La mitad de las personas con trastornos en la deglución sufre malnutrición
La dificultad para tragar (disfagia) es muy frecuente en adultos mayores y en personas con enfermedades neurológicas.
La disfagia o trastorno deglutorio es una condición frecuente, especialmente en adultos mayores y personas con enfermedades neurológicas. En el contexto de un aumento de la prevalencia de estas enfermedades y de un marcado envejecimiento poblacional, se espera que el número de personas con dificultades en la deglución continúe en ascenso.
Este martes se conmemora el Día Mundial de la Disfagia, una oportunidad para concientizar sobre su prevención, adecuada detección y abordaje, para prevenir cuadros de malnutrición y contribuir a la recuperación del paciente.
Algunas de sus consecuencias son la deshidratación (en 3 de cada 4 pacientes), la malnutrición (alcanza al 50%) y la neumonía por aspiración. Sufre disfagia alrededor del 80% de los pacientes con patologías como el ELA, demencia y Parkinson. Entre los adultos mayores institucionalizados, afecta al 60%.
La disfagia puede reducir a la mitad la ingesta de proteínas y un 30% la de calorías, pudiendo desencadenar malnutrición, con potenciales consecuencias en la rehabilitación y en la autonomía por pérdida de fuerza y masa muscular.
“La modificación de la textura y consistencia de los alimentos es fundamental en el abordaje de estos pacientes. Desde el punto de vista nutricional, el gran desafío es poder adecuar la consistencia de los alimentos y la viscosidad de los líquidos, mientras se respetan los hábitos particulares de cada persona y se brinda una alimentación segura (evitando aspiraciones respiratorias) y eficaz (manteniendo un adecuado estado nutricional)”, explicó la licenciada en Nutrición Silvia Jereb, ex presidenta de la Asociación Argentina de Dietistas y Nutricionistas Dietistas (AADYND).
“Para lograr un adecuado tratamiento, debe personalizarse el plan alimentario para cada paciente y brindar porciones frecuentes de poco volumen, de consistencias blandas, húmedas y homogéneas, evitando aquellas preparaciones donde la consistencia sea pegajosa”, puntualizó.
Estos pacientes, además de disfagia y su patología de base, suelen sufrir fatiga al momento de comer, miedo, ansiedad e inclusive desarrollar cuadros de depresión, lo que dificulta una correcta ingesta de alimentos.
“La familia y/o sus cuidadores pueden colaborar procurando que las comidas sean momentos de reunión, compartiendo la mesa y comiendo todos lo mismo, adaptando la consistencia a su capacidad deglutoria y con presentaciones que repliquen las del resto de los comensales”, agregó Jereb, quien fue jefa del Departamento de Alimentación del Hospital Posadas.
Otro pilar en el tratamiento nutricional es cumplir con las indicaciones y sostener este tipo de alimentación en el tiempo. La tasa de adherencia a este tratamiento nutricional es baja, rondando el 51%. Esto se debe a la insatisfacción con las nuevas texturas, sabores, a presentaciones poco amigables, a la falta de variedad en la dieta, restricciones innecesarias y a la complejidad para la elaboración de los platos.
Jereb, actualmente es gerenta científica de Nutricia Bagó, subrayó que “mientras menos cambios de color, sabor y aroma sufran las preparaciones respecto de sus versiones originales y cuanto mejor se presenten los platos, mayor será la ingesta”.
Existen espesantes, que son productos que permiten modificar la consistencia y viscosidad de los alimentos y bebidas. Éstos deben ser consumidos bajo supervisión médica. Uno de última generación es el Espesan Clear, producido a base de gomas, que permite mantener las características originales de las preparaciones. Tiene una gran solubilidad y capacidad de espesamiento, alcanzando las consistencias buscadas en menos tiempo y con menos cantidad de producto.
Al utilizar ingredientes a base de gomas vegetales, aporta menos carbohidratos y calorías que el resto de los espesantes, generando una menor saciedad en el paciente. En la práctica, todo lo anterior se traduce en una alimentación más variada, colorida y atractiva a los ojos de los comensales, contribuyendo a generar una mejor adherencia al tratamiento. Los espesantes son indicados por el fonoaudiólogo, tras la evaluación deglutoria. Es una indicación personalizada. El éxito se logra en el trabajo interdisciplinario junto a la familia. Por eso es importante que siempre se consulte al médico o fonoaudiólogo tratante.
Síntomas de alarma
Los siguientes son los síntomas de alarma para identificar a los pacientes con alteraciones en la deglución:
- Babeo.
- Ahogo/tos antes, durante y después de la deglución.
- Acumulación de saliva en la boca.
- Dificultad para masticar y controlar la comida en la cavidad oral.
- Restos de alimentos en la cavidad oral luego de la deglución.
- Variaciones en las cualidades vocales luego de la deglución.
- Dolor al tragar, malestar o sensación de acumulación de alimentos en la garganta.
- Pérdida de peso.
- Pérdida de apetito.
Consecuencias si no se atiende:
- Empeora la capacidad de deglutir.
- Disminuye la recuperación funcional.
- Favorece el desarrollo de sarcopenia (pérdida de masa muscular).
- Aumenta el riesgo de infecciones.
- Disminuye la cicatrización.
- Aumenta las complicaciones y empeora el pronóstico.
- Aumenta la estancia hospitalaria.
- Aumenta el riesgo de discapacidad.
- Aumenta la morbimortalidad.
- Disminuye la calidad de vida.
“Teniendo en cuenta lo frecuente que es este trastorno y el contexto adverso que representa el futuro, con el envejecimiento poblacional y el potencial crecimiento de las enfermedades asociadas a este, es un desafío identificar y abordar adecuadamente la disfagia para devolver a las personas la funcionalidad para tragar y la alegría de comer”, concluyó Jereb.