Estaba en el mejor momento de su carrera. Tras haber terminado de grabar dos películas -”El día que me quieras” y “Tango Bar”- en Estados Unidos, Carlos Gardel se propuso llevar a cabo una ambiciosa gira por América Latina, en la que visitaría Puerto Rico, Venezuela, Colombia, Panamá, Cuba y México. Era 1935 y el éxito de “El Zorzal” era tal, que debió extender su estadía en cada lugar que iba para satisfacer a su público.

Pasó quince días en Puerto Rico, un mes en Venezuela y el 2 de junio desembarcó en Colombia. Y su llegada no pasó desapercibida. Por el contrario, se vivió como una revolución entre sus fanáticos, quienes lo recibieron con vitoreos en el puerto de Barranquilla. El ídolo del tango porteño se presentó en dicha ciudad, en Puerto Colombio y en Cartagena y luego voló hacia Medellín, donde cantaría en público por última vez.

Gardel realizó 18 conciertos en 16 días y la noche de 23 de junio, brindó una audición especial en el balcón de Radio La Voz, con el auspicio de la empresa aérea SACO. Y frente a un gran público que lo aclamaba, dijo: "Antes de cantar mi última canción quiero decirles que he sentido grandes emociones en Colombia. Gracias por tanta amabilidad. Encuentro en la sonrisa de los niños, las miradas de las mujeres y la bondad de los colombianos un cariñoso afecto para mí. La emoción no me deja hablar. Gracias y hasta siempre".

Acto seguido, entonó uno de los temas que lo catapultó a la fama internacional, “Tomo y obligo”, un tango cuya letra escribió Manuel Romero y el mismo Gardel compuso la música. La presentación de “El morocho del Abasto” se vivió como una fiesta, sin saber que la tragedia estaría a la vuelta de la esquina.

Tomo y obligo

Al día siguiente, el músico y su equipo, entre los que se encontraban su amigo y compositor, Alfredo Le Pera, su guitarrista Guillermo Barbieri y su secretario Corpas Moreno, abordaron un avión Ford en el Aeropuerto Las Playas de la ciudad de Medellín para emprender el regreso hacia Cali. Pero mientras la aeronave comenzaba el carreteo previo el despegue, chocó con otro avión, provocando un incendio fatal.

Carlos Gardel y sus acompañantes murieron en el acto, frente a decenas de fanáticos que se habían acercado al lugar para saludarlos. Y aunque se barajaron distintas hipótesis sobre las causas del accidente, nunca se esclareció el motivo que originó el choque. Radio La Voz, la última emisora que se dio el lujo de tener a Gardel cantando en vivo fue la encargada de dar a conocer la triste noticia de su muerte a todo el mundo.

El cuerpo del artista fue enterrado en Medellín, donde se realizó un multitudinario cortejo de sus fanáticos, hasta que en 1936 se logró la repatriación del mismo. Desde entonces, sus restos descansan en un mausoleo del Cementerio de la Chacarita.