Martín García León tiene 33 años y es oriundo de la Patagonia argentina. En mayo pasado, debutó como director de orquesta en Estados Unidos con los músicos de “El Sistema Texas", una organización vinculada al famoso “Sistema de Venezuela".

García León llegó al país norteamericano para estudiar una maestría y se convirtió en el primer máster con un título internacional en su familia. El 15 y 16 de julio próximo volverá a dirigir la Ópera Carmen de Bizet en Vietnam, en uno de los diez mejores teatros del mundo.

En diálogo con Noticias Argentinas, el músico confirmó que es “el primer argentino en dirigir en el teatro Ho Guom” de Hanói, además repasó su trayectoria e intereses a futuro. Durante su caminata diaria por los parques de Texas y con el acento patagónico todavía presente en una “R” patinada, García León recordó su presentación anterior en Vietnam.

Martín García León durante la presentación de Around The World
Foto: Gentileza prensa
Martín García León durante la presentación de Around The World Foto: Gentileza prensa

NA - ¿Cómo fue dirigir Around The World?

MGL - Estaba muy nervioso porque era un popurrí de diversas obras con varias piezas musicales. Fue mucho más difícil que dirigir una ópera completa: entraban y salían bailarines, cantantes y el coro.

NA - Cambiaste el colegio técnico a los 16 años, ¿cómo fue el momento en que decidiste dedicarte al arte?

MGL - Muy difícil. En 2006, el camino de un artista patagónico era bastante desolado. Actualmente, en Río Negro está el IUPA (Instituto Universitario Patagónico de Artes) que creció en gran medida.

NA - Fuiste estudiante y docente del IUPA.

MGL - Cuando fui alumno era una institución muy chica. En ese momento, uno no se podía plantear ser un licenciado en canto, dirección coral o piano porque en un pueblo chico había que dedicarse a hacer algo que genere plata. Cuando empecé, no tenía idea de lo que hacía, pero sentía algo dentro mío que me decía, "tengo que hacer esto, si no voy a vivir el resto de mi vida preguntándome, '¿qué hubiera pasado?'".

NA - ¿Cómo te preparás para dirigir Carmen?

MGL - En tiempo récord. Tengo un mes para poner nuevamente -porque ya la había estudiado antes- la ópera completa en la cabeza. Los directores de orquesta somos pilotos de tormenta: cuando todo el mundo se da cuenta de que tiene el agua en los pies, tengo que estar tranquilo, frío y con la capacidad de indicar.

NA - ¿Cuáles son las principales diferencias a la hora de transmitir a través de la música, en Vietnam y Argentina?

MGL - Son dos culturas muy distintas pero, a la vez, tienen similitudes. La música es un lenguaje universal, nos permite entender emociones sin necesidad de hablar.

Es una experiencia hermosa en donde uno dirige una melodía o una obra que inspira desde lo emotivo y todos sentimos lo mismo, aunque tengamos distintas culturas. Se apela a las cosas que tenemos en común: aquello que nos atraviesa como personas independientemente de la raza, religión o clase social.

NA - ¿Cómo son las condiciones artísticas en Vietnam?

MGL - Cuando fui en 2019 y dirigí Around the World, encontré que el Ópera House era chico y limitado en recursos. Hacían lo que podían con lo que tenían: un espacio para 500 personas que era la sala principal del país. La producción de Carmen es distinta. Dedicaron más recursos al arte y apostaron por la cultura. Construyeron el teatro Ho Guom que está a la par del Teatro Colón, el Sídney Ópera House, el Met en Nueva York o de la Ópera de Viena. La sala triplicó su capacidad y fue premiado entre los 10 teatros más importantes del mundo.

NA - ¿Cómo te sentís con eso?

MGL - Quiero mantener cierta humildad. Siento que de alguna forma marco una senda para los que vienen atrás, no me refiero al nivel profesional, sino a las siguientes generaciones. El día en que una persona se acerque y me pida asesoría o una mano, me tengo que acordar de mi maestro. Me encanta estar en este lugar, me fascina y no lo cambiaría por nada.

NA - ¿Tenés algún referente?

MGL - Mi maestro: lo conocí ahora que tengo 33 años. Él me trajo a Estados Unidos para que aplique a esta maestría y me dio una beca casi completa. De él aprendí que ser el mejor director de orquesta del mundo, ya no es mi norte: apunto hacia lo personal y busco ayudar con una palabra de aliento, una sonrisa o lo que sea que pueda ser útil en un momento difícil.

NA - ¿Cómo ves la situación económica del arte?

MGL - Intento ser muy respetuoso porque no estoy en la misma situación que los argentinos que la pelean allá. Las iniciativas privadas y públicas funcionan para la cultura, por lo menos en Estados Unidos. En Norteamérica, en el ámbito de la música clásica, las personas llevan muchas generaciones con esto y saben de qué se trata. Si una compañía pide donaciones a una empresa de petróleo, los auspiciantes conocen a la orquesta sinfónica.

NA - ¿Y en Argentina?

MGL - En Argentina no ocurre lo mismo, no lo digo de forma despectiva, sino que radica en una cuestión cultural. El Estado debería apoyar para que se cree cierta conciencia sobre el valor de la cultura y así generar la capacidad de autosustentarse.

Hay sectores de Latinoamérica en donde un trabajo como el mío aún no es visto como tal y ahí es muy difícil generar fondos privados. Son entornos en los que deben pasar generaciones para que la cultura se considere importante.