La masacre que lleva adelante Hamas en Israel no tiene precedentes y a más de una semana del comienzo de la guerra las historias florecen a la par que de los sueños, junto un pedido latente de que esto finalice.

Valeria Grishchinski tiene 37 años y es argentina. Se mudó al país de Medio Oriente en 2002 y allí formó una familia junto a Vladimir, con quién tuvo tres hijos: David (7), Shaked (4) y Shahar (8 meses).

Hace más de una semana su sueño se derrumbó. No solo el grupo terrorista atacó Israel, si no que Vladimir es soldado y ahora pelea en primera fila para eliminar al grupo terrorista.

Mientras ella solo espera que se acerque el fin, junto a sus tres hijos y a su hermana viven en una casa en la ciudad de Hod Hasharon, a 15 minutos del norte de Tel Aviv, que tiene un búnker.

“El sábado 7 de octubre estábamos en casa cuando a las 6.45 sonó la sirena antibomba que ordena entrar a la pieza blindada (hay en todos los edificios, nosotros tenemos una pieza compartida con otros cuatro departamentos)”, contó Valeria.

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Ya son más de 2.000 los muertos. Reuters 

En una entrevista exclusiva con Noticias Argentinas, la sobreviviente al horror explicó cómo fue el después de la primera sirena: “Cuando salimos empezamos a entender que hubo alarmas por todo el sur desde antes y que algo diferente estaba pasando. Ese día vimos por la prensa extranjera que había terroristas del Hamas en las ciudades y que se estaban masacrando personas, pero todo muy disperso y no claro”.

Algo similar cuentan otras personas. Muy pocos pudieron enterarse de lo que pasaba hasta que prendieron las televisiones o usaron sus celulares: “Como cinco horas después que sonó la alarma empezamos a entender la seriedad de la situación”.

Fue al mediodía de ese sábado cuando la familia tuvo el segundo quiebre. Vladimir había sido reclutado para el ejército y tenía que llegar en un lapso de cuatro horas a una base: “Él todos los años va a entrenamientos y se recluta por unos días, pero nunca asi”.

No sé dónde está exactamente, entiendo por lo que me cuenta que no está en zona de combate. Hablamos una vez cada dos o tres días, cuando puede”, detalló.

Lo primero que surgió preguntarle fue si sabía cómo estaba él: “Sé que está bien. Acá hay mucha organización de los ciudadanos que ayudan y miman a los soldados, se ocupan que no les falte nada desde ropa, cigarrillos, comida casera o batería de celular. Aun así, todavía no se sabe cuándo va a volver, o cuando voy a poder hablar de nuevo”.

“La situación acá es complicada y muy delicada, sobre todo con chicos. Los primeros días la sensación era de muchísima inseguridad. Tenía miedo de salir con ellos a la calle y cuando mi marido salió tenía miedo hasta adentro de mi casa”, expresó.

Desde que Vladimir fue llamado a ejercer como soldado, Valeria se mudó con su hermana no estar sola con los tres chicos en las noches ya que las alarmas son constantes y la incertidumbre y preocupación son latentes.

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Varios barrios quedaron desbastados tras el avance del grupo terrorista. Reuters

En el día de la madre en la Argentina, cuenta lo doloroso que es vivir este momento y tener que contarles a sus hijos lo que pasa: “Ellos entienden que pasa algo, hasta los más chiquitos, cada uno con su capacidad”.

“Desde un principio les digo la verdad de lo que pasa, de forma que pueden entenderlo. Palabras como guerra, misil o cúpula de hierro son normales en mi casa”.

Lo bueno es que pudieron entender que papi se fue al ejército y no sabemos cuándo va a volver, que hay guerra y hay misiles. Saben que es una época que necesitamos paciencia y ayuda, que estamos lejos de casa y a veces cuesta”, manifestó.

- ¿Recibieron el apoyo de los países?

Llevo 21 años en Israel. Muchísimos amigos de la comunidad se comunicaron en estos días, preguntan y quieren dar apoyo. Se siente el amor y los pensamientos.

Sé que en Buenos Aires hubo una marcha multitudinaria de apoyo a Israel y fue muy emotivo verlo. Tenemos familia en Miami, Barcelona, Canadá y ellos también están atentos y presentes en base diaria.

Hace muy bien al alma saber que no estás solo en el dolor y la tristeza. A la Argentina la extraño siempre y la tengo muy presente.

- Ante este recuerdo ¿Qué es lo que más extrañas del país?

Desde mis amigos y familia que quedaron allá, hasta el olor a pan y manteca en el restaurante, hasta las parrillas, festejos como el día del amigo o de la primavera. Son siempre fechas que las recordamos de una u otra forma.

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El dolor de las mamás que perdieron a sus hijos. Reuters

- En Argentina hoy se celebra el Día de la Madre ¿Cómo es vivir esta extrema situación?

Es una realidad muy extrema. En mi vida pensé que en cuestión de horas iba a quedar sola a cargo de tres chicos chiquitos en plena guerra.

Estoy pendiente de que no vean noticias o cosas en televisión que no son aptas para ellos. Tampoco que me vean tan preocupada o en los momentos grandes de quiebre y especialmente el tratar de dejar la realidad brutal e inentendible que se vive afuera de casa.

Quiero cuidar que la casa siga siendo un ambiente ameno, alegre y con algún tipo de rutina (dentro de lo q se puede).

Siendo mamá para mí es un desafío enorme el poder estar para ellos, contenerlos y ayudarlos a dar lugar a preguntas y sentimientos que suben, hablar el miedo y la incertidumbre, el extrañar dormir en casa o a papá.

La sensación es de tener que tomar decisiones que se sienten de vida o muerte como ‘¿me vuelvo a mi casa sola con ellos o sigo durmiendo afuera?’ ‘¿me voy del país hasta nuevo aviso dejando a mi marido en el frente?’ ‘¿y si me equivoco al quedarme?’ ‘y si dios no quiera le pasa algo a mi marido o si dios quiere vuelve a casa y nadie lo está esperando’.

Pero creo que lo que trato de decir es que me cuido yo para cuidarlos a ellos. Saben que pasa algo grande y diferente de otras veces, pero no saben de la muerte y el duelo que nos rodea a todo el país.

Lo que el Hamas consiguió no es solo masacrar al pueblo judío, sino también apelar la sensación de seguridad que tenemos en nuestras casas, en las calles, un miedo profundo que mueve cualquier cosa que pensabas segura, y dentro de esa falta de esperanza y sensaciones oscuras tratar de mirar a los chicos, abrazarlos y contenerlos, tratar de darles la seguridad que vamos a estar bien y que nada les va a pasar.

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Aun así, para Valeria la situación podría tornarse más segura con el paso de los días: “A casi una semana la sensación es que el país se recompone. La seguridad vuelve y de a poco ves más gente en las calles, o negocios un poco más abiertos”.

Por último, quiso agregar su sensación más verdadera sobre el conflicto: “Lo que paso va más allá de la religión, esto es una masacre, es asesinato a sangre fría de gente inocente, mujeres, chicos y ancianos que fueron asesinados brutalmente o llevados como rehenes”.

“Esto no puede quedar así, se tiene que contar y hablar por respeto a los muertos y por ellos que quedaron en vida, que estas cosas no vuelvan a pasar”, sostuvo.

“No hay creencia, ni religión que justifique actos tan inhumanos y brutales”, cerró.