Por Lucio Di Matteo

Para los galeristas, arteBA es una especie de mal necesario. No se sienten tratados con respeto ni bien considerados, pero tienen que estar porque se trata de un evento único. A partir de ello, se dan las condiciones unilaterales que impone todo monopolio. Este enojo, que lleva años, eclosionó en los últimos meses con una seguidilla de renuncias, de directivos que no pudieron -o no quisieron- explicar cómo, tras la suspensión debida a la pandemia, los galeristas que pusieron dólares recibieron pesos.

La frutilla del postre fue Juan Carlos Lynch, un presidente nombrado por la Fundación arteBA, lejana a los intereses de los galeristas. Lynch resultó una caja de pandora que incluía una serie de posteos en redes sociales cargados de racismo, misoginia y gordofobia, entre otros prejuicios. Un colectivo feminista alertó sobre el tema, la cuestión escaló en medios y redes sociales, y la lógica hizo el resto.

Pero la renuncia de Lynch no alcanza para tapar los problemas estructurales de arteBA. La más grave de ellas: no cumplir con su finalidad fundamental de facilitarles el trabajo a los galeristas. En menos de un mes, arteBA tuvo tres presidentes: Amalia Amoedo, nieta de la recordada Amalia Lacroze de Fortabat; el economista Ariel Sigal, que duró poco; y el exiguo y polémico Lynch.

Sin embargo, cuando se consulta con galeristas, el acuerdo es que los desplazamientos de presidente no solucionan nada. Sobre todo, cuando la gerente general sigue siendo Julia Converti, que es vista como un establishment de Arte BA que defiende sus intereses antes que el de los coleccionistas. Daniel Maman, uno de los marchand más reconocidos del país, lo manifiesta claramente: “No sólo pedimos la renuncia de Julia Converti, sino también que el comité de arteBA esté compuesto por gente idónea y capaz. Queremos las mismas posibilidades para todos los galeristas; además que cambie el comité de selección de la feria, ya que no elige por calidad de galería o presentación, sino por conveniencia y amiguismo del establishment de arteBA. Las personas que hoy lo integran dejan mucho que desear”.

Por otra parte, Maman pidió que “Ama (Amalia) Amoedo, una persona muy querida y que hace muchas cosas por el arte, vuelva a la presidencia de arteBA. Ella es una esperanza para que la feria vuelva a sus orígenes, de cuando Jacobo Fiterman la creó. Por su pasión, transparencia y generosidad, debería volver a la presidencia”. Como signo de los tiempos que se viven, Fiterman, a sus 90 años, renunció a la institución la semana pasada, como también lo hizo este miércoles Juan Cambiaso, que llevaba muchos años dentro del consejo consultivo.

El que puso dólares, recibió pesos devaluados

Las renuncias en cadena de los últimos meses se deben, según diversos galeristas, a sus quejas por haber puesto dólares (físicos, en billete) a fines del año pasado, y haber recibido pesos tras la suspensión debida a la pandemia. Además, en un contexto de devaluación donde el dólar extraoficial pasó de una cotización de $ 55 a $ 115, entre el momento de pago y devolución.

Esta historia arrancó en diciembre del año pasado, cuando unos 70 galeristas pagaron -en dólar billete, físico- alrededor de u$s 25.000 por stand. Algunos más, otros menos, dependiendo de los metros cuadrados. De esta forma, Arte BA recaudó alrededor de u$s 2 millones. Cuando la pandemia y la cuarentena se tornaron más largas de lo previsto, comenzaron los reclamos por la devolución del dinero. Y la respuesta del comité de arteBA fue hacerlo en pesos, al tipo de cambio de cuando se recibieron los dólares. Es decir, el galerista que puso un dólar en diciembre pasado, recibió 55 pesos en abril de este año.

Esta actitud, que los galeristas consideran una especie de estafa (aunque probablemente no lo sea desde lo legal), reavivó la polémica sobre la conveniencia de hacer arteBA en el predio de La Rural, a valores más altos que en otros lugares donde la feria sería igualmente efectiva. Una vez más, las miradas críticas vuelven a posarse sobre Julia Converti, considerada en los hechos como la persona que maneja la “caja” de arteBA.

El 4 de mayo, cuando ya las quejas eran generalizadas, arteBA emitió un comunicado firmado por Amalia Amodeo y Julia Converti, en su carácter de presidente y gerente general respectivamente. “Para nosotros, con una feria a punto de inaugurar y con la mayoría de los costos abonados, la cancelación tiene un impacto económico tan negativo que nos ha colocado en una situación de alto riesgo”, decía el comunicado.

Tras desarrollar otra serie de argumentos sobre el contexto, se apuntó a lo que todos esperaban: “decidimos apuntalar las galerías locales ofreciendo la devolución de la totalidad de lo pagado”, que ha sido “acredita conforme a vuestras instrucciones y nos permite darle un cierre al tema”. Ese texto fue considerado casi una burla por los galeristas, ya que presentaba como aceptable la devolución en pesos de lo que se había cobrado en dólares.

Un modelo que no cierra

Las críticas sobre el modelo de arteBA, y su escasa conveniencia para los galeristas, vienen desde diferentes sectores. Inés Etchebarne, que trabaja ad honorem recaudando fondos a beneficio del Museo de Arte Moderno, expresó que “los galeristas hacen inversiones importantes para estar en arteBA, hay muchos costos detrás de cada galería y es muy frustrante no poder recuperar el dinero que invirtieron”.

En tanto que Cynthia Cohen, una reconocida artista que viene trabajando en la feria desde 2001, señaló: “arteBA tiene que definir un rumbo, y a partir de ahí elegir a alguien que pueda llevar todo eso a la realidad, concretando los objetivos de la feria. Este es un momento para renovarse”. Agregó: “La feria debería ser más abarcativa. No somos Suiza. Para mí el público es vital, hay mucha gente que antes iba a ver las ferias y no compraba, pero esto ampliaba el universo del arte. Cuando empezó arteBA, cada barrio tenía una galería de arte. Este público desapareció de los barrios y se perdió, pero arteBA lo tenía. Era mucho más abarcativa, pero se fue cerrado y haciéndose de nicho”.

De modo más larvado, tras su renuncia, Amalia Amoedo explicó mediante un comunicado que se iba por no poder renovar la propuesta de arteBA. “Mi desvinculación estuvo planeada desde el mes de julio. Hubo resistencia a los cambios que creía necesario realizar”, apuntó la nieta de la recordada “Amalita” Lacroze de Fortabat.

Sobre el manejo de arteBA, también realizó una crítica la directora del Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (MALBA), Gabriela Ranguel. “Este tipo de adscripción a la cultura de la cancelación constituye una revolución blanda, o un reformismo radical que luego es reapropiado por el poderoso sistema económico que logra reinventarse y prevalecer”, apuntó.