El ojo del arte: Arbórea Magna, el monumento que desafía las convenciones artísticas
Una nueva escultura lumínica de treinta metros de alto se erige a metros de la cancha de River como un faro de conciencia ecológica en un homenaje a los árboles del planeta. La obra pertenece a la artista Nicola Costantino.
Enclavado en el Parque de Innovación, a metros del estadio Más Monumental, en el barrio de Núñez, se erige un monumento que desafía las convenciones artísticas y captura la esencia misma de la conexión entre el ser humano y la naturaleza. Arbórea Magna, una escultura de treinta y cuatro metros de altura y dieciséis de diámetro, que se impone majestuosa como un homenaje a la vastedad de los árboles que pueblan nuestro planeta, es obra de la aclamada artista rosarina Nicola Costantino, ganadora del Concurso de Ideas 2022.
Lo que hace a Arbórea Magna verdaderamente única es la fusión de materiales y técnicas artísticas. La estructura se compone de hierro galvanizado, que brinda solidez y permanencia, mientras que la cerámica Nerikomi, una técnica ancestral japonesa, agrega un toque de exquisitez y detalle que desafía la imaginación. Para su creación fueron necesarias más de 17 mil piezas de cerámica, elaboradas meticulosamente en el taller de Costantino. Todas se despliegan a lo largo de la escultura, recreando la naturaleza en forma de flores en el suelo y patrones orgánicos en el tronco que simulan la textura de la corteza de un árbol.
Para apreciar la magnitud de esta obra de arte, los visitantes tienen la oportunidad de recorrer pasarelas curvas que los conducen a un mirador elevado. Desde este punto de vista privilegiado, se revelan los detalles intrincados de la técnica Nerikomi, así como la riqueza de la representación vegetal, permitiendo una conexión más profunda con la obra y su mensaje.
Pero Arbórea Magna no es solo una manifestación artística; es también un faro de conciencia ecológica. En colaboración con la arquitecta y especialista en diseño de iluminación Eli Sirlin, junto con Signify, empresa líder mundial en iluminación, la escultura cobra vida con un sistema LED que ilumina las más de 700 hojas en el tronco expandido en ramas. Este juego de luces cambiantes y lúdicas no solo añade una dimensión dinámica a la obra, sino que también resalta la armonía entre la tecnología y la naturaleza.
El conjunto escultórico le demandó más de un año de trabajo a la artista, que se propuso hacer “un monumento público atractivo, misterioso e interesante”. En diálogo con el diario La Nación, Costantino, que desarrolló la mayor parte de su producción artística en el área del arte conceptual y la fotografía, reveló que “un árbol artificial no pretende reemplazar la belleza natural porque el arte tiene una intención, un concepto, una búsqueda que la naturaleza no tiene. Hacer una obra de arte público es como obtener un master. Siempre soñé con esto, porque creo que la obra de arte público es para la gente”.
Arbórea Magna es un testimonio de la capacidad humana para fusionar la generosidad y la belleza del reino vegetal con las posibilidades que brinda el desarrollo tecnológico. La obra no solo invita a la contemplación estética, sino que también despierta una reflexión profunda sobre la relación intrínseca entre el ser humano y su entorno natural.