Tener hermanos no asegura que un niño sea más sociable, empático e inteligente, de acuerdo a distintos expertos y estudios presentados en esta nota. Para empezar, según Alice Goisis, profesora asociada de demografía y subdirectora de investigación del Centro de Estudios Longitudinales de University College London, “ser hijo único ha sido objeto de estereotipos y malentendidos a lo largo de la historia”.

“Los antecedentes familiares son más importantes que ser hijo único cuando se trata del desarrollo de los niños”, escribe la autora, y luego advierte: “Los hijos únicos no difieren en carácter y sociabilidad de aquellos que tienen hermanos”.

Para refutar una de las teorías más cuestionadas del siglo XIX, en la que la mirada del psicólogo Stanley G. Hall instaló la idea de que ser hijo único es una “enfermedad en sí misma” (a pesar de haber recibido múltiples críticas por sus contemporáneos en relación a los métodos de investigación académica utilizados), los resultados de los últimos estidios desmiente al estereotipo persistente.

“Las investigaciones han descubierto que los hijos únicos no son diferentes de sus compañeros que tienen hermanos en lo que respecta al carácter y la sociabilidad. Mi propia investigación con colegas encontró que, al observar el desempeño de los niños en las pruebas cognitivas, los hijos únicos tienden a ser similares a los niños que crecen con un hermano”, detalla Goisis.

Para llegar a esta conclusión, la profesora se basó en datos de estudios de cohortes británicos que relevaron a más de 58 mil niños nacidos en diferentes décadas, entre 1946 a 2001. Todos estos datos reunidos ofrecieron una visión detallada respecto la estructura familiar, niveles socioeconómicos de cada familia, la educación a la que accedieron sus padres, entre otros aspectos evaluados.

En este sentido, resalta: “Tener o no hermanos no tiene un gran impacto, o al menos tiene un impacto menor en comparación con otras características familiares. Es hora de alejarse de la perspectiva de que los niños únicos son un grupo único que comparte rasgos particulares. Este cambio en nuestro enfoque sobre cómo vemos y estudiamos a los niños únicos no sólo aumentará nuestra comprensión, sino que también ayudará a desacreditar los estereotipos que aún persisten en la sociedad en general”.

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La mirada desde la psicología infantil

En diálogo con NA,Florencia Alfie, psicóloga especializada en infancias y adolescencias, asegura que “tener hermanos no convierte automáticamente a tu hijo en alguien sociable, solidario, empático, paciente y extrovertido, como tampoco ser hijo único no lo determina como algjuien tirano. Tener hermanos tampoco es puro beneficio. La ecuacion no es tan fácil: El tipo de familia en la que se crece, ejerce influencia en la personalidad”.

A pesar de los mitos negativos que giran entorno al “hijo único”, Alfie observa que “cada vez son más las parejas que en la actualidad deciden tener un solo hijo, ya sea por motivos económicos, tiempo disponible para la crianza o por proyecto de vida”.

Algunos beneficios observados:

“Es posible que los ‘hijos únicos’ reciban más atención por parte de sus padres, lo que puede llevar a un mayor grado de satisfacción de sus deseos: No tienen que competir por cariño y esto les puede aportar mayor seguridad”, cuenta la experta.

También considera que ser los protagonistas o “los reyes de la casa” no tiene por qué ser algo malo: Puede que los haga sentirse muy queridos, elevando el nivel de autoestima y la confianza en sí mismos.

“Al no tener hermanos con quienes compartir, se adaptan a la soledad y se vuelven más independientes. Desarrollan la creatividad, ya que en sus tiempos libres se vuelcan a la lectura, el dibujo, la pintura, rompecabezas y videojuegos. Al mismo tiempo, suelen tener un desarrollo intelectual más veloz, ya que se relacionan todo el tiempo con adultos y esto favorece su desarrollo lingüístico y pensamiento”.

 “Al no convivir con otros niños, pueden ser más ordenados y responsables: sus padres serán sus modelos a seguir”, agrega.

Algunas dificultades identificadas:

La experta considera que los hijos únicos “pueden tener mas dificultad para adaptarse al trabajo en equipo, ya que están acostumbrados a hacer las cosas a su manera, pero luego se adaptan al grupo”.

Otro punto clave: “Los hijos únicos pueden enfrentan presiones y expectativas más altas por parte de sus padres, quienes depositan en ellos todas sus esperanzas y sueños, así como a la preocupación de que tenga éxito en las diferentes áreas de su vida. Estas presiones y expectativas pueden generar estrés, ansiedad, algunos pueden sentirse abrumados y tratar de cumplir todas las exigencias, mientras otros pueden rebelarse y salir a buscar independencia”.

Por último, hace una recomendación: “Es muy importante que las familias sean conscientes de las presiones que depositan en un solo hijo, y para equilibrar esta dificultad en la crianza, fomenten un ambiente de apoyo y comunicación que tome en consideración las necesidades individuales de ese niño”.

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Principales puntos del estudio británico

El estudio ya citado –basado en datos de estudios de cohortes británicos de CLS-, se basó en encuestas representativas a nivel nacional que siguen la vida de grupos de:

5.362 niños nacidos en 1946

17.416 nacidos en una sola semana en 1958

16.571 nacidos en una sola semana en 1970 y

19.244 nacidos alrededor del año 2001 en Gran Bretaña.

Los datos recopilan amplia información sobre los miembros del grupo y sus familias, incluido el nivel de educación de los padres, la clase social y la estructura familiar.

Algunos resultados que destacan:

  • Los niños únicos mostraron puntuaciones cognitivas similares a las de los niños de dos familias infantiles
  • Los niños que no tienen hermanos mostraron puntuaciones cognitivas similares a las de los niños de familias con dos hijos, y puntuaciones más altas que las de los niños que crecieron con dos o más hermanos. No obstante, la “ventaja” del hijo único parecía ser más débil en el grupo de 2001 en comparación con los grupos de mayor edad.
  • En conjunto, los resultados sugieren que tener o no hermanos no tiene un gran impacto, o al menos tiene un impacto menor en comparación con otras características familiares.