Las mujeres y el espacio público
En el terreno político, en líneas generales, muchas lideresas del mundo sacaron mejores notas que sus colegas hombres. Frente a la crisis demostraron más determinación, capacidad de respuesta y sensibilidad, principalmente hacia otras mujeres vulneradas por la pobreza, la desigualdad, el desempleo y el aumento de las tareas de cuidado.
Siempre hubo mujeres que movieron el mundo. También que imaginaron ciudades y las construyeron. En Buenos Aires nos sobran ejemplos de obras hechas por grandes arquitectas y urbanistas a quienes no siempre se las reconoció públicamente por sus cualidades.
En este "mes de la mujer" me acuerdo de algunas ellas, como Finlandia Pizzul, la primera egresada en Arquitectura, que hizo el anteproyecto para la construcción del Aeroparque Jorge Newbery.
O Itala Villa, proyectista de los panteones subterráneos del Cementerio de Chacarita -íconos de la arquitectura moderna argentina.
También Odilia Suárez, graduada con Medalla de Oro, formada en Gran Bretaña, Estados Unidos y Canadá, y autora de la propuesta de urbanización del Bajo Belgrano. Y María Luisa García Vouillloz, responsable de los natatorios de Parque Chacabuco y Parque Patricios.
Para quienes nos dedicamos a mejorar nuestras ciudades, bucear en sus vidas y nombrarlas es un ejercicio reconfortante. Especialmente este 8 de marzo, que nos encuentra todavía en un contexto de pandemia global gracias al cual pudimos cuestionarnos, entre tantas cosas, la versión androcéntrica de la historia.
En el terreno político, en líneas generales, muchas lideresas del mundo sacaron mejores notas que sus colegas hombres. Frente a la crisis demostraron más determinación, capacidad de respuesta y sensibilidad, principalmente hacia otras mujeres vulneradas por la pobreza, la desigualdad, el desempleo y el aumento de las tareas de cuidado.
Las ciudades también debimos repensar nuestra perspectiva de género. En el caso de Buenos Aires -y de acuerdo a lo que nos pide la "nueva normalidad"- al replantearnos las escalas y readaptar el modelo a las pequeñas centralidades de cada barrio, asumimos el desafío de un urbanismo más humano, con más cercanía, menos barreras y mayor igualdad, inclusión y respeto por la identidad y la singularidad de cada vecino y vecina. La crisis se volvió oportunidad.
Revisar nuestros diseños para mejorar la vida de la gente incluye reconocer que varones y mujeres todavía vivimos lo urbano de manera diferente.
Desde esta certeza aspiramos a achicar la brecha, en un ejercicio que, ojalá, se vuelva universal. Mejorar la escala local para influir en la global. Cambiar tu ciudad para cambiar el mundo.