en la Hékate que se veneraba como la madre guía de las brujas, recuperando la brujería como poder femenino", explicó la directora y guionista, quien se basó en la historia de violencia que atravesó su abuela para montar una especia de venganza feminista en la que los rituales y las brujas tienen un rol determinante. "Era algo que estaba gritando por dentro. Más allá de que es un tema súper preocupante y una problemática mundial, tuvo un origen muy personal, sabiendo que también podía tener una resonancia general", señaló e hizo hincapié en que su trabajo busca generar preguntas, más que brindar respuestas.
La película cuenta la historia de Helena (Sabrina Macchi) y Kira (Rosario Varela), dos mujeres que escapan de la ciudad luego de ser víctimas de un episodio de violencia de parte de Juan (Federico Liss), el novio de Helena, a quien llevan amarrado y anestesiado en el baúl del auto. El desagradable momento que viven hace que las mujeres se unan con un estrecho lazo en el que se destaca la sororidad, el compañerismo y el amor, en medio de tanta oscuridad.
Para llevar a cabo este proyecto, Benedicto formó un equipo formado casi en su totalidad por mujeres. "No fue una elección, sino una necesidad. Suelo tener mucho más química para trabajar con mujeres. Se dio así por las personas a quienes llamé, que la mayoría son muy amigas. Sobre todo porque me parecía muy importante para contar esta película", planteó. Mientras que para los actores, esto generó una dinámica especial en el set de filmación.
"En el cine las cabezas de equipo suelen ser varones y fue alucinante poder compartir tanto con las chicas. No quería que me identifiquen con mi personaje", confesó Liss y destacó que su papel le resultaba atractivo por lo "odioso" que es, pero también por la forma en la que pudo abordarlo, en escenas de extrema violencia.
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Por su parte, tanto Varela como Macchi hicieron hincapié en la sensibilidad del equipo, más allá del género de sus integrantes, y en la confianza que desarrollaron a lo largo de los ensayos y los ratos libres que tuvieron durante las tres semanas de rodaje. Sobre todo, cuando salieron de la Ciudad de Buenos Aires. En contraposición con todo lo positivo de esta experiencia, ambas coincidieron en que no fue difícil encarnar a mujeres víctimas de la violencia machista, ya que en su vida han pasado por situaciones desagradables.
Más allá de los estragos que ha causado en la industria cultural, la pandemia le jugó a favor al proyecto, ya que la directora se tomó todo el 2020 para volver sobre la edición y efectuar algunos retoques que concluyeron en una película sólida, con un argumento fuerte bien ejecutado por todas las partes involucradas.