En la retina de los turistas argentinos que visitaron Mar del Plata durante la década el 90´ existe la imagen imborrable de un barco oxidado, encallado y abandonado que se podía vislumbrar en la rotonda de Avenida Constitución y la Avenida Félix Camet. 

Esta embarcación, conocida como el “barco fantasma” de Mar del Plata, se convirtió en un ícono ineludible de la ciudad hasta que poco a poco, y después de que se la trague la marea, desapareció bajo las olas.

Estamos hablando del buque Marcelina de Ciriza, que estaba amarrado en el Puerto de Mar del Plata y el 20 de junio de 1991 cortó sus calabrotes a causa de las intensas lluvias y el fuerte viento que generó la cola de un huracán que azotó Mar del Plata y que dejó medio centenar de heridos y decenas de casas sin techo. 

Sin motor ni timón, y gracias a esta libre de lastre, este barco imponente de 90 metros de eslora inició un viaje de 15 kilómetros en plena tempestad, sorteando milagrosamente las escolleras Sur y Norte. Enfrentó olas de 10 metros de altura, superó la desafiante zona de Cabo Corrientes y finalmente encalló frente a la rotonda de Constitución. 

Cientos de turistas se agolpaban frente a la costa de Mar del Plata para observar al "barco fantasma" encallado.

Las teorías conspirativas no tardaron en aparecer: algunos lugareños incluso llegaron a asegurar que las amarras fueron cortadas intencionalmente. 

Cuenta la leyenda que este buque habría tenido un solo “tripulante”: el perro del sereno, llamado “Tuque”, que no llegó a bajarse antes de que cortara amarras. Las crónicas de la época rememoran que el “Can” fue rescatado una vez que encalló el barco en la costa y fue restituido a su dueño. 

Circularon muchas historias sobre el destino que podría haber tenido el buque. Se habló de convertirlo en un boliche, una confitería e incluso un casino flotante. Incluso hubo consultas a la prefectura sobre la posibilidad de aplicar la normativa marítima que permite quedarse con una embarcación a la deriva si se la remolca. Sin embargo, reflotarlo resultaba económicamente inviable. 

Así, el barco quedó varado, deteriorándose lentamente hasta desaparecer casi por completo. Se dice que en días de marea baja, aún pueden verse algunos restos.

Construido en España e incendiado en Argentina, los detalles del “barco fantasma” marplatense

El Marcelina de Ciriza encalló en la costa marplatense luego de un fuerte temporal.

Construido en los astilleros de Bilbao, España, a fines de la década de 1950, el Marcelina de Ciriza fue un pesquero que navegó por mares europeos antes de llegar a Argentina en 1977. Comprado por la empresa Sasetru, brindó servicio hasta 1980, cuando un incendio lo dejó inutilizable.

La empresa, en bancarrota, abandonó la nave en el puerto. Durante los 11 años que permaneció allí, marineros se llevaron todo lo de valor, incluyendo instrumentos y partes del casco.

Una leyenda local cuenta que la embarcación tenía un único “tripulante” aquel día: Tuque, el perro del sereno. Se dice que el can quedó atrapado a bordo, pero fue rescatado cuando el buque encalló, para alegría de su dueño.

Durante casi una década, la silueta del “barco fantasma” fue parte del paisaje marplatense, atrayendo a miles de turistas que lo fotografiaron y convirtieron en una leyenda urbana. La cobertura de los medios nacionales desató un torbellino de especulaciones sobre su destino. Hoy, los restos del Marcelina de Ciriza yacen bajo las aguas del Mar Argentino, frente a la rotonda de Constitución, como un testimonio silencioso de aquella inolvidable tormenta de 1991.