Un grupo de argentinos protagonizó una peligrosa odisea al ingresar de manera ilegal al país para evitar quedar varados en el exterior por las cancelaciones de vuelos de regreso.

La increíble historia fue relatada por uno de ellos a NA y se dio escasos días antes de que el canciller de Paraguay, Euclides Acevedo Candia, llegue a la Argentina para reunirse con su par local, Santiago Cafiero, para plantearle justamente la necesidad de que se normalice el tránsito fronterizo. "Lo más urgente es la reapertura de la frontera", subrayó a medios guaraníes el funcionario del Gobierno de Mario Abdo Benítez.

Cuatro argentinos de la típica clase media habían viajado a distintos países: unos por trabajo, otros por turismo. En el exterior los unió la desesperación ante la posibilidad de quedar varados. "Teníamos los pasajes ya pagados, pero la aerolínea nos empezó a postergar el vuelo: nos ofrecían volver un mes después de la fecha original", contó uno de los jóvenes involucrado en la sorprendente hazaña.

Ante ese panorama, que vivieron miles de argentinos sobre todo en 2020, decidieron cambiar los pasajes para acercarse lo más posible a la Argentina: ese lugar fue Paraguay. Al llegar al Aeropuerto Internacional de Asunción "Silvio Pettirossi", los cuatro argentinos se conocieron y coincidieron en la misma situación: no querían quedar varados, pero tampoco sabían cómo volver a la Argentina.

En ese contexto, uno de ellos obtuvo el contacto de un "pasero", es decir alguien que se dedica a hacer pasar la frontera tanto mercadería como personas: obviamente, de contrabando, de manera ilegal. La opción era arriesgada: no les atraía la idea de cometer un delito y tampoco conocían a esa persona a la que le iban a confiar sus vidas en un lugar que tampoco les era familiar. Sin embargo, la posibilidad de permanecer más tiempo de lo pensado en el exterior y sin demasiado dinero para poder sustentarse, los empujó a entregarse en grupo al pasero paraguayo.

El encargado de hacerlos cruzar la frontera llegó al Aeropuerto Silvio Pettirossi a bordo de una camioneta y llevó al grupo de argentinos hasta la orilla del Río Pilcomayo, frontera natural entre la Argentina y Paraguay. El paso fronterizo por el que cruzaron era una simple hilera de pallets de madera que oficiaba de puente: ese tipo de caminos suelen ser provisorios, ya que la Policía realiza operativos para desarmarlos, pero luego vecinos de ambas orillas los vuelven a montar. Los viajeros no podía creer la insólita situación que estaban viviendo: estaban cruzando de manera ilegal desde Paraguay, a través de un improvisado puente de madera, con sus valijas a cuestas y con el riesgo latente de ser detenidos por las Fuerzas de Seguridad de alguno de los dos países.

El costo del servicio del pasero fue de 50 dólares por cabeza: pero, como cualquier prestador de servicios turísticos, aceptaba pesos, guaraníes e incluso euros. "Lo bueno fue que nos hizo precio, porque al principio eran 100 dólares cada uno", bromeó uno de los intrépidos viajeros. "Una vez que cruzamos, otra camioneta nos llevó hasta Clorinda y ahí terminó la odisea", agregó uno de los jóvenes que protagonizó la increíble historia. 

Ya en la ciudad formoseña, que limita con Asunción, los argentinos respiraron aliviados por haber podido salir de la insegura situación, ya que sabían que el riesgo no sólo era ser engañados por el pasero, sino también que podían ser detenidos o incluso caer al Pilcomayo. La terminal de micros de Pilcomayo fue el lugar de despedida del grupo que se había conocido tan sólo escasas horas antes: cada uno volvió a su ciudad, con una increíble historia para contar, que tuvieron que vivir debido a las complicaciones para regresar al país desde el exterior.