Uno de los mitos urbanos que circuló en las redacciones de todas las épocas se sintetizaba con la frase "agenciero/a vale doble".

Ese fue siempre el valor que se les dio a las agencias noticiosas como escuelas de periodismo. "Quien no haya pasado por la redacción de una agencia tendrá (obviamente) otros valores, en esto que conocemos por periodismo, y el deseo oculto de haberlo vivido", me confesaron.

Valores tales como inmediatez, veracidad, poder de síntesis, olfato para destacar lo importante en la noticia al toque, no adjetivar, son algunas de las banderas que siempre se enarbolaron (enarbolamos) a la hora de decir quiénes somos.

Arrancar un despacho con un textual es un desafío que hay que sostener; hacerlo todos los días un abuso de confianza.

Aprendizajes adquiridos, que sirven y sirvieron, cualquiera sea el "rubro" en que se los aplique: Política, Economía, Deportes, Policiales, etcétera.

Un decálogo no escrito aún, no debería dejar de incluir los siguientes puntos: 1) "Los agencieros somos vanidosos por definición. 2) Los agencieros hacemos gala de nuestro anonimato. La paradoja es que algunos llegaron a ser famosos. 3) Lo más importante es el servicio y los Editores, por ende los lectores, los oyentes y televidentes. 4)Los agencieros no adjetivamos. Creemos que ese es nuestro aporte a la llamada objetividad periodística".

Estas y otras definiciones, si se quiere escolares, abarcan un universo en el cual están comprendidas todas las agencias habidas y no ya por haber. Un volumen de "Un Cierre a cada minuto", que fuera el manual de estilo de la United Press International (UPI), circuló por años por las redacciones, criticado por su famoso esquema de la "Pirámide invertida" (quién puede juzgar lo importante).

NA, la tan querida Noticias Argentinas, cumple hoy 50 años de vida, 50 milagrosos años desde su fundación en tiempos difíciles de nuestra historia, de los cuales compartí sólo 35 años.

Sólo dos meses separan mi ingreso con el comienzo de la Guerra de Malvinas en 1982, un hito que trastocó completamente el ámbito de aquella redacción recién inaugurada, en el primer piso de Chacabuco 314, Edificio de la Prensa Argentina.

El ruido ensordecedor de las máquinas de escribir y las teletipos; redactores estrellas que pugnaban por sus mejores cables, las primeras fotografías color, retransmitidas con nuevas tecnologías trastocaban los 50 y hasta 75 baudios de la planta transmisora de General Pacheco.

Las coberturas de Osvaldo Mario Gazzola, quien llegó a cruzar a las islas, y Federico Vergara, en Cuba, durante el viaje del por entonces canciller, Nicanor Costa Méndez, son piezas brillantes del periodismo de agencia. ¿Dónde están esos cables? No se sabe. Sólo hay registro de ellos en los medios que los publicaron. Párrafos cortos, de no más de tres líneas recreaban la contundencia de las fotografías.

La clausura de NA por parte de los militares durante el conflicto del Atlántico Sur fue para nosotros como un galardón: habíamos sido fieles a la verdad. Durante ese período en el que no transmitimos, los cables impresos los distribuían en sobres, por nuestros mensajeros, algunos de ellos en bicicleta.

Ambos, Gazzola y Vergara, junto a Raúl García, por entonces director de NA, fueron mis queridos maestros; Vergara, cuyo nombre lleva la redacción de la agencia, fue secretario de Redacción y "maestro" de varias generaciones que lo admiramos, y un mito que crece.

Como Horacio Tato, el creador de NA y DyN, amaban la agencia, al punto de sentirla propia. Aquel, a quien casi no conocí, se lo recuerda como "el Fundador".

NA acunó pluralidad de voces. Durante la dictadura militar, se jugó al límite y varías carpetas de los archivos perdidos daban cuenta de las violaciones a los Derechos Humanos cometidos por el régimen: hallazgo de cadáveres fusilados, procedimientos ilegales y frustrados atentados, quedaron como testimonio en los diarios de la época.

La mayor parte de aquellas coberturas, a veces breves y desapasionadas, fueron publicadas por el Buenos Aires Herald, abonado de la agencia y reconocido por su respaldo a los organismos de Derechos Humanos.

Elegí este segmento de mi historia profesional y mi paso por NA, para dejar que la historia, como el alfarero de Galeano, la escriban las nuevas generaciones.

Cualquiera sea el formato y los soportes tecnológicos, Noticias Argentinas (NA) está y estará siempre presente, como un espacio en el cual (y, debo remarcarlo, no siempre) se rindió culto al periodismo y a la camaradería.

Para escribir estas líneas dispersas de la historia de NA, entro a la editora de la agencia. Pienso que no conozco otra forma. Es mi permitido, con formato incluido. "¿Para quién escribo estas líneas?", me pregunto. Sé que alguien me señalará la inclusión de al menos tres adjetivos.

En un programa radial, Carlos Polimeni o, en sus retiros Raúl García, Carlitos Rodríguez y Nanci Sosa, entre otros, sabrán y admitirán que nunca, en esta cruzada, pudimos develar uno de los misterios de la humanidad: "¿Dónde mueren los pajaritos?".