El fiscal de instrucción Marcelo Domínguez concluyó que al empresario Fernando Pérez Algaba, encontrado descuartizado el 23 de julio en Budge, lo mataron sus amigos Maximiliano Pilepich y Nahuel Vargas. 

¿El motivo? Es la deuda que Pilepich -según la fiscalía- tenía para con Pérez Algaba de US$50 mil y que fue para librarse de tener ese compromiso. 

Según la fiscalía, al analizar la prueba y pedir la prisión preventiva para los siete implicados, parte de la prueba son los audios que mandó Pérez Algaba antes de encontrarse con Pilepich y Vargas, para que le den un primer pago de 20 mil dólares, donde dijo temer por su vida y que lo mataran. 

De acuerdo a esa prueba, que el fiscal presentó ante el juez de garantías de Lomas de Zamora Sebastián Monelos, el 18 de julio Pérez Algaba se encontró con Pilepich y Vargas en el predio “Renacer” que estaba planificando el primero de ellos la construcción de un barrio privado, el cual está ubicado en General Rodríguez.

Luego de ese encuentro, se analizó el impacto de la señal del celular de la víctima en 10 puntos, muchos en la zona de Moreno, y coincidía en seis de ellos con otro número de teléfono el cual se determinó que correspondía a un equipo que había comprado en licitación el Ministerio de Seguridad porteño.

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Ahí es donde ingresa la figura del policía Horacio Mariano Córdoba, el cual se presume facilitó ese equipo a Pilepich para que lo utilice en la logística del crimen que -según la fiscalía- habían planificado desde antes. Incluso, esa coincidencia también se da en la zona donde fue encontrado el cuerpo, ya descuartizado, de Pérez Algaba, en Budge, a metros del Arroyo del Rey.

Además, la fiscalía da por hecho que el teléfono en cuestión lo utilizó Pilepich porque hubo comunicaciones a su entorno, entre ellos la novia del ahora principal acusado. 

“Tal como se indicó al inicio de este pasaje, que indica lo atinente a los medios de prueba, no fueron uno o dos indicios aislados los que se emplearon para forjar la convicción sobre quién se encontraba al empleo del teléfono principal analizado, quién ostentaba otro que no estaba a su nombre, quién poseía el teléfono prepago y la única solución posible con apego a la lógica que emerge del análisis de todos los indicios de manera conjunta es aquella solución que se fue indicando anteriormente al efectuar el análisis de teléfono por teléfono y de vehículo por vehículo que estaba contenido en los pertinentes informes y que me llevan a sostener la materialidad ilícita e imputaciones personales efectuadas”, sostuvo el fiscal en el pedido.

Según la autopsia, Pérez Algaba recibió dos disparos por detrás, y una vez muerto se lo descuartizó, arrojando distintas partes de su cuerpo al arroyo en Budge. 

Luego de las detenciones producidas por la fiscalía, los acusados comenzaron a tirarse acusaciones cruzadas. 

El acusado Luis Contreras declaró que Vargas, Pilepich, Matías Gil y Fernando Carrizo llegaron de madrugada a su casa en distintos vehículos, y en uno de ellos, en la cajuela, estaba el cuerpo de Pérez Algaba seccionado. Pero la fiscalía no creyó en su versión.

Incluso, Vargas semanas atrás había señalado que fue Pilepich quien lo mató porque -según dijo - la víctima lo extorsionaba para que le pagara la deuda en dólares. 

Pero al mismo tiempo que la fiscalía avanzaba con los pedidos de preventiva, hoy fue trasladado Pilepich a los Tribunales de Lomas de Zamora, y dijo que fue Vargas quien en realidad mató a “Lechuga” Pérez Algaba. Aparentemente por celos porque la víctima estaba vinculado a una ex pareja de él.

Lo cierto, es que el pedido de la fiscalía de preventiva fue para los siete, y justificó que existe peligro de fuga si se los deja en libertad. Fue en concreto, para Nahuel Sebastian Vargas, Maximiliano Ezequiel Pilepich, Matias Ezequiel Gil, Flavia Lorena Bomrad, Horacio Mariano Cordoba, Luis Alberto Contreras, Fernando Gaston Martin Carrizo.

La calificación en caso de haber condena, es perpetua, pues refirió que existió un homicidio cuadruplemente calificado, por ser premeditado, por haber intervenido dos o más personas, con alevosía (esto es asegurarse le resultado muerte), por haber sido cometido por codicia y el uso de arma de fuego.