Oscar González Oro, sobre la Sputnik V: "Si estuviese en Buenos Aires, me la daría"
Radicado en Uruguay, "El Negro" también habló con NA sobre su vida en el país vecino y de "La vida misma", su programa en Radio Rivadavia.
Teniendo en cuenta la situación social argentina y los daños colaterales que causó la pandemia a nivel económico, Oscar González Oro decidió cambiar la fórmula de su programa y de la mano de la nueva programación de Radio Rivadavia presentó "La vida misma", un ciclo con el que busca llevarle tranquilidad y un momento de distensión a su público, de lunes a viernes de 19 a 21.
"Es un programa mucho más relajado, que si sucede algo importante durante las dos horas del programa obviamente que lo vamos a levantar, pero preferimos pasar buenos temas, hacer una entrevista que dura cerca de 50 minutos con personajes muy importantes y darle un poco de tranquilidad a la gente y también a nosotros, para no estar todo el día hablando de la pandemia, la inflación o la inseguridad", dijo en díalogo con Noticias Argentinas, luego de la primera semana al aire, en la que entrevistó a Ramón Gener, Olga Oro, Hernán Casciari, Juan José Sebreli y Tomás Abraham.
-¿El público necesitaba un programa más distendido?
-Creo que sí, porque en las redes sociales recibe doscientos mensajes por día de Buenos Aires, Uruguay, Berlín, agradeciendo que pongamos un freno a la realidad y salgamos un poco del dólar, política y pandemia. Hay otros temas para charlar que no sea eso.
-Hace seis meses que hacés el programa desde Uruguay, ¿Cómo lo vivís?
-Lo vivo con naturalidad porque antes de venir a Uruguay hacía el programa desde mi casa de San Isidro. Hace un año que no piso la radio para preservar mi salud y me da lo mismo hacerlo desde acá que desde Buenos Aires.
-¿Estás más tranquilo desde que te instalaste allá?
-Sí, acá estoy muy tranquilo. En Uruguay está todo muy controlado. Hubo un pequeño brote en Montevideo que no es grave; en Punta del Este, que depende del departamente de Maldonado, hay muy pocos casos y yo no me relaciono con mucha gente. Estoy en casa, hago cosas que tiene que ver con mi casa, leo mucho, escucho mucha música, estoy escribiendo, se me pasa el día volando. Estoy mucho mejor.
-¿No hacés vida social?
-Prácticamente no salgo a comer, quizás me reúno con algunas amigas, pero estoy mucho en mi casa. Me encanta estar en mi casa.
-¿Pensás en volver a Buenos Aires?
Mientras que yo no pueda ir y venir de cuando se me dé la gana, me voy a quedar acá; mientras que la Argentina no solucione todos los problemas que tiene, obviamente que me voy a quedar acá. El día que se levanten las cuarentenas en la Argentina y pueda ir un viernes y volver un lunes o ir una semana, lo voy a hacer. Por ahora, no.
-En una entrevista dijiste que habías recuperado la libertad, ¿sentís que en la Argentina te privaron de ese derecho?
-Sí, porque cuando llegué a Uruguay hice todo lo que tenía que hacer: siete días de cuarentena y un hisopado posterior. Como el resultado dio negativo, yo pude salir, subirme al auto, ir a Punta, a José Ignacio, al supermercado o a la farmacia. Pude salir a caminar sin que me multen o cosas por el estilo. Acá se usa el barbijo y se toman medidas de seguridad y en los restaurantes hay cuatro metros entre mesa y mesa, no están todos amuchados como he visto en muchas imágenes de Buenos Aires. Aquí se cumple con la ley.
-¿Qué actitud tomaste frente a la pandemia? ¿Tenés miedo?
-No tengo ni tuve miedo, pero sé que depende de cada organismo. Al Baby (Etchecopar) le agarró y no le pasó nada; Eduardo Feinmann, que es mi amigo, tuvo un mes muy complicado; a Nelson (Castro) le agarró y está perfectamente bien… No tengo miedo, pero soy un paciente de riesgo por la edad y porque estoy operado del corazón. Me puedo morir por el virus, pero ni siquiera eso me da miedo.
-¿Te vas a vacunar?
-Sí, en Uruguay han comprado la vacuna de Pfizer y la de AstraZeneca y el día que me permitan voy, me doy la vacuna y la pago como corresponde. Si sirve la vacuna, me la voy a dar. Obvio.
-Hace poco dijiste que no te darías la Sputnik V “ni con un arma en la cabeza”, ¿por qué?
-Hasta hace pocos días Rusia no había presentado el tercer informe para confirmar que la vacuna no tenía contraindicaciones y que servía para los mayores de 60 años. No se sabía nada y por eso dije que no me la daría. Ahora que institutos serios dicen que sirve, si estuviese en Buenos Aires me la daría, pero como no estoy voy a optar por las que tienen un reconocimiento mucho más importante.
-Volviendo a la radio, ¿Cómo ves las nuevas incorporaciones de Rivadavia?
-Las incorporaciones de Luis Majul y de Jonatan Viale son muy importantes. Creo que Joni aporta una voz joven a la programación, un punto de vista de un tipo muy joven sobre la realidad y todo suma. A mí me encanta la programación de Radio Rivadavia, yo soy oyente así no trabajara. Me gusta Nelson, me gusta Eduardo, me divierte el Baby y ni hablar de “Lani” Hanglin. Me gusta mucho la programación nueva.
-¿Qué expectativas tenés para este año, teniendo en cuenta que es un año electoral?
-No creo que cambie mucho en relación al 2020. Los problemas que teníamos hasta hace días, los seguimos teniendo. No creo que una elección legislativa cambie el destino de la nación, sobre todo viendo la corrupción que hay en las instituciones, en el Congreso Nacional, en la Cámara de Diputados… Eso no creo que cambie por el voto de la gente. Es probable que pierda el oficialismo, pero no significa que cambie su manera de actuar o de pensar. Y si pierden mayoría, todo se puede negociar. La política es un negocio.
-En 2020 sufriste la muerte de amigos muy cercanos, como Sofía Meiman y Jorge Brito y a finales de diciembre sufriste un shock emocional, ¿Cómo estás a nivel personal?
-El dolor sigue. Extraño a Sofía, a Jorge Horacio Brito, que era muy amigo mío, mi confidente, mi asesor, mi amigo. Todos los días lo extraño. También pienso mucho en Bartolomé (Mitre), que también era mi amigo… son dolores que van a seguir toda la vida, aprendí a convivir con la pérdida de amigos. No me hace bien al espíritu, uno va a dejando siempre en el camino y eso no es bueno, para nada. El trabajo me ayuda a sentirme mejor, porque no tengo tanto tiempo para pensar en los que no están, pero cuando elijo la música, pienso en lo que les gustaba a mis amigos que no están y hago mi programa para la gente y para ellos. Mientras los siga nombrando y recordando como los recuerdo todos los días, no van a morir.