Nació en Valencia, España, el 1 de enero de 1526 en una familia acomodada y virtuosa; su abuela era sobrina de san Vicente Ferrer y su padre Juan Beltrán, notario de gran prestigio, que tuvo el cargo de procurador perpetuo del reino.

Luis fue precoz en su virtud; queriendo emular las vidas de santos que leía, a sus 7 años oraba y se mortificaba durmiendo en el suelo, ejercicios a los que añadió siendo adolescente el rezo del Oficio parvo de la Virgen y la recepción diaria de la comunión.

En 1544 a los 18 años y con una delicada salud, tomó el hábito dominico y en 1547 fue ordenado sacerdote: cuando un indio de Nueva Granada, actual Colombia, que se había convertido y abrazado al carisma dominico, visitó el convento y expuso prolijamente las difíciles experiencias que aguardaban a los misioneros que iban a evangelizar el país, se manifestó dispuesto a partir ahí.

Mientras que en pocos años los convertidos y bautizados eran incontables; los antaño feroces indígenas le querían, respetaban y defendían; en 1570, después de haber evangelizado por numerosos lugares del país, lo llamaron a Valencia donde siguió custodiando la regla con su ejemplo y palabra.

BUENOS AIRES, NA

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