Federico Mallia (33), un apasionado de la arquitectura y propietario de un exitoso restobar en Córdoba, ha llevado a cabo un asombroso proyecto que ha capturado la atención de todo el país. En el pequeño pueblo de Alicia, ubicado en el departamento San Justo, provincia de Córdoba, Mallia ha restaurado una vieja estación de servicios YPF que había caído en el olvido y la ha transformado en un vibrante bar coctelero.

La antigua estación YPF, de estilo Art Decó, había sido abandonada y estaba en estado de ruina. Mallia, cuyo don para visualizar el potencial de los lugares lo lleva a "ver" cómo quedarán antes de finalizarlos, decidió apostar por este edificio histórico. Su visión de recuperar y revitalizar este espacio cobró vida en medio de la pandemia de COVID-19, cuando comenzaron los trabajos de restauración en secreto.

El nuevo bar, bautizado como "Estación 38", abrió sus puertas el 8 de diciembre de 2022. Se ha convertido en un punto de encuentro popular en el pueblo, atrayendo a unas 120 a 140 personas los viernes en su modo pub, y ofreciendo un ambiente más íntimo los sábados, con música entre mesas y sillas.

La restauración no solo ha revitalizado un edificio histórico, sino que también ha revitalizado el espíritu de la comunidad local. El proyecto ha recibido una gran atención en las redes sociales, con fotos de la estación YPF restaurada circulando por todo el país. La iniciativa se volvió viral después de ser destacada por la cuenta @reformandocasas en redes sociales, atrayendo miles de likes y felicitaciones.

Mallia, quien apostó por quedarse en su pueblo natal y contribuir al crecimiento local, se encuentra sorprendido y agradecido por la atención y el cariño que su proyecto ha recibido. Ha recibido llamadas de personas interesadas en viajar desde Buenos Aires para experimentar el encanto único de "Estación 38".

Con esta transformación impresionante, Federico Mallia ha demostrado que la visión, la pasión y el esfuerzo pueden revivir no solo edificios, sino también comunidades enteras. "Estación 38" es ahora mucho más que un bar coctelero; es un símbolo de resiliencia, creatividad y amor por la historia local.