Asistimos una vez más, al cambio en la agenda educativa argentina consecuencia de las nuevas medidas que los gobiernos nacional, provinciales y de CABA definieron para este aislamiento preventivo y obligatorio.

Ciertamente la actual situación sanitaria en Argentina por el Covid-19, vuelve a poner en jaque al sistema educativo de todos los niveles: inicial, primario, secundario, terciario y universitario.

Varias son las lecciones aprendidas en pandemia, respecto de la prestación educativa y de las necesarias adecuaciones que los ministerios han podido realizar para llevar un sistema de enseñanza 100% presencial a la digitalidad absoluta y en los casos más recientes, la educación bimodal que combina la instancia de presencialidad, y virtualidad.

Si algo estamos logrando, en este contexto, es que se activó como se ha podido y con los recursos disponibles una presencia docente que ha podido con desaciertos a veces, sostener la vinculación educativa entre escuela y estudiantes.

Una educación formal que se tuvo que poner al servicio de protocolos sanitarios que marcan agendas específicas a cada contexto socio cultural.

De acuerdo con un informe reciente del banco mundial, hay tres respuestas en materia de política educativa que se requieren aplicar, para sostener el vínculo educativo de niños y jóvenes con la escuela, en esta pandemia que va moviendo los hilos de las definiciones institucionales conforme la marcha definida por la política.

- Enfrentar la situación;  gestionar la continuidad; mejorar y acelerar las actividades.

En este nuevo contexto que se nos impone de aislamiento, el sistema educativo tendría que tomar varias de las lecciones aprendidas, de modo de no reiterar los errores acumulados.

Los ministros tienen que terminar discusiones de alcance político partidario y sentarse a pensar en serio, protocolos de intervención pedagógica para ver cómo se logra que todos sigan aprendiendo más allá de los cambios que se van operando en tiempos marcados por los decretos de aislamiento.

Se tendría que promover una recuperación de aprendizajes que en varias localidades han sido muy bajos, no logrados, fruto en parte de la inequidad en el acceso a recursos tecnológicos, y en parte a la discontinuidad vincular con los docentes y la escuela.

Y como siempre, los niños y jóvenes más castigados son los más pobres.

Creo que tenemos una oportunidad, causada por esta profunda crisis de sentido educativo, para pensar colaborativa y creativamente en nuevas estrategias de enseñanza mediadas por recursos tecnológicos, para introducir mejoras que permitan por ejemplo, repensar las condiciones bajo las cuales no se ha
aprendido, no se ha enseñado y no se ha evaluado bien.

Las escuelas tienen que asumir el desafío de pensar en políticas de recuperación y ver de qué modo se pueden pensar mejoras a largo plazo en las decisiones pedagógicas, didácticas, de evaluación y de vinculación efectiva con las familias y adultos responsables de los niños y jóvenes.

La escuela como institución social, creada para transmitir críticamente la cultura de la sociedad con sentido formativo, tiene que repensar su organización interna y apostar a un trabajo directivo y docente colaborativo que se anime a enseñar proyectos integrados y no materias aisladas que son una sinfonía desentonada de contenidos conceptuales desvinculados de la realidad.

Apelemos a la capacidad y autonomía de gestión escolar para que nos animemos a cambiar en serio, y cambiar en serio es mejorar, reformar, e innovar en formatos y estrategias, usando otros recursos que hagan que los niños y jóvenes continúen aprendiendo.

La educación digital permite no perder continuidad educativa.

Esta nueva medida de suspensión de clases virtuales tomada por el Gobierno no se entiende en absoluto y menoscaba un derecho constitucional que es el de enseñar y aprender.

Discontinuar la educación, sobre todo en niños y jóvenes, profundizará la falta de conocimientos y formación integral.

La televisión pública tiene que activar mecanismos pedagógicos seleccionando las mejores clases para que quienes no pueden conectarse a internet, y tengan posibilidad de seguir aprendiendo.

Los currículums más actuales del mundo buscan formar en capacidades para resolver problemas, interactuar con otros, trabajar colaborativamente.

El norte de la educación hoy es formar éticamente, enseñar a vivir juntos, promover una formación integral, creer en el poder de la formación basada en proyectos, establecer más conexiones entre escuelas a modo de redes articuladas por universidades que permitan lograr los cambios que la política no puede hacer sin estas articulaciones.

Esta nueva educación requiere agudizar el desarrollo de destrezas cognitivas, personales e interpersonales.

Terminemos con las mezquindades y pensemos en un proyecto educativo nacional, que nos ayude a sostener educación de calidad para todos.

(*) - Gabriela Azar es directora del Departamento de Educación de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Católica Argentina (UCA).