El ojo del arte: Alberto Lagos y el poder artístico de El arquero de San Sebastián
La escultura, de bronce fundido a la cera perdida, fue creada en París en 1925 y está ubicada en Avenida del Libertador y Mariscal R. Castilla, frente al Museo Nacional de Arte Decorativo.
La figura de un joven tensando su arco hasta el punto de quiebre se erige como una poderosa expresión artística. El escultor argentino Alberto Lagos logró capturar de manera magistral la disputa entre la fuerza muscular y la obstinada flexibilidad del arco, y es por eso que El arquero de San Sebastián es un monumento de proporciones colosales que engalana el museo a cielo abierto de la Ciudad de Buenos Aires.
La escultura, ubicada en Avenida del Libertador y Mariscal R. Castilla, frente al Museo Nacional de Arte Decorativo, donde Palermo se funde con Recoleta, se alza como un testimonio artístico que permea todas las obras urbanas de este talentoso escultor.
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El arquero de San Sebastián fue creado en París en 1925 y expuesto al año siguiente en Buenos Aires. Es de bronce fundido a la cera perdida y muestra el arrepentimiento del joven verdugo, luego de haber disparado su flecha al mártir Sebastián por orden del emperador Dioclesiano, quien al enterarse que este se había convertido al cristianismo, ordena su muerte.
Con una altura que supera los cuatro metros y colocada sobre un pedestal de granito desnudo, esta obra invita a una observación detenida y una apreciación pausada. Bajo la sombra de un imponente árbol de tipa, los visitantes pueden rodearla y sumergirse en su belleza.
Lagos (1885-1960) fue educado en la tradición académica francesa y pasó largas temporadas en París entre 1909 y 1925. Allí, tuvo la oportunidad de estudiar con maestros como Segoffin y compartir experiencias con admiradores de Rodin, como Landowski y Paulin, con quienes formó el Nouveau Groupe. Fue merecedor de premios y adquisiciones oficiales, como por ejemplo el que le otorgó la Dirección Nacional de Bellas Artes en 1935, convirtiéndose en una figura destacada en los círculos artísticos y sociales de la época. No solo se celebraron sus habilidades como escultor, sino también su carisma y su exquisita destreza culinaria, características que fueron continuadas por su yerno, el famoso cocinero Gato Dumas.
La escultura del Arquero puede tomarse como punto de partida para recorrer la obra de Lagos. En un trayecto de apenas 600 metros, frente a la Iglesia del Pilar, se erige el monumento al coronel Ramón Falcón. El mismo paseo permite conectar estas dos obras maestras de Lagos con los bajorrelieves en la fachada del Automóvil Club y el monumento a George Canning, otra de sus grandes creaciones. Además, este itinerario brinda la oportunidad de profundizar en el conocimiento del Lagos más íntimo al visitar los museos nacionales de Arte Decorativo y de Bellas Artes, donde se exhiben otras obras suyas, como Ritmo, Medusa, Hermes, La rama, y Voluptuosidad.