A más de tres años de iniciada la pandemia de Covid-19, algunos efectos surgidos con ella aún se hacen sentir, aunque al mismo tiempo, otros fenómenos nos hablan de una vuelta a la "normalidad", sin más.

Las vacunas, o mejor dicho, la percepción que tenemos sobre ellas, parecen estar dentro del primero de esos grupos. 

Cuando hoy hablamos de vacunas, es inevitable pensar primero en las vacunas contra la COVID-19. Sin embargo, existen muchas más, con las que se pueden prevenir más de 20 enfermedades. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que la vacunación evita entre 2 y 3 millones de muertes cada año.

Las vacunas actúan enseñando a nuestro sistema inmune a defenderse del agente infeccioso. Junto con el agua potable, es una de las intervenciones de salud pública más exitosas para combatir enfermedades infecciosas e inmunoprevenibles como la poliomielitis, el sarampión o la difteria.

Argentina cuenta con uno de los calendarios de vacunación más completos del mundo.

Sin embargo, esto no alcanza a toda la población. Esto se debe, en ocasiones, a problemas con el acceso a las vacunas (faltantes temporales u otras barreras que dificultan o impiden la vacunación); pero también, a quienes postergan o rechazan la vacunación, como consecuencia de una disminución de la confianza hacia las vacunas.

Por todo lo anterior se vuelve relevante entender el nivel de acceso y de confianza actuales respecto a las vacunas en Argentina, así como analizar si ocurren variaciones a lo largo del tiempo.

En 2019, en un contexto prepandemia, desde la Fundación Bunge y Born nos propusimos desarrollar el Índice de Confianza y Acceso a las Vacunas (ICAV) para conocer qué estaba sucediendo en Argentina en ambos aspectos, para contar con información relevante que pueda servir de insumo para la política pública. Y a finales de 2022 realizamos la cuarta medición consecutiva.

El índice de confianza (IC) del ICAV toma en cuenta las respuestas de las personas a preguntas sobre la seguridad, efectividad e importancia de las vacunas para los niños. 

Si se observa la evolución del índice entre 2019 y 2022 se verá un retroceso en la confianza del 8,3%. Luego, si bien podemos ver variaciones, la evolución nos muestra que la confianza entre 2020 y 2022 se ameseta.

A futuro, resulta interesante observar si ocurrirá una recuperación marcada en la confianza y cuánto tiempo tardará en consolidarse.

En cuanto al acceso, a partir de 2022, la medición del acceso se modificó para incorporar algunos de los lineamientos establecidos por el Grupo de Expertos en Asesoramiento Estratégico en materia de inmunización (SAGE) de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Se buscó refinar y ganar especificidad a la hora de medir. La recomendación de la OMS fue poner el foco en los cuidadores de menores de 14 años, ya que son los responsables de garantizar el cumplimiento del Calendario Nacional de Vacunación (CNV) de esos menores.

Aquellos cuidadores con mayor nivel educativo reportan mayores niveles de acceso.

Dada la asociación entre nivel educativo e ingreso, se puede inferir que los sectores más vulnerables de la sociedad son quienes más dificultades enfrentan en términos de acceso.

Los menores niveles del Índice de Acceso en cuidadores con niveles educativos bajos, implican una cadena de dificultades, las cuales podrían ser mitigadas a través de políticas públicas enfocadas en reducir los efectos de estas barreras.

Por estos motivos es importante analizar barreras de acceso a la vacunación: conocer en mayor profundidad quiénes son los más perjudicados, permite pensar nuevas y mejores estrategias para solucionar estas problemáticas.

Analizar los niveles de confianza y acceso a las vacunas nos permite entender qué se esconde detrás de la tasa de cobertura de la población general.

De esta forma es interesante pensar futuras investigaciones, líneas de análisis e incluso intervenciones que permitan reforzar los niveles de confianza de la población en general y con especial atención en los segmentos poblacionales que reportan menores niveles de confianza, como es el caso de los más jóvenes (aquellos entre 15 y 20 años).

De igual manera, se pueden pensar posibles intervenciones que busquen destrabar barreras de acceso, especialmente aquellas que afectan a los cuidadores con menores niveles educativos.

Desde la Fundación Bunge y Born, estamos comprometidos con generar anualmente estos índices con la intención de que se conviertan en insumos para futuras investigaciones e intervenciones que favorezcan la salud pública de los argentinos y argentinas.

A nivel metodológico, el ICAV se construye en base a información obtenida a partir de una encuesta representativa tomada a nivel nacional sobre una muestra de más de 7.000 casos, a residentes mayores de 15 años y con una periodicidad anual.

(*) - Julio Ichazo es coordinador de proyectos de la Fundación Bunge y Born, y trabajó en el desarrollo del Índice de Confianza y Acceso a las Vacunas (ICAV) 2022.