Los adultos mayores llevaron a las urnas tanto demandas de consumidores top como de asistencia
Los de más de 60 años con ahorros ocupan la mitad del consumo global en viajes, salud, finanzas, alimentación. Motorizan la llamada economía plateada o de longevos, junto al 21% de jubilados pobres.
En las colas de las mesas electorales de todo el país se ven más canas y arrugas que rostros lozanos de adolescentes: la proporción es cinco a uno.
Son más de 7 millones de adultos mayores (de más de 60) los empadronados para votar una configuración para el futuro, lo cual muestra el envejecimiento poblacional.
Los de más de 70 años en condiciones de sufragar ocupan el 12% del padrón electoral: un total de 4.022.64 y quintuplican a los adolescentes que se incorporaron en esta contienda electoral.
En el día a día, el segmento etario en edad de retiro o ya jubilado ya constituye en sí un mercado de consumo particular, que los marketineros analizan y proyectan a fin de planificar la oferta de productos y servicios adaptada a sus necesidades.
Es que buena parte de esta gama senior se convirtió en un motor económico en las sociedades, ya que representa nada menos que el 16,07% de la población total del país: a 2020 se contaban 7.429.972.
La contracara es que el 21% de los jubilados en Argentina son pobres, de acuerdo con el índice de la UCA, con la particularidad de que el 22% de la población mayor de 60 años, rica y pobre, se concentra en la Ciudad de Buenos Aires.
Datos sobre el segmento de personas de más de 45 y más de 60 años aportados por las empresas Data8, No Pausa, Opinion Box y Pontes Latina, basados en un estudio de Tsunami Latam y presentados la Universidad de San Andrés, señalan a Argentina como el país con el índice de ciudadanos de más de 60 más ricos de América Latina, de los que 38% afirma recibir lo suficiente para vivir su vejez.
Según datos recientes de la ANSeS, hoy, el 95,1% de las personas mayores en edad de jubilarse están cubiertas por el sistema previsional. Unos 6,5 millones reciben una pensión mínima, por debajo de la línea de pobreza.
Las jubilaciones y pensiones, como parte del sistema de seguridad social, constituyen, junto con el trabajo, el ahorro y las redes de apoyo, principalmente familiares, una de las fuentes formales de seguridad económica de las personas mayores.
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En el resto del continente no es lo mismo: sólo el 40% de los adultos mayores goza de un beneficio previsional de carácter contributivo y el 20% tiene un beneficio de carácter no contributivo, según los economistas Bosch, Melguizo y Pagés.
El resto de los adultos mayores debe continuar trabajando o pasar a depender de la ayuda de su entorno familiar.
Según previsiones de la CEPAL, en América Latina el número de adultos mayores superará por primera vez al de niños en 2040, pasando de una estructura joven en 1950 a una población en claro proceso de envejecimiento.
La situación demográfica en nuestro país irá cambiando hacia 2030, ya que el 34% de la población tendrá más de 50 años y para 2050 ese índice será del 39%, año en que la expectativa de vida llegará a los 82 años.
El aumento de la proporción de población de 60 años y más conduce al envejecimiento poblacional e implica grandes cambios sociales.
En lo económico, el envejecimiento de la población influye en el crecimiento, el ahorro, las inversiones, el consumo, los mercados de trabajo y los sistemas de pensiones y jubilaciones.
A nivel social, es factor determinante de la composición familiar, en las formas de convivencia, en la demanda de viviendas y de servicios de atención de la salud.
Curados en salud
Si bien la salud es el rubro que concentra sus gastos, los “plateados” formaron un activo mercado en lo relacionado con la atención a la dependencia, servicios y productos financieros, empleo y formación, vivienda y transporte, recreación y tiempo libre, entre otros.
Son consumidores que tienen tiempo para volcar al ocio y el entretenimiento, si es que el equilibrio sanitario y neurológico se lo permiten, además obviamente del poder adquisitivo que manejen.
La expectativa de vida aumentó por la constante evolución de la medicina que la prolonga, pero también porque muchos de los adultos asumieron las mayores posibilidades de seguir trabajando, estudiando y consumiendo.
Así, los que gozan de mejores condiciones físicas y tienen más energía, también disponen de herramientas para disfrutar de la vida y para seguir contribuyendo.
Una de cada tres personas mayores declaraba en una encuesta nacional no tener problemas de salud, contra una de cada cuatro que percibía críticas sus condiciones, porque inclusive padecen de alguna enfermedad crónica o grave.
No obstante, el aporte que hacen a la economía no es menor.
En el mundo, esta franja etárea consume 40% de los bienes y servicios que se genera en las economías, promedio en el que se mezcla el mayor poder adquisitivo que caracteriza al mundo desarrollado con el menor que presenta América Latina.
Merrill Lynch afirma que movía 110.000 millones de dólares en 2019, y para 2025 estima que llegaría a los 600.000 millones de dólares.
Un informe de la consultora Milken prevé que el gasto y las actividades económicas vinculados a personas de más de 50 años solo en Estados Unidos equivale a 7,6 billones de dólares (trillions en inglés: millones de millones de dólares), cifra que supera al PBI de cualquier nación que no sean las superpotencias de Occidente y Oriente.
Esa configuraría la foto estadística del primer cuarto de década.