La maternidad sigue limitando las oportunidades laborales de las mujeres en el ámbito laboral, según diversos estudios. Ni todas las mujeres quieren ser madres, ni la paciencia y la dedicación para la crianza y las tareas domésticas son algo innato del género femenino.

Como señaló a mediados del siglo pasado Simone de Beauvoir, nadie nace siendo varón o mujer, sino que el género “se hace”, y así también las conductas que se esperan de los/as niños/as: las maneras en las que deben vestirse y comportarse o lo que deben sentir y expresar no son naturales o innatas, sino producto de expectativas, mandatos y normas sociales. A cuidar también se aprende.

En la sociedad actual, la maternidad como mandato sigue siendo una exigencia para las mujeres en edad reproductiva y, al mismo tiempo, un sesgo con el que el mercado laboral continúa posponiéndolas (cuando no descartándolas), tras suponer que todas ellas desean ser madres en algún momento de su vida.

De acuerdo Carolina Villanueva, co fundadora y directora de la organización Grow -género y trabajo-, Grow -género y trabajo-, “la maternidad está instalada culturalmente como idea, es decir que las mujeres en edad reproductiva están vistas por el mercado laboral como futuras madres, más allá de que no deseen serlo. Esto provoca una desventaja a la hora de obtener trabajos o ascensos”.

A pesar de las múltiples conquistas en términos de equidad de género que, gracias al avance de los feminismos se ha logrado instalar en la agenda pública, todavía existe la urgencia de reducir la brecha de género y visibilizar las tareas de cuidado, las cuales siguen estando mayoritariamente a cargo de las mujeres.

Como explica a NA Villanueva, “se trata de factores estructurales que las limitan al momento de buscar trabajo en el mercado laboral”.

 “En Argentina, el 90% de las mujeres realizan trabajos no remunerados (tareas domésticas y de cuidado), frente al 75% de los varones. Pero, si observamos el total de tiempo destinado, las mujeres dedican -en promedio- 6 horas y media por día, y los varones algo más que 3 horas y media según relevó en 2022 el INDEC. Como consecuencia, cuando el cuidado de hijos/as no puede ser tercerizado, son las mujeres las que suspenden -de forma permanente o momentánea- sus carreras profesionales”, detalla.

Según datos de Unicef, entre las mujeres sin hijos/as, y las que tienen 3 hijos/as, hay una diferencia de participación laboral de 30 puntos.

La maternidad y el impacto en el trabajo

-¿Cuáles son las principales causas que siguen perpetuando el rol de la mujer como cuidadora al momento de convertirse en madre?

-La principal causa es la cultural: la sociedad sigue asignando a las mujeres las tareas de cuidado. Lo podemos observar desde la infancia con mensajes que desde diversos hábitos (sistema educativo, juegos, publicidades, productos audiovisuales) promueven actitudes y roles que asocian a las mujeres con el cuidado. Se naturaliza así este rol.

Pero, además, la legislación tampoco acompaña. En nuestro país la licencia por paternidad es de solo 2 días. El mensaje que se le da a los padres es el de que su función es la de ser proveedor. A comienzos de 2022 se presentó el proyecto de ley Cuidar en Igualdad, que tiene entre sus objetivos extender las licencias (tanto en su duración como en su alcance), y crear una red integral de cuidados. Pero en todo este tiempo el proyecto no fue tratado. Es imprescindible avanzar en esta dirección para que el marco legal acompañe los cambios culturales (que en algunos casos ya se están dando).

Desde Grow-género y trabajo acompañamos a las organizaciones que quieran impulsar el cambio. Algunas iniciativas que se pueden tomar son la extensión de licencias, la instalación de espacios de lactancia y de cuidado infantil (vigente en la ley de contrato de trabajo, pero no siempre respetado), o políticas de regreso gradual al puesto de trabajo. El objetivo es, en todos los casos, promover la corresponsabilidad del cuidado entre los géneros, y hacer posible la conciliación vida-trabajo.

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La trama del cuidado

En 2019, desde Grow –género y trabajo-, se llevó a cabo la campaña La trama del cuidado, con el objetivo de visibilizar las desigualdades relacionadas con las tareas domésticas y de cuidado.

“Al referirnos al cuidado apelamos a la idea de una trama: un entrecruzado de sesgos que afianzan ideas que hoy, en algunos espacios, están en duda: todas las mujeres quieren ser madres (porque es lo natural) y son las únicas (o las mejores) que pueden hacerse cargo del cuidado de los niños/as”, explican desde la organización.

“Las tareas domésticas y de cuidado, en nuestra cultura, son parte del trabajo no remunerado y recaen principalmente sobre las mujeres. Tienen, además, baja valoración social y económica, afectando también a quienes trabajan de forma remunerada en este ámbito, que también son mayoritariamente mujeres. Esta división sexual del cuidado es un factor de desigualdad estructural”, agregan.

Ese mismo año, el Banco Mundial publicaba un nuevo informe que revelaba lo siguiente: En términos globales, a las mujeres solo se les reconocen apenas tres cuartas partes de los derechos legales de los que gozan los hombres, lo cual limita su capacidad para conseguir empleos o empezar un negocio y tomar las decisiones económicas que sean más beneficiosas tanto para ellas como para sus familias, en el caso de decidir ser madres.

“Si las mujeres tuvieran igualdad de oportunidades para desarrollar todo su potencial, el mundo no solo sería más justo, sino también más próspero”, dijo Kristalina Georgieva, Presidenta Interina del Grupo Banco Mundial. “El cambio está ocurriendo, pero no lo suficientemente rápido, y a 2700 millones de mujeres se les sigue limitando legalmente el acceso a los mismos empleos que los hombres. Es fundamental que eliminemos las barreras que impiden el avance de las mujeres, y con este informe nos proponemos demostrar que las reformas son posibles y acelerar el cambio”, puntualizaba.

En números: la brecha de género y la maternidad

En el segundo trimestre del 2022, la situación de las mujeres en el mercado laboral mejoró respecto el trimestre anterior, aunque está todavía muy lejos de alcanzar la paridad.

Según datos del INDEC, en el segundo trimestre del 2022, la tasa de empleo alcanzó el 47,7%, 1,7 p.p. más que el trimestre anterior, ubicándose como la tasa más alta de la que se tenga registro estadístico.

Algunos puntos principales del estudio:

  • La brecha en la tasa de empleo fue de 18,2 p.p., 0,4 p.p menos que el trimestre anterior.
  • La tasa de desocupación de las mujeres fue de 7,8%, 0,5 p.p. por debajo del trimestre anterior, ubicándose también entre los valores más bajos desde los comienzos de la serie.
  • La tasa de actividad de las mujeres fue de 51,7%, un nuevo récord desde el 4to trimestre del 2021.
  • El porcentaje de trabajo informal de mujeres asalariadas fue 39,3%, mientras que para los varones fue del 36,6%. En junio de 2022, sólo 1 de cada 10 mujeres en edad jubilatoria (entre 55 y 59 años) contaban con más de 20 años de aportes.
  • Las mujeres realizan el 70,2% de todas las tareas de cuidados no remuneradas, mientras que los varones aportan solo el 29,8%. Así, las mujeres dedican, en promedio, 6:31 horas al Trabajo No Remunerado (TNR), mientras que los varones sólo le dedican 3:40 horas.
  • La brecha de ingreso total individual fue de 25,3%., 3 p.p. por debajo del trimestre anterior. En el decil de menores ingresos, 3 de cada 5 personas eran mujeres, mientras que en el de mayores ingresos, 3 de cada 5 eran varones.
  • 4 de cada 10 mujeres se emplearon en actividades relacionadas con los cuidados (trabajo doméstico, enseñanza, servicios sociales y de salud). Las ramas más feminizadas fueron: el Trabajo en Casas Particulares (97,5% de mujeres), los Servicios Sociales y de Salud (72,3% de mujeres) y la Enseñanza (71,5% de mujeres). En estas actividades, la brecha salarial fue de 25,8%, 31,6% y 9,0% respectivamente.