Salvado por el enemigo: la increíble historia de un veterano de Monte Longdon
Sergio Delgado, uno de los tantos Clase 1962 que fue enviado a combatir al archipiélago del Atlántico Sur, sufrió una grave herida por la explosión de una granada.
Aquella fría noche en que Monte Longdon fue escenario del horror durante la Guerra de Malvinas, Sergio Delgado, uno de los tantos Clase 1962 que había sido enviado a combatir al archipiélago del Atlántico Sur, volvió a nacer y fue de la mano del enemigo.
Criado en la localidad de Valentín Alsina, "Pecas" arribó a las Islas Malvinas el 13 de abril de 1982 como parte de la Compañía "B" del Regimiento de Infantería 7: tras pasar un día en Puerto Argentino, se posicionó en la cresta de Monte Longdon.
Leé también: El telegrama de Londres que nunca llegó a Malvinas y pudo haber cambiado la historia
Durante esos primeros días, la principal tarea a la que estuvieron abocados todos los soldados fue encontrar un lugar para acomodarse: al principio durmió en las piedras, hasta que pudo hallar junto a Donato Manuel Gramisci, su compañero de la "colimba", un lugar debajo de unas grandes lajas que creían que los podría tener al reparo de las inclemencias del tiempo.
Soldados argentinos en Monte Longdon. Foto: Ejército Argentino
Luego de que el 1º de mayo comenzaran los ataques británicos, empezó a escasear la comida. "Comíamos guiso todos los días y después empezó a ser cada vez más aguado, hasta que terminó siendo casi un caldo". Esa situación obligó a decenas de soldados a rebuscárselas para poder comer: algunos cazaban ovejas, otros iban a Puerto Argentino a tratar de conseguir de manera clandestina un poco de comida.
En una de esas excursiones a la capital isleña, Delgado encontró varias bondiolas que estaban debajo de un helicóptero dañado: la preciada carne de cerdo estaba bañada con combustible. Unos 50 kilos de bondiolas fueron objeto de cambio en Monte Longdon, que de repente se llenó de olor a carne asada.
En momentos en que la guerra de esos soldados era por la supervivencia diaria, la otra guerra se acercó a ellos. Unos 800 combatientes británicos avanzaron con el objetivo de capturar Monte Longdon.
Un soldado argentino herido tras la Batalla de Monte Longdon. Foto: paradata.org.uk
La noche del 11 de junio de 1982, horas después de que el papa Juan Pablo II aterrizara en Ezeiza, el infierno se desató en esa elevación rocosa ubicada en las afueras de Puerto Argentino.
"Yo había terminado mi guardia y me fui a dormir. Yo estaba muy cerca de donde entraron, fui prácticamente el primero en recibirlos", señaló Delgado, quien, estando dormido, escuchó voces que susurraban en inglés: se despertó y tomó su ametralladora PAM, que no funcionaba.
Dos soldados británicos se pararon sobre el techo del pozo de zorro de Delgado y Gramisci. Al rato se fueron. Con el combate ya iniciado, Sergio espió dos o tres veces: las balas rasantes, las bengalas, el ruido, los gritos. Recuerda todo como si lo estuviera viviendo.
Combatientes argentinos tomados prisioneros tras el feroz combate en Monte Longdon. Foto: paradata.org.uk
En un momento, un británico descubrió que allí había una posición argentina y arrojó una granada, que lo voló dos metros para arriba junto al "Polaco" Gramisci. La explosión afectó principalmente al oriundo de Valentín Alsina y destruyó el pozo de zorro.
Unos minutos después, un soldado inglés fue a ver si había sobrevivientes y con el sable bayoneta revolvió los escombros de la posición: uno de esos golpes dio en Gramisci, quien gritó de dolor y finalmente murió.
Al rato, otro uniformado se acercó, comprobó que uno de los soldados estaba muerto y al tocar los párpados de Delgado, notó que estaba vivo. Lo apuntó con una 9mm: "Please. My legs", atinó a decir Sergio. "Estaba esperando morir, pero volví a nacer", aseguró Delgado en diálogo con NA. En ese momento, el inglés miró sus piernas y vio el desastre que había ocasionado la granada: se fue y volvió con más soldados, incluido un médico.
Tras recibir una dosis de morfina, le informaron que Gramisci estaba muerto y minutos después cuatro argentinos hechos prisioneros de guerra y con los que había compartido la colimba fueron obligados a cargarlo en una camilla. "Había llegado a las islas con 50 kilos y volví con 35. Entre cuatro no me podían levantar casi. Estaban destruidos", rememoró.
Británicos asisten a los heridos que quedaron tendidos en el campo de batalla. Foto: paradata.org.uk
Luego de ser trasladado a un hospital de campaña británico, Sergio fue operado: el borceguí había quedado destruido y su ropa se había adherido al cuerpo. Una de sus piernas estaba seriamente herida.
El buque hospital Uganda fue su próximo destino. Allí, rodeado de soldados británicos heridos, Delgado entabló relación con quienes hasta hacía un par de días podrían haber sido sus verdugos o sus víctimas. Sin saber hablar inglés, mencionaba grupos de rock como Queen, Led Zeppelin o Deep Purple y ellos tarareaban canciones. En cambio, él les cantaba temas de Sandro.
Leé también: Las lápidas de los soldados identificados, en cada rincón del país para contar sus historias
En ese mismo lugar, en medio del mar, un cura le informó que la guerra se había terminado porque la Argentina se había rendido: al escuchar la noticia, sintió que todo había sido en vano.
El Bahía Paraíso lo regresó al continente. Después de la guerra estuvo internado durante nueve meses en el Hospital de Campo de Mayo, así como a lo largo de varios años se sometió a un tratamiento y pudo recuperar gran parte del movimiento de su pie.
"Recuperar mi cuerpo me distrajo la mente. Me mentalicé en recuperarme", señaló Delgado a Noticias Argentinas. Sin embargo, las heridas psíquicas de la guerra estaban abiertas: "Internamente sabía que algo me estaba pasando, porque vivía muy nervioso".
Años de terapia lo ayudaron a sanar un poco el trauma, así como también los tres viajes que pudo hacer a las Islas Malvinas. En esas ocasiones pudo volver al lugar donde estuvo apostado casi dos meses: "Siempre que vas encontrás algo. Yo pude encontrar mi cuchillo, mi tenedor y hasta mi cepillo de dientes".