La Cámara del Crimen confirmó el procesamiento contra las autoridades de la cárcel de Devoto por encubrir el homicidio de un preso ocurrido el enero del año pasado en una pelea en las escaleras que comunican a los pabellones 11 y 12 del penal.

La Sala Séptima del tribunal ratificó además el procesamiento del preso acusado de haber dado muerte de un puntazo al otro interno, en el maco de una supuesta pelea por disputas internas entre los detenidos.

El tribunal determinó que Ricardo Emanuel Ruiz, “en su condición de Director de la unidad residencial”, y Sandro Gutiérrez, “en su calidad de Jefe de la División Seguridad Interna de ese sector”, solicitaron poco después del homicidio en la cárcel el traslado del imputado “a otro centro de detención con el objeto de beneficiarlo, favorecerlo o ayudarlo a eludir o sustraerse de la investigación originada por el homicidio, dado que los mismos conocían que el imputado habría tenido intervención”.

De acuerdo con la acusación, el 13 de enero de 2020 el detenido César David Albelda Palacio dio muerte a Guillermo Alejandro Medina “entre las 13:20 y 13:25, en las escaleras que comunican los Pabellones 11 y 12 de la Unidad Residencial III del Complejo Penitenciario Federal de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, del Servicio Penitenciario Federal, oportunidad en la que le asestó un ‘puntazo’ con un elemento punzante que penetró por el hombro izquierdo y perforó el tórax, el lóbulo superior del pulmón izquierdo y el pericardio”.

Dos días después, las autoridades penitenciarias solicitaron “el urgente traslado de Albelda Palacio” a otro penal en Viedma. En su indagatoria, el acusado sostuvo que “estaba sorprendido por la imputación, ya que no conocía a Medina ni sabía quién era”.

Además de las autoridades penitenciarias, también fue procesado el celador Diego Ariel Gutiérrez, a quien se le endilga no haber registrado la salida y el reingreso de Albelda vísperas y luego de la muerte de Medina, tal como si se hubieran facilitado las condiciones para la pelea entre presos que terminó con un muerto.

Los guardiacárceles -dice la resolución- “estaban en conocimiento de las sospechas que apuntaban hacia Albelda Palacio y dispusieron que egresara de la unidad en procura de evitar el descubrimiento de lo acontecido y las consecuencias que podrían alcanzarlos”.

“No parece casual que el traspaso del detenido -alojado en el complejo penitenciario durante cuatro años- se dispusiera a las 48 horas de la ocurrencia del homicidio”, sostuvieron los camaristas. Albelda cumple una condena a 14 años de prisión, que vencerá en 2027.

El fallo ratifica la decisión que había tomado en primera instancia la jueza Fabiana Palmaghini, tras una extensa investigación.

La investigación, no obstante, sigue abierta por la posibilidad de la intervención de otras personas en los hechos. La pesquisa se orienta ahora a determinar por qué “la herida que comprometió el corazón (de la víctima) no fue informada por el personal médico que brindó las primeras atenciones a Medina en el centro de detención donde se alojaba ni por el que lo atendió en el Hospital Vélez Sarsfield -en este caso se describió la ubicada en el muslo-”.

Además, sostuvieron los jueces, todo indica que intervino una segunda persona en la secuencia que terminó con el preso muerto.

“No parece razonable que la persona que hubiera tomado del cuello a la víctima pudiera al propio tiempo penetrarlo con un objeto -presuntamente una faca- y provocar dos heridas punzantes. Por el contrario, este escenario permite -de momento- inferir que mientras un sujeto reducía a la víctima, sujetándola por el cuello, al menos otro individuo asestó en dos oportunidades el elemento sobre el cuerpo del damnificado, quien posteriormente llegó a dar unos pasos hasta que se derrumbó inconsciente en el pasillo que conduce al pabellón donde se alojaba”.

La muerte del preso Medina se intentó pasar como consecuencia de una ingesta excesiva de drogas dentro del penal. Pero los mensajes de texto que la propia víctima le envió a su concubina alertaron que había ocurrido algo diferente. Poco antes de morir, le envió a su pareja un mensaje por teléfono celular: “ahora tengo que salir a pelear a la escalera”.

El fallo revela, además, que “en las escaleras de los pabellones no hay cámaras instaladas, circunstancia que es aprovechada por los reclusos en la elección de este sector como lugar de peleas”.