Varias universidades en la región y en el mundo, como Cambridge Columbia, Georgetown y Tecmilenio en México, comenzaron a optar por modelos de educación híbridos, con el fin de recuperar presencialidad y mitigar el efecto enormemente perjudicial en la satisfacción de los estudiantes que significó el reemplazo de las clases presenciales por aprendizaje remoto durante las restricciones por la pandemia.

En los centros de estudio se desarrollaron en todo este tiempo adecuaciones tecnológicas y pedagógicas para la enseñanza virtual, pero no se pudo encarar el problema del aislamiento que sufren los alumnos debido a los vaivenes de la propagación del coronavirus, al verse obligados a vincularse entre sí y con los profesores en el rectángulo de una pantalla chica.

En el otro lado del hemisferio, que por contraestación llevan una ola de Covid-19 de ventaja sobre los australes, crecen las instituciones educativas que "tercerizan" claustros y cursos en espacios más manejables para cumplir protocolos que minimicen riesgos de contagios en comparación con los enormes edificios universitarios, que requerirían de una preparación para asegurar distanciamiento, desproporcionada en función del uso limitado que podrían darle a sus instalaciones.

Esas unidades de estudios que se están abriendo para derivar cursos y reducidos eventos grupales constituyen una especie de minicampus próximos a las sedes universitarias o ubicados en las periferias de las grandes ciudades, pero siempre cercanos al lugar de residencia del alumnado para evitarle realizar largos viajes.

Llegan del exterior alternativas de presencialidad universitaria en pandemia

Si bien no es mucho lo que aportan a la calidad académica,desahogan la angustia del aislamiento físico que aqueja a los jóvenes y les producen algún tipo de trastorno psicológico en el 80% de los casos, según recientes encuestas.

Satélites para derivar módulos

En aquellas latitudes están siendo acondicionados los espacios que se utilizan para el "coworking" como apéndices de los centros de estudios, de modo de que los estudiantes puedan participar y reunirse de forma segura.

Así fue como, por ejemplo, la Universidad de Nueva York recurrió a este tipo de tercerización cuando necesitó establecer un campus satélite para albergar a 3.000 estudiantes en Shanghai, China.

En el caso de la Universidad Tecmilenio, en México, expandió su presencia a lo largo de la ciudad capital ofreciendo a los estudiantes de programas ejecutivos y maestrías, espacios modernos y herramientas para continuar con sus estudios.

De esta manera, los alumnos pudieron elegir el minicampus más cercano de su casa y utilizar esos espacios como punto de encuentro con otros colegas, de manera de recibir mentorías, conectar con el área administrativa, hacer "networking" o simplemente para relajarse y estudiar en un entorno agradable.

En la Argentina ya empezaron a evaluarse esas alternativas de descentralización para poder incorporar alguna forma de presencialidad a la modalidad virtual que ya se impuso. Se siguen las experiencias que vinieron realizando en ese aspecto instituciones educativas en Latinoamérica, como México y Colombia.

"No hay dudas de que los estudiantes en el orden nivel global extrañan la posibilidad de participar presencialmente de sus clases como lo hacían previo a la pandemia. Empezamos a apoyar a instituciones educativas para mejorar su experiencia universitaria con espacios seguros y adecuados, ubicados en diversos puntos de Buenos Aires”, aseguró el director de WeWork Argentina, Tomás Calusio.

Calificó a este modelo de enseñanza universitaria como "una oportunidad para que los centros de estudios locales apuesten por cambios significativos que contribuyan al desempeño académico y le sumen valor al plan de estudios”.