Dos activistas en defensa del medio ambiente rociaron con un líquido negro un cuadro del pintor Gustav Klimt en el Museo Leopold de Viena, Austria, para denunciar que "los nuevos pozos de petróleo y gas son una sentencia de muerte para la humanidad".

La acción, reivindicada por el grupo Última Generación, que subió las imágenes a sus redes sociales, tuvo como objetivo la obra Muerte y Vida, que la organización quiso utilizar como metáfora de su denuncia.

Las imágenes muestran a personal del museo reteniendo a los activistas, uno de los cuales habría intentado pegarse al marco. El cuadro estaba protegido por un cristal y, supuestamente, no sufrió daños, según las primeras informaciones de la televisión estatal.

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Los ataques a obras de arte se hicieron habituales

La semana pasada dos activistas ambientales se adhirieron con pegamento a la famosa obra de arte Latas de sopa Campbell del artista estadounidense Andy Warhol,del artista estadounidense Andy Warhol, en la Galería Nacional de Canberra para exigir al gobierno de Australia que deje de subsidiar los combustibles fósiles.

Apenas días antes, en el Museo Nacional del Prado, en Madrid, otros dos activistas se pegaron a los marcos de La maja desnuda y La maja vestida, de Francisco de Goya. 

El viernes 4, cuatro activistas ecologistas habían lanzado sopa de guisantes sobre el cuadro El Sembrador (1988), de Vincent Van Gogh, y se habían adherido con pegamento al muro donde estaba expuesto, en el museo del Palacio Bonaparte en Roma.

En octubre, otros dos ecologistas lanzaron sopa de tomate a Los Girasolestambién de Van Gogh, en la National Gallery de Londres. La semana pasada, además, atacaron La joven de la perla de Vermeer en La Haya, entre otros ataques.