En palabras de Duchamp: “No quería que me llamaran 'artista', sabe. Quería aprovechar la posibilidad de ser un individuo, y supongo que lo he logrado, ¿no?"                       

El ojo del arte: La Fuente de Marcel Duchamp, el gran provocador
El joven Marcel Duchamp


Marcel Duchamp nació el 28 de julio de 1887 en Blainville, Normandía, en una familia de clase media acomodada e intelectual, con una destacada tradición artística. El abuelo materno, Émile-Frédéric Nicolle, agente marítimo, era también pintor y grabador; el padre era un señor refinado y de gusto notable, respetuoso con las libertades de sus hijos, tal es así que antes que Marcel todos sus hijos varones, Gaston y Raymond, se convirtieron en artistas, e incluso una de sus hijas, Suzanne, se hizo pintora.

En 1905 Marcel Duchamp se trasladó a París para estudiar en la Académie Julien y sus primeras pinturas fueron influenciadas por Cézanne, el cubismo y el futurismo. La obra de 1912 Desnudo descendiendo una escalera muestra señales de tales influencias. A partir de 1913 Duchamp rechazó lo que describió como arte “retiniano” y se interesó por el “ready-made” (refiere a objetos que normalmente no se consideran artísticos, pero que por consideración del artista se legitiman como tal). Duchamp acuñó el término ready made en 1915 para describir su “arte encontrado”.

Marcel Duchamp no se había inclinado solamente por la pintura, porque en sí misma para él no era interesante como finalidad. La pintura era un medio que justificaba el fin y el fin para él era otro. En otras palabras, la pintura no debía ser solo “retiniana” o visual, debía tener que ver con la materia gris de nuestro entendimiento en lugar de ser puramente sensorial. 

M. Duchamp manifestaba: “Dirán que materia gris no quiere decir nada. Son términos difíciles pero quiero que entiendan que no me limito a la pintura física”.

Veinticinco años después de su pintura Desnudo bajando una escalera Nº 2, frente a la pregunta del pintor estadounidense Daniel MacMorris ¿“El desnudo” es una pintura?, Duchamp respondió categóricamente: “No, es la organización del espacio y el tiempo a través de la expresión abstracta del movimiento”.

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Desnudo bajando la escalera 2, 1912, Marcel Duchamp. Oleo sobre tela, 146 x 89 cm. Filadelfia, Philadelphia Museum of Art. Louise and Walter Arensberg Collection.


Duchamp fue un hombre con un gran sentido del humor y su vida junto al influjo de su propia personalidad puede ser considerada su verdadera obra maestra. Él mismo sostenía: “actúo como un artista, aunque no soy uno de ellos […] el arte no me interesa. Quienes me interesan son los artistas”.

Sin embargo el campo del arte se lo tomaría luego muy en serio, aquello que empezó como una broma, la presentación invertida de un urinario -la Fuente de 1917-, como obra artística.

Según Marcel Duchamp : “La seriedad es peligrosa. Para evitarla hay que incorporar el humor. Si se incorpora el humor, la única seriedad que podría considerar o intentar considerar es el erotismo”.

Estoy de acuerdo con el pensamiento de Duchamp al significar que la seriedad puede ser peligrosa, pero adicionaría que no existe peor seriedad que la institucionalización del humor, sería algo así como reductio ad absurdum (reducción al absurdo). 

Curioso es observar como algunos espectadores se plantan frente a las Fuentes por un lapso de tiempo, en una actitud de contemplación como si intentaran develar algún tipo de significado intrínseco (sucede lo mismo con las Action painting de Jackson Pollock). Pero es entendible por el folclore artístico de la crítica “especializada” que se ha tejido alrededor del primer “objeto encontrado” (las que figuran en los museos son otras “fuentes” al extraviarse la primera). 

Duchamp finalmente se vería obligado a admitir que el ready made contradijo su intención inaugural, y esto a pesar de su voluntad de limitar la cantidad (Bernard Macardé). 

En palabras de Duchamp: “El hecho que los ready made sean mirados con la misma reverencia que los objetos de arte quiere decir probablemente que no logré resolver el problema consistente en tratar de acabar por completo con el arte”.

Me sale exclamar: ¡Más claro échale agua!, porque no habría más nada que decir al haber expresado él mismo su clara intencionalidad. Sin embrago, en diciembre de 2004, la Fuente de Duchamp fue votada como la obra de arte más influyente del siglo XX por 500 especialistas del mundo del arte británico. El segundo lugar fue otorgado a Les Demoiselles d'Avignon de Picasso (1907) y el tercero a Marilyn Diptych (1962) de Andy Warhol. La encuesta formaba parte de una campaña para promocionar el premio Turner de arte. 

El diario inglés The Independent señaló en un artículo que con La fuente Duchamp inventó el arte conceptual y rompió para siempre el vínculo tradicional entre la labor del artista y el mérito de la obra. 

Bernard Macardé (crítico, curador y profesor de Estética y de Historia del Arte en la École Nacional Supérieure d’Arts de París-Cergy), en su libro Marcel Duchamp, relata que el gran acontecimiento de la primavera de 1912 para Duchamp fue sin duda la representación de las Impresiones de Africa de Raymond Roussel (novelista y ajedrecista francés), a la que concurrió entre el 11 de mayo y el 10 de junio en el teatro Antoine en compañía de Picabia y Gabrielle por iniciativa de Apollinaire. La obra adaptación del propio Roussel de su novela homónima había sido puesta en escena seis meses antes en el teatro Fémina, y según la propia declaración de Roussel había sido un fracaso que provocó una protesta airada. Tratándolo de loco. Pero el carácter visual de la obra sería lo que impresionó a Duchamp, las escenas inverosímiles de la misma llamaron su atención, en un estilo circense donde “La lombriz tocando una citara… El rengo Llegoualch tocando la flauta hecha del hueso de su tibia…” iban en contra del sentido y gusto establecido de ese entonces.

Roussel fue impopular en su época y los críticos de su tiempo le dispensaron comentarios casi unánimemente negativos. Sin embargo, fue admirado por los surrealistas y otros artistas de vanguardia. 

Las Impresiones de África y Locus Solus de Roussel, estaban escritas de acuerdo a restricciones formales basadas en juegos de palabras.

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En la ulterior obra de Duchamp y sus abstracciones de ideas -que no pertenecen al tipo de abstracción de Kazimir Malevich, por dar un ejemplo- se puede percibir el poder, el alcance y el influjo de su personalidad. Sus afirmaciones orientadas a entender la conceptualización de su obra algunas veces se han escapado del entendimiento del más experto. Basta con interpretar los relatos que se han tejido alrededor de su obra maestra El Gran Vidrio, cuyo significado intrínseco queda explícitamente abierto ya que Duchamp no la finalizó.

Está claro que desde la época de Duchamp y los ready made la noción del arte se transformó aceleradamente. Se produjo un cambio sustancial de argumentación en el mercado; se aseveró que cualquiera podía ser artista y crear. En ciertos casos, tales premisas con el transcurrir del tiempo, han servido a operadores astutos para poner más énfasis en el sustrato económico y generar la consagración de artistas cuyos mayores logros han sido su condición de celebridad. La respuesta de algunos críticos fue la adaptación a las reglas del juego.

Con respecto al espectador no especializado, “el ojo normal” como lo denomina (Oliveras, 2008, p.130) se supone que acepta lo popularizado, metafóricamente comenta que ese sujeto se comporta como si viviera en un valle y aunque sabe que existen otros lugares, restringe todo el mundo a ese sitio. Ese tipo de espectador de conciencia inércica no es solo producto de la posmodernidad, ha existido siempre.

El gusto por lo infravalorado estéticamente, el mundo banal de los objetos industriales cotidianos, ocupan un lugar de dispersión. Si la existencia de Dios es incomprobable, a lo que han apuntado algunos es a la muerte de lo “Absoluto”. El arte encarna valores que trascienden pero que, a su vez, dependen de un mercado que los legitima. La esfera del arte escindida de la religión con la estetización en el siglo XVIII, mostró señales de abatimiento en manos de la industria cultural, su más poderoso mecenas. El estatus de “artista” como figura excepcional y legendaria, se ha estado alimentando de información biográfica,  como sostuvo Graw (Op. Cit, p.227).  

Dice Lyotard (1991) en relación a la ciencia “(…) la ciencia se encuentra indisolublemente relacionada con la legitimación del legislador” (p.11); la comparación de mi parte puede ser forzada, se verá que no lo es.  Sostiene el mismo autor ¿Quién decide lo que hay que saber y quién sabe lo que conviene decir?; y así en todos los campos hegemónicos…

La Fuente de Marcel Duchamp


“La vida es deliciosa cuando la vivimos con placer, y esa fue mi actitud” M.D.

Marcel Duchamp arribó a los Estados Unidos en 1915 involucrándose con Francis Picabia, Man Ray, Beatrice Wood, entre otros, en la creación de un movimiento cultural antirracional, antiarte y proto-dada. 

En Nueva York, en abril de 1917, un urinario fue elegido por Duchamp para presentarlo a la exposición de la Sociedad de Artistas Independientes, la exposición inaugural de la Sociedad que se presentaba en el Grand Central Palace de esa ciudad. 

En la presentación la orientación del mingitorio fue alterada de su posición habitual. Según una versión, Duchamp, acompañado por el artista Joseph Stella y el coleccionista de arte Walter Arensberg, compró un urinario modelo Bedfordshire estándar de J. L. Mott Iron Works,  en la 118 Fifth Avenue. El artista llevó el urinario a su estudio en 33 West 67th Street, e invirtió su función desde su posición de uso originalmente prevista, firmando en él: "R. Mutt 1917 "

Para Duchamp en el ready-made la idea de contemplación desaparecía completamente, al no observarse como se hace una pintura. La obra de arte ya no era visible, ni retiniana, era, según  el artista, todo materia gris.

Al firmar un producto de serie industrial, como el mingitorio, estaría negando abiertamente la categoría de producción individual que refiere a un artista. 

Para Peter Bürger: "La provocación de Duchamp no solo descubre que el mercado de arte, que atribuye más valor a la firma que a las obras sobre la que ésta figura, es una institución cuestionable, sino que hace vacilar el mismo principio del arte en la sociedad burguesa, conforme al cual el individuo es el creador de las obras de arte. Los ready-made de Duchamp no son obras de arte, son manifestaciones”.

Ready-made   “manifestaciones”
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Duchamp comentaría con respecto a la firma: "Mutt proviene de Mott Works, el nombre de un gran fabricante de equipos sanitarios. Pero Mott era demasiado cercano, así que lo cambié a Mutt".

En ese momento Duchamp y Arensberg formaban parte también de la junta de la Sociedad de Artistas Independientes. Después de debatir sobre si la pieza era o no arte los demás miembros de la junta (la mayoría de los cuales no sabían que Duchamp la había presentado) retiraron La Fuente de la exposición. Duchamp y Arensberg declinaron de la junta. El urinario se expuso en la Galería vanguardista 291 donde Stieglitz amigo de Duchamp la fotografió. 

Se desconoce cuál fue el destino de la obra. También se desconoce por qué Duchamp la presentó a la exposición. Según Calvin Tomkins, se podría tratar de una provocación dirigida a la facción que se tomaba más en serio las cuestiones artísticas, y en eso coincido totalmente.

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La Fuente  The Blind Man The Blind Man “Daba tres o cuatro clases por día y probablemente, yo aprendía más inglés que mis alumnos francés. No era un buen profesor, era demasiado impaciente”.
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 Fotografía de Marcel Duchamp


Su amiga Gabrielle Buffet-Picabia quien había regresado de una corta estadía en Cuba en 1916, donde acompañó a Francis en su extraña misión de comprar azúcar, descubre un nuevo Duchamp, “Naturalmente, todas las alumnas se rindieron a sus brazos y él, que por ser tímido con las mujeres, no sabía como abordarlas, había adquirido una experiencia notable sobre el modo de comportarse en las situaciones, tanto para aprovecharlas como para escaparse. Entonces, se había abierto, ya no era el mismo hombre, además se había volcado al alcohol, sin perder nunca el control. Estaba muy diferente muy seductor(…) “En los ambientes intelectuales, era el héroe de los artistas y de las girls…”.

“Hay un punto que quiero aclarar muy especialmente, es que la elección de estos ready mades nunca me fueron dictados por una delectación estética. Esta elección estaba fundada en una reacción de indiferencia visual, nacida al mismo tiempo de una ausencia total de buen o mal gusto…De hecho, una anestesia completa”.

chiquilladas  “Me acuerdo de la mañana siguiente al baile de Webster Hall, en la hora del lechero, acabábamos la velada en mi departamento con Marcel y otros amigos. Hambriento luego de una noche de fiesta, Marcel se precipitó sobre mi refrigerador, donde encontró una magnifica pata de cordero casi intacta. No era mía, sino de Gleizes, quien, como no tenía nevera en su departamento del piso de arriba, usaba a veces la mía y guardaba el sábado por la noche la comida para el domingo. Prostesté un poco pero Marcel ya había comenzado a despedazarla y, con la boca llena, decía que yo no tenia sentido del humor. Después de comerla entera, el hueso de la pata se convirtió en un ready-made, sobre el cual Marcel, al estilo Dadá  ( El Dadá o Dadaísmo es un movimiento cultural y artístico creado con el fin de contrariar las artes, que surgió en 1916 en el Cabaret Voltaire en Zúrich) estampó su agradecimiento. Lo depositó, junto con dos billetes de banco, delante de la puerta de los Gleizes. A todos nos había parecido terriblemente gracioso. Solo Juliette y Albert no se divirtieron cuando descubrieron que los vagos del piso de abajo habían devorado su comida del domingo. Marcel se pasó toda la mañana buscando un sustituto por algún lado”.

ready-made
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 Porte-bouteilles (porta-botellas).

En una carta a su hermana Suzanne fechada el 15 de enero de 1916, Marcel comenta sus gestos neoyorquinos en relación a sus objetos hallados y firmados, ósea los ready-made, relacionándolos con sus experiencias parisinas de los años 1913-1914. En la carta narra: […] Si has subido a mi casa (de la Rue Saint-Hyppolyte) habrás visto en el taller una rueda de bicicleta y un porte-bouteilles (porta-botellas). Lo había comprado como si fuera una escultura ya hecha. Y tengo una idea respecto al mencionado porte-bouteilles: Escucha. Aquí, en New York, he comprado objetos del mismo estilo y los trato como “ready-made”, sabes bastante inglés para entender el sentido de “ya hecho” que doy a estos objetos. Los firmo y les anoto una inscripción en inglés…

Duchamp solía escribirle asiduamente cartas a su hermana, en una de ellas fechada el 11 de abril de 1917, aparece un comentario que ha llamado la atención a los historiadores y en la cual menciona lo siguiente:

"Una de mis amigas, bajo el seudónimo masculino R. Mutt, ha mandado a la exposición un urinario de porcelana como si fuera una escultura. No es para nada indecente. No había ninguna razón para rechazarlo. Pero el jurado ha decidido no exponer semejante cosa. He presentado mi dimisión y seguro que se hablará de ello en Nueva York. Me gustaría hacer una muestra con la gente que haya sido rechazada por la Sociedad de los Artistas Independientes, aunque sería un poco redundante. Además, el urinario estaría solo”.

La amiga en cuestión fue Elsa von Freytag-Loringhoven, más conocida como la baronesa Elsa, era muy nombrada en el ambiente bohemio de la Nueva York de entreguerras. Sus dotes artísticas eran variadas, se dedicaba a la escultura, la poesía y la performance.

Si es cierto lo de la supuesta carta entonces Duchamp además de haber sido un gran humorista habría sido también un impostor, ya que la famosa Fuente expedida a la exhibición de los independientes en 1917 habría sido en realidad enviada por la baronesa Elsa von Freytag-Loringhoven. 

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La baronesa Elsa von Freytag-Loringhoven. 


Lo de baronesa casi sería una burla, pues era pobre, malviviendo en un lugar de mala muerte con numerosos perros. Había conocido las comisarías y, a veces, sin motivo alguno deambulaba desnuda, porque había enloquecido. Justo en el epicentro de una ciudad poblada de artistas de vanguardia, participaba de las tertulias de gente como Ezra Pound, Hemingway y, sobre todo, Marcel Duchamp. 

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Elsa von Freytag-Loringhoven, Dios, c. 1917. Cortesía del Museo de Arte de Filadelfia.

 
La baronesa Elsa von Freytag-Loringhoven, estaba supuestamente perdidamente enamorada de Duchamp. Y era también artista al realizar esculturas y pinturas en forma de assemblages (ensamblajes artisticos), además de diseñar vestuario. Creaba su arte a partir de objetos encontrados ósea ready- made y obtenía los materiales de los desechos que encontraba en la calle. 

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La baronesa Elsa von Freytag-Loringhoven.  “el padre del arte conceptual”
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Marcel Duchamp, Broyeuse de Chocolat, 1913. Philadelphia, The Philadelphia Museum of Art.

 “Hazte la fama y échate a dormir”, dice el dicho popular… 

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Julian Wasser [1963] Duchamp jugando al ajedrez con un desnudo (Eve Babitz). Retrospectiva Duchamp, Museo de Arte de Pasadena, 1963. 

 
Tras su retorno a Europa en 1923 se estableció en Neuilly. Halló tiempo para casarse, una primera vez en 1927 y una segunda, decisiva, en 1954, con Alexia Sattler conocida como Teeny.  Ambos matrimonios marcados por la discreción, y una vida privada lejos del dominio público de otros famosos de la época.

Desde los años veinte, y durante la década de los treinta su investigación artística se interesó por los juegos ópticos y cinematográficos, siendo en ese aspecto precursor de uno de los movimientos de vanguardia de los años sesenta, el arte cinético, aunque tenia aspiraciones aún más elevadas.

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Anemic Cinema, Marcel Duchamp.

 
A partir de los años treinta, Duchamp se sumió en el silencio, aunque en torno a él empezaron a surgir adeptos cada día más numerosos. Sin su influjo no hubieran existido seguramente personalidades artísticas como las de Rauschenberg, Klein y Beuys.

Durante todo ese tiempo permaneció en Neuilly con su elegancia y gentil elocuencia de siempre, digna de un dandy del siglo XX.

La noche del 2 y 3 de octubre de 1968 alejado del ruido mundanal y de forma discreta Duchamp se echó a dormir para siempre. Uno de sus amigos, Arturo Schzwarz, expresó: “Era hermoso, noble, sereno…Una ligera sonrisa en los labios. Parecía feliz de haber probado suerte yéndose así, a la inglesa. Un final digno de su vida”.

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 El Gran Cristal, 1915, Marcel Duchamp.

(*) Gisela Asmundo es Licenciada en Historia del Arte

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