Marcelo, uno de los tantos comerciantes de la ciudad de Bahía Blanca que atravesó la angustia y la desesperación por haber perdido todo tras el temporal, dialogó con la Agencia Noticias Argentinas y mientras abría su corazón, contó los momentos más tristes por los que tuvo que vivir.

El hombre tiene un almacén en el centro de la localidad bahiense de Ingeniero White, y relató cómo comenzó todo aquel 7 de marzo: “El día empezó lloviendo en la madrugada del viernes, allí nos empezó a entrar agua por la cloaca del patio, porque los caños son viejos. Entonces, cuando llueve mucha cantidad en poco tiempo, se nos inunda, al margen de que después siguió lloviendo y se nos terminó inundando todo”.

Además, agregó: “En ese momento, estábamos con mi señora y con los chicos. Al otro día, cuando nos levantamos a las nueve de la mañana para abrir el comercio, ya estaba todo inundado adentro y afuera”.

Sobre la situación de la mercadería en el almacén y su estado, Marcelo expuso que el agua dentro del local les llegaba “hasta casi la cintura” y que perdieron “muchos productos”.

“En el negocio perdimos toda la mercadería perecedera, y por la cadena de frío también tuvimos que tirar helados, lácteos y fiambres. Eso es imposible de volver a recomponer”, exclamó sobre los cortes de luz que tuvieron como consecuencia de la tormenta y cómo eso afectó directamente a sus productos.

“En mi casa el agua nos llegaba hasta las rodillas. Estuvimos inundados desde el viernes hasta prácticamente la madrugada del lunes. Asimismo, perdimos todo lo que es muebles de madera, mesada, placard y ropero. No nos quedó nada”, lamentó.

En medio del temporal, Marcelo fue a rescatar a su madre que vive sola, a pocas cuadras de su casa y que es discapacitada: “Pasamos la noche siguiente todos juntos en el quincho del negocio”.

Acerca de la situación en la vivienda de su mamá, explicó: “A ella le entró un metro cincuenta de agua y perdió la mesa y las sillas, perdió todo”.

Recién la semana después de la catástrofe pudieron empezar a recomponerse, aunque a un mes del caos “estamos atajando balas como podemos, porque hay muchos proveedores de acá de Bahía que están inundados y que tienen las máquinas bajo el agua, o distribuidores que perdieron toda la mercadería”.

Recordando nuevamente a su madre de 88 años, manifestó que a ella “no le quedó nada, ni un camisón. Ni siquiera los recuerdos que tenía ella de sus padres, eso es lo que peor la puso”.

Por otro lado, habló sobre un grupo de chicos de la zona que le juntaron camas, colchones, zapatillas y que lo ayudaron a limpiar, debido a que el agua que venía era de la cloaca, la cual estaba mezclada con heces.

“Esto va a tardar un tiempo en volver a ser lo que era, porque esto trae una miseria bárbara”, concluyó Marcelo.