Por Costa Okis (*) .

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Orgullo

Cuenta la leyenda que muerta Judy Garland todos reunidos llorándola y escuchando la canción "Over the Rainbow" se suceden los hechos que hasta acá nos trajeron a celebrar la semana del orgullo gay.

“Gays, lesbianas, travestis, transexuales unidas todas juntas en derechos nacionales” cantaban por las calles les valientes de hace tantos años.

Cada año se van sumando siglas. Y ese orgullo gay pasó a ser orgullo de gays y lesbianas intersexuales y trans y bisexuales y queers y la mar en coche. Y pensaba que ojalá ya no se sigan sumando siglas, porque querrá decir que finalmente estaremos todos juntos algún día, cuando el mundo no sea más una porquería.

Porque mientras disfrutamos de un país con matrimonio, pensión, adopción y ley de identidad de género (en la generalidad claro, hay casos donde se siguen ignorando nuestros derechos asquerosamente) en este mismo país todavía se nos persigue, rumorea, denosta, prostituye y demás.

En lo que va del año murieron más de 42 chicas trans. Todavía los medios no se acostumbraron (ponele que les creo) a usar la palabra “travesticidio o transfemicidio” cuando son asesinadas. Eso de que nos desean de noche y nos desprecian de día está tan vigente como siempre. Dolorosamente.

Si tengo que escribir sobre los varones trans me encuentro con más ausencia todavía. Más dolor, más postergación, más invisibilización.

Y hace unos días en el sur del país, la policía torturó vilmente a un hijo que acompañaba a su madre. Lo torturó con la excusa de que incumplía el aislamiento social y preventivo. Como si nosotres no supiéramos desde hace décadas sobre el aislamiento social que somos objeto y víctimas. Porque hay odios que siguen intactos. En ese pueblo que marcha por Vicentin en estos días, mataron a un hombre a puñaladas. “Crimen homosexual” leí en un diario. Crimen de odio. Si, ahora en 2020.

Mi vida, mi construcción, mi existencia claro que han sido muy distintas, muy bendecidas. Mi orgullo es que muchos padres madres hermanos me ven en televisión o radio o ahora me leen y me ven como una persona exitosa. Porque el éxito es hacer lo que una quiere. Y que si su hijo, hija, hije, decide vivir la vida como tiene ganas, no le espera un futuro de oscura maleza. Ese es mi verdadero triunfo.

Sonreír haciéndole cuernitos a todas las instituciones que me han querido callada u obediente.

A mí me salvó la vida mi profesión claro. El escenario, las pinturitas, las pelucas, los vestidos y el humor. Que claro que en los tiempos que corren hay que defender como una trinchera. El público claro. Siempre se dice que el público más exigente es el público del “ambiente” y como no iba a ser así. Quién más que nosotros sabemos de transformar el dolor y transmutarlo en alegría. Seguramente yo en 1969 hubiera estado llorando a Judy en ese bar haciendo su tema en un hermoso playback. “Detrás del Arcoíris al final hay un ave que canta y me enseñará a volar”.

Y pienso, e insisto. Pá atrás ni pá tomar impulso. Con una bandera llena de colores y alegría. Porque todavía queda mucho por hacer, todavía quedan muchos lugares oscuros que hay que llenar de colores. Cuídense mucho, pero mucho…y como dice la canción del Arcoíris en su último verso “si más allá del cielo azul las aves vuelan ¿Por qué yo no puedo volar?” Allá nos vemos…

(*) Actriz, panelista y humorista trans.