La variante Ómicron de coronavirus surgió en África, pero rápidamente llegó a otros países del mundo. Con un nivel de contagiosidad mucho más alto que la Delta (aunque con menos letalidad), genera preocupación por la facilidad que tiene para propagarse y cruzar fronteras.

El Reino Unido es una de las zonas más afectadas por la variante, donde ya demostró de lo que puede ser capaz: en las últimas 24 horas acumularon casi 90 mil casos de coronavirus, por lo que se comenzaron a implementar restricciones y a cancelar eventos deportivos, como por ejemplo varios partidos de la Premier League.

El viernes ya se identificaron 15 mil casos que correspondían a la variante Ómicron. Por esto, se declaró el estado de emergencia en Londres, ya que las autoridades confesaron estar alarmadas por el “drástico aumento en los casos de Ómicron”.

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Por otra parte, en Irlanda un tercio de los nuevos casos corresponden a esta variante. El mandatario de aquel país, Micheál Martin, aseguró que esperaban “ver infecciones a un ritmo muy superior a todo lo que hemos visto hasta la fecha”.

Tal vez más drástica fue la decisión de los Países Bajos, donde se decretó un confinamiento de durará, en primera instancia, hasta mediados de enero.

Pero el brote no abarca solo a Europa. En Nueva York se registró la cifra más alta de casos desde que comenzó la pandemia, por lo que ya se cerraron restaurantes y se cancelaron citas deportivas y culturales.

El viernes acumularon 20 mil casos en solo 24 horas, pese a tener un alto índice de vacunación en la población.

La Argentina ya comenzó a sufrir las consecuencias de esta variante: hace pocos días se confirmó que en Córdoba 456 de todos sus casos eran de la variante Ómicron, aunque intentaron llevar tranquilidad al señalar que aún no había circulación comunitaria.

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Además, ya hay casos en Santa Fe y en Buenos Aires, por lo que es cuestión de tiempo para que comience a ser la variante predominante en el país.