La salida del aislamiento social obligatorio será un nuevo desafío en medio de la pandemia por coronavirus y desde el punto de vista psicológico especialistas consideran que las personas deben estar preparadas para el impacto sobre la salud mental ya que el confinamiento prolongado de más de diez días trae cambios emocionales y de comportamiento.

Por esta razón, el Consejo Consultivo de la Licenciatura en Psicología de UADE realizó una nota en la cual se analiza las posibles consecuencias psicológicas y actitudinales cuando se comience a salir de la cuarentena., y recomendaciones en este sentido.

El informe fue efectuado por el mencionado Consejo integrado por: José Abadi (director de carrera), Alejandro Melamed, Alejandra Sánchez Pons, María Aufiero, Martín Sandoval, Oscar Mazza, Patricia Faur, Sergio Cacavelos Riviere, Daniel Sinopoli, Gala Filippis y Federico Toledo.

Según indican los psicólogos en el estudio la salida de la cuarentena puede provocar:

Reacciones eufóricas, maníacas: el confinamiento prolongado puede generar una salida eufórica hacia el contacto, las reuniones sociales y el descontrol.

Agorafobia: Muchas personas desarrollarán una fobia a los espacios públicos y autolimitarán su salida.

Aumento de síntomas obsesivos: el temor al contagio puede persistir por bastante tiempo, de modo que los rituales de limpieza de la casa y el lavado compulsivo de manos pueden ser frecuentes y, en algunos casos, desmedidos.

Aumento de abuso de sustancias: puede verse incrementado el consumo de alcohol, de psicofármacos o de otras sustancias como una manera distorsionada de anestesiar el dolor emocional.

Estigmatización: es posible que algunas personas sean estigmatizadas por ser posibles portadoras del virus o que se discrimine a ciertos sectores sociales como responsables de la pandemia.

Nuevos modos de relación: la distancia social generará nuevas modalidades de reunión y habrá cambios en las relaciones afectivas que serán puestas en valor nuevamente. Hay que recordar que la distancia será física, no afectiva.

Cambios de conducta: viajar, desplazarse, mandar a los niños nuevamente al colegio, ir a comer afuera o ir a un cine serán actividades que se irán retomando gradualmente, tanto por una restricción impuesta como autoimpuesta por el nivel de ansiedad y miedo que suscitan.

Readaptación de los niños: luego de un período tan extenso en contacto ininterrumpido con los padres, es probable ver en los niños más pequeños conductas regresivas, caprichosas y angustia de separación.

Estrés postaumático: algunas personas pueden persistir en el tiempo con síntomas de ansiedad, miedo, angustia, depresión e insomnio. También pueden aparecer síntomas somáticos como consecuencia de la situación de estrés prolongado (síndrome de intestino irritable, enfermedades cardiovasculares, alopecia y otras enfermedades de la piel, aumento de alergias, enfermedades autoinmunes, entre otras).

Pérdidas económicas: a la salida del confinamiento muchas personas se enfrentarán a la pérdida de sus empleos o de sus negocios, lo cual puede devenir en una fuente de estrés de alto impacto.

Duelo por la pérdida de un ser querido: la imposibilidad ante la verificación visual del fallecimiento produce una negación de la pérdida que vuelve a este proceso doloroso e incluso surgen resistencias. La falta de confirmación del cuerpo sin vida hace mayormente dificultoso procesar esa pérdida.

Por todo esto, un grupo de especialistas enumeró una serie de recomendaciones para cuando se dictamine la salida de la cuarentena por la pandemia por coronavirus y entre las mismas se destacan el asomarse de a poco y contener a los niños.

Asomarse de a poco: será necesario salir gradualmente porque el mundo habrá cambiado. Reconstruir hábitos cotidianos, salidas, distancia en la calle y en espacios públicos, uso de tapabocas, medidas higiénicas. No apresurarse y hacerlo de modo gradual.

Estar cercanos a distancia: la distancia es física, no social. Es importante estimular la solidaridad y la proximidad afectiva.

Aislados, pero juntos: la tecnología digital nos permite estar solos, pero juntos. Establecer conversaciones más emocionales, más íntimas. Permanecer conectados con las personas de riesgo.

Evitar el burnout digital: eliminar el sonido de las notificaciones, pedir al interlocutor aclarar si es urgente, hacer pausas, respetar horarios, pedir audios de no más de 30 segundos, no abrir videos de cadenas. Silenciar el teléfono todo lo posible.

Contener a los niños: entender que el proceso de separación llevará tiempo. Es probable que tengan miedo, pesadillas y angustias. Utilizar el dibujo y los cuentos para elaborar la situación de despegue de los padres y para elaborar la distancia con los abuelos.

Insomnio: no automedicarse, volver a las rutinas de horarios, no cenar copiosamente, hacer una meditación antes de dormir, no ver las noticias más que una vez al día y que no sea en la noche.

No asustarse por los síntomas: es normal sentir miedo en la primera etapa. Ya se irá habituando. En principio, la calle y los espacios públicos pueden parecer amenazantes, pero no los son si se siguen las recomendaciones oficiales. Sí al miedo útil, que permite determinar claramente lo que tenemos que afrontar y no al pánico inútil que solo bloquea, paraliza y distorsiona.

No discriminar a los enfermos ni al personal de salud: cuando comience la circulación es importante pensar que cualquier persona puede ser portadora del virus y que todos podemos requerir atención. No agreguemos estrés al personal de salud ni de seguridad.

Disminuir el consumo todo lo posible: no sabemos cómo será la situación y las pérdidas financieras. Será importante no endeudarse con lo innecesario y recordar que pronto encontraremos soluciones. Hacer compras y comidas entre vecinos puede ayudar en esa etapa. Volverá la vida comunitaria.

Nuevas oportunidades: todo acontecimiento que trastoca o disuelve costumbres y modalidades de costumbres brinda la oportunidad para que la imaginación creativa, el talento y el esfuerzo construyan arquitecturas nuevas, enriquecedoras y donde lo imprevisible dibuje un paisaje estimulante.