Una encuesta del Instituto de Género e Inclusión de Insight 21, el Hub de Conocimiento de Universidad Siglo 21, demuestra la existencia de un quiebre generacional en cuanto al enfoque de la brecha de género en Argentina.

Detectó que el grupo de edad de 41 a 50 años de los consultados es el menos favorable tanto a las cuotas laborales como en los directorios de las mujeres.

La diferenciación respecto de cómo conviven los géneros entre los jóvenes de hasta 30 años, en sus relaciones cotidianas, marca una clara frontera generacional, que según un estudio de McKinsey Global Institute conspira contra el avance de la tecnología en la vanguardia de la evolución.

La consultora internacional estimó que la economía global podría perder hasta 12.000 millones de dólares para el año que viene si no se cierra la brecha de género en el mercado laboral.

“La importancia de las mujeres en tecnología va más allá de las estadísticas. Sus perspectivas únicas son esenciales para desarrollar soluciones más equitativas y equilibradas", afirman desde Le Wagon.

Sin embargo, estudios revelan una disparidad evidente: a pesar de tener calificaciones similares, las mujeres tienen menos probabilidades de ser contratadas para roles en IA que los hombres, previenen. 

"Cuando las mujeres están bien representadas en este campo nos beneficiamos de soluciones más inclusivas, libres de sesgos, innovadoras y efectivas”, puntualizan. 

Sostienen que se desaprovecha el talento de miles de mujeres que podrían aportar su creatividad e innovación al sector tecnológico.

Asimismo, ponen de manifiesto que cuando las empresas no tienen una fuerza laboral diversa pierden competitividad en un mercado global que exige cada vez más flexibilidad y adaptabilidad.

Y finalmente, la brecha de género en tecnología profundiza la desigualdad económica entre hombres y mujeres.

“Desde Le Wagon estamos comprometidos en cerrar la brecha de género de forma bidireccional en la industria. Por un lado, internamente, donde se evidencia un impacto en el incremento del porcentaje de mujeres en la empresa, muchas de las cuales ocupan roles de alto nivel jerárquico. Por otro lado, capacitamos a más mujeres, proporcionándoles las herramientas y el apoyo para su inserción en el mercado tech”, comenta Alexandra Crespo, Career Services Manager de Le Wagon para Latinoamérica

Añade: "Este camino es más largo, sinuoso y desafiante, ya que requiere el compromiso no solo de una parte, sino de todo el sector que poco a poco está rompiendo los sesgos" 

En el país de las grietas, las brechas son leves

En nuestro país, para el 41,1% de la población encuestada por Siglo XXI las acciones implementadas por empresas, ONGs y el Gobierno en el abordaje de las brechas de género en los últimos años no fueron efectivas, a pesar de que funcionaba un Ministerio de la Mujer, que la nueva Administración eliminó.

Sin embargo, el informe revela un mayoritario respaldo a la acción afirmativa en cuanto a las cuotas de género en los directorios de empresas privadas y públicas: 54,8% versus un 56,4% que apoya la exigencia del Estado.

En la reciente polémica por la propuesta de completar el número de integrantes de la Corte Suprema de Justicia ganó espacio público, en medios y redes sociales, la crítica a que no se impulsara el nombramiento de una mujer.

Relegamiento histórico

En el ámbito laboral, durante la década de 1980, cuando las computadoras personales comenzaron a popularizarse, las mujeres estaban en gran medida excluidas de este nuevo mundo tecnológico.

Se debía a una serie de factores, como la falta de acceso a las computadoras, la estereotipación de las habilidades informáticas como "masculinas" y la falta de mujeres en puestos de liderazgo en el sector tecnológico.

En los ´90 se hicieron algunos esfuerzos para abordar la brecha digital de género. 

Fueron creados programas para enseñar a las mujeres sobre las TIC y se promovió la participación de las niñas en las carreras STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas). 

Así y todo, la brecha persiste y muchos programas fracasaron.

Pero la pandemia, de algún modo, aceleró la concientización de la importancia del rol femenino en el ámbito laboral.

Millones de mujeres abandonaron la fuerza de trabajo, algo de lo que se creía que tardaría décadas en recuperarse.

En apenas tres años, los niveles de empleo femenino volvieron a la participación previa al confinamiento por el Covid-19.

A escala mundial, un poco más de la mitad del espectro laboral se cubre con mujeres.

El grupo de las que tienen entre 25 y 54 años alcanzó máximos históricos en la tasa de actividad.

Ese rango de edad emprendió nuevas carreras, luchó por mejores salarios y prestaciones y aprovechó las oportunidades que ofrece el trabajo a distancia, pero aún así no aparecen plenamente representadas en las listas de candidatos a puestos de liderazgo.

Desarrollos profesionales

A pesar de los tangibles avances en materia de igualdad de género, la brecha entre hombres y mujeres en el sector tecnológico argentino sigue siendo una realidad que no es abordada de forma integral.

Esta desigualdad no solo limita el desarrollo profesional de las mujeres, sino que también impacta negativamente en la competitividad del país en el mercado global.

No es exclusiva esta consideración diferenciada de la que campea en las principales empresas tecnológicas globales, donde también las mujeres son minoría.

Específicamente, en Apple, Google y Microsoft, la proporción de personal femenino ronda el 33/34%% de su fuerza laboral total.

Solo el 31%, 28% y 26% de esta planta ocupan puestos de liderazgo.

En América Latina, la cantidad de mujeres que trabajan en IT es sólo de un 23 %.

En ese contexto se destaca Chile como el país más machista (18% de presencia femenina) versus Argentina, donde su participación es del 45%.

Esos y otros datos forman parte del estudio Mujeres en TI, elaborado por IT-Talent Research, la unidad de investigación del head hunter.

Surge de la investigación que 4 de cada 10 mujeres que ocupan roles tecnológicos o de innovación provienen de otros sectores orientados a las habilidades blandas, lo cual evidencia una falta de representatividad de mujeres en carreras universitarias STEM (Science, Technology, Engineering, and Mathematics por sus siglas en inglés).

El estudio concluye que reducir la brecha de género en tecnología no es solo un desafío para las mujeres, sino para toda la sociedad, y que es necesario un compromiso conjunto del sector público, privado y educativo para construir un sector tecnológico más justo, igualitario y competitivo.