Beryl Carr es una mujer de 100 años que trabaja en la cafetería del Hospital Ealing, ubicado en Londres. Les sirve café a los trabajadores sanitarios y a los familiares de pacientes que ingresan, pero también les alegra el día con su simpatía: “Con los tiempos que corren con el Covid, es una motivación para todos nosotros”, cuenta a la prensa uno de los médicos que trabaja en el establecimiento.

Comenzó como voluntaria hace 18 años, cuando, tras la muerte de su esposo, regresó a Ealing para estar cerca de su hija. “Volví y estaba sola. No conocía a nadie y mi hija dijo que debería intentar ser voluntaria. Vine para la entrevista, dije que haría lo que necesitaran y he estado aquí desde entonces. Se lo recomendaría a cualquiera”, comentó la mujer.

Para Beryl, servir cafés es un “salvavidas” y le gusta mucho ayudar “a gente que no es tan afortunada como yo”. Además, es bastante querida en el lugar, ya que el pasado 14 de enero el personal de la cafetería organizó una fiesta en su honor, por su 100° cumpleaños; para celebrarlo, le hicieron una torta y celebraron una rifa benéfica.

En cuanto al secreto para poder estar tan activa a su edad, la mujer confiesa que “una de las claves es seguir moviéndote, de lo contrario simplemente te estancas sentado en una silla. Mis extremidades todavía se mueven bien”.

También, cuenta que no soporta la idea de estar encerrada en su casa mirando la televisión; es por eso que intenta aprovechar su buena salud mental y física para ayudar a los demás.

La historia de Beryl Carr, la mujer de 100 años que trabaja como voluntaria en un hospital
Beryl se encarga de la caja, sirve cafés y prepara algún que otro tipo de comida.

Desafortunadamente, con la llegada de la pandemia, Beryl se vio obligada a refugiarse porque pertenecía al grupo de riesgo y porque la cafetería del hospital había cerrado. Para ella, fue un año demasiado aburrido porque sólo había recibido visitas de su hija y salía para vacunarse.

Finalmente, regresó al “trabajo” en mayo de 2021 y sigue hasta la actualidad. Ahora, cumple estrictamente los protocolos de seguridad e higiene, se encarga de la caja, sirve cafés y a veces prepara sándwiches y otro tipo de comida.

De momento, la mujer no pone fecha a su jubilación. Aunque admite que a veces su hija le pide que no se esfuerce tanto para mantener su salud. Ante esto, Beryl le responde: “¿De qué sirve la salud si no ayudo a mejorar la de otros?”.