El caso del hijo del presidente brasileño Jair Bolsonaro, el diputado federal Eduardo Bolsonaro, encendió todas las alarmas porque fue diagnosticado con Covid-19, 48 horas después de regresar a su país proveniente de la ciudad de Nueva York, EEUU, donde participó de la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (ONU).

El legislador brasileño es el tercer integrante de la comitiva presidencial que viajó para esa ocasión y volvió con un resultado positivo de coronavirus al igual que el ministro de Salud, Marcelo Queiroga y otro diplomático de Itamaraty.

Pero, además de la preocupación por la super contagiosa variante delta del virus Sars-CoV-2 que produce la enfermedad de Covid-19, presente en numerosos estados de EEUU, Eduardo Bolsonaro explicó que “Sabemos que las vacunas fueron hechas más rápidas de lo habitual. Recibí la primera dosis de Pfizer y contraje Covid. ¿Ello significa que la vacuna es inútil? No lo creo. Pero es un argumento más en contra del pasaporte sanitario. Pese al diagnóstico, me siento bien y comencé a tratarme inmediatamente”, escribió en sus redes.

Si bien sus críticas estaban dirigidas contra la política del pasaporte sanitario que están implementando en muchas naciones, Bolsonaro ha puesto, en la mesa de discusión, la eficacia en el tiempo de las vacunas anti Covid.

Y los laboratorios no sólo realizan pruebas acerca de la seguridad de sus productos sino que también están trabajando para saber quien lidera la carrera por la efectividad de sus fármacos.

En principio en los Estados Unidos y en Alemania, países de origen donde han avanzado con el desarrollo de la técnica de ARN mensajero, se insistía en que las inyecciones con esta manufactura son igualmente eficaces.

Sin embargo, algunos estudios que han comenzado a publicarse en revistas prestigiosas de consulta de los profesionales médicos, derrumbarían esa presunción de igualdad.

El último estudio de este tipo, fue publicado en The New England Journal of Medicine, el 22 de septiembre, y evaluó la efectividad en el mundo real de las vacunas para prevenir enfermedades sintomáticas en aproximadamente 5.000 trabajadores de la salud en 25 estados estadounidenses.  

Los profesionales que firmaron el artículo explicaron los fundamentos de su investigación al sostener, “para evaluar la efectividad de las vacunas de ARNm en la prevención de Covid-19 entre el personal de atención médica en los Estados Unidos, realizamos un estudio de casos y controles con pruebas negativas en varios sitios en el que participaron personal de atención médica que había sido examinado para el SARS-CoV-2. Aquí, informamos los resultados completos del estudio hasta mayo de 2021”.

El informe encontró que la vacuna Pfizer-BioNTech tenía una efectividad del 88,8 %, en comparación con el 96,3 % de Moderna.

Si bien, continúan siendo estándares altos de cobertura contra la enfermedad, como explican en las conclusiones del trabajo, “nuestro estudio mostró que la vacunación con la vacuna BNT162b2 (Pfizer-BioNTech) o  mRNA-1273 (Moderna) fue muy eficaz para prevenir el Covid-19 sintomático, un hallazgo que es consistente con los resultados de los ensayos de fase 3. Nuestro reporte también brindó apoyo adicional a la evidencia acumulada de estudios observacionales. En esta población, de personal de atención médica sanitaria, la eficacia de la vacuna fue similar entre personas con afecciones médicas subyacentes u otros factores de riesgo de Covid-19 grave, incluido el embarazo”.

Variantes emergentes

Sin embargo, al cierre del reporte los investigadores advierten, “se desconoce la duración a largo plazo de la protección y la efectividad de estas vacunas contra variantes emergentes y se debe monitorear para indicar si se necesitan cambios en la composición de la vacuna o en la política de la vacuna”.

https://www.nejm.org/doi/full/10.1056/NEJMoa2106599

En ese sentido, ante la aparición de nuevas cepas del virus, es que cobran mucho interés los estudios de efectividad de las vacunas contra el Covid-19.

Conocer cuáles son las vacunas más eficaces en el tiempo que puedan proteger frente a nuevas variantes tiene una implicación directa en el polémico tema de los refuerzos de las vacunas que la Organización Mundial de la Salud (OMS) no ve con buenos ojos, al menos por el momento. https://noticiasargentinas.com/internacionales/argentina-comienza-la-etapa-de-la-post-pandemia-a-pesar-que-la-oms-asegura-que-deberia-alcanzarse-en-el-2022

La decisión de recomendar la aplicación de una tercera dosis de un fármaco deberá sustentarse en estudios acerca de la eficacia del producto y si continúa ampliándose la brecha entre las que utilizan la técnica de ARN mensajero, las dosis de Pfizer y de Moderna, esa decisión será adoptada en el corto plazo, al menos, a favor de la población que compone grupos de alto riesgo y de adultos mayores.

En ese sentido, el reciente reporte, del pasado viernes 17 de septiembre, de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de los EE.UU. reveló que la eficacia de la vacuna Pfizer-BioNTech contra la hospitalización cayó del 91 % al 77 % , luego de un período de cuatro meses, desde la segunda dosis. La vacuna Moderna no mostró declive alguno durante el mismo período.

Los científicos de las organizaciones médicas fueron escépticos en las diferencias en la efectividad, al iniciarse las investigaciones, pero con el correr de los informes su desconfianza comenzó a declinar para comenzar a analizar las diferencias observadas, pequeñas por el momento, pero reales.

Algunos de ellos han aclarado en declaraciones periodísticas que una persona vacunada con Pfizer no debe sentir que tiene una dosis de inferior calidad porque "...probablemente exista una diferencia real, pero realmente, ¿cuánto importa esta diferencia en el mundo real? Porque estas vacunas siguen siendo muy eficaces para prevenir enfermedades graves y hospitalizaciones”, afirmó al diario New York Times el virólogo de la Universidad de Cornell, John Moore.

Llegados a este punto, es conveniente especificar que las comparaciones se realizan entre productos de una misma familia y, en el caso de las vacunas de ARN mensajero, la humanidad está en presencia de  una novedad absoluta que puede convertirse en norma en el futuro de la medicina a la hora de producir vacunas.

A diferencia de otras vacunas que utilizan la técnica tradicional de inyectar el germen atenuado o inactivado en nuestros organismos,  las vacunas de ARN mensajero, enseñan a nuestras células a producir una proteína, o incluso una porción de una proteína, que desencadena una respuesta inmunitaria dentro de nuestro organismo. Esa respuesta inmunitaria, que produce anticuerpos, es la que nos protege de infecciones si el virus real ingresa a nuestros cuerpos.

Ahora bien, si las dos vacunas en cuestión se producen con la misma tecnología ¿dónde radican estas mínimas diferencias que parecen estar dando prioridad a Moderna?

La respuesta hay que hallarla en el tiempo de aplicación entre las dos inyecciones y en la cantidad de su dosificación.

En medio de una pandemia que rige desde febrero de 2020, los investigadores de las empresas farmacéuticas tuvieron que adivinar la dosis óptima. Pfizer optó por 30 microgramos, Moderna por 100 microgramos (millonésima parte de un gramo).

La vacuna de Moderna se basa en una nanopartícula lipídica que puede administrar la dosis mayor. Y, las primeras y segundas inyecciones de esa vacuna, se escalonan en cuatro semanas, en comparación con las tres de la vacuna Pfizer-BioNTech. En estos dos factores podrían residir las diferencias observadas.