Por Pablo Domenichini *

La democratización de un sistema educativo de calidad es una deuda que acarrea la Argentina hace décadas. La pandemia ocasionada por el avance del Covid-19 dejó al descubierto numerosas falencias y carencias en los distintos ámbitos de la sociedad.

Pero sin dudas una de las áreas más afectadas fue la Educación.

Si bien la salud es un derecho fundamental a preservar, la crisis epidemiológica no puede postergar urgencias básicas que todavía están pendientes y que en el caso de la Educación trascienden el debate sobre la presencialidad en las aulas.

El deterioro en todos los niveles de enseñanza es notable.

Los altos índices de deserción escolar o preocupantes cifras como que sólo 3 de cada 10 estudiantes del secundario egresan a término, demuestran la premura en retomar una imperiosa discusión sobre el tema.

Sin embargo, no solo los números son los que alarman y revelan una falta de acceso, un crecimiento en la desinversión y un despiadado avance de desigualdades en el sistema educativo, también hay decisiones políticas que evidencian una clara y lamentable señal de que la Educación hoy sigue siendo un asunto relegado.

El hecho de no haberla declarado como servicio esencial, a lo largo de varios meses y a pocas semanas de que finalice el ciclo lectivo, por caso, no hace menos que corroborar el grado de emergencia.

Mientras organismos internacionales como la Organización Mundial de la Salud (OMS) o el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) advierten sobre la necesidad de mantener las escuelas abiertas, en el país solo el 1% de los estudiantes ha retomado la asistencia a clases.

El Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec) reveló recientemente que 6,5 de cada 10 niñas, niños y adolescentes aún no tiene la posibilidad de concurrir a las escuelas bajo ninguna modalidad.

La preocupación del retorno a las aulas como espacio de aprendizaje, recreación e inclusión va de la mano de un concepto subyacente más profundo y de largo plazo: entender a la Educación como herramienta de desarrollo, transformación social y movilidad ascendente.

Para lograr una democracia más libre y equitativa, el acceso a la educación es fundamental y para ello, es esencial que exista una democratización en la educación. Quienes integramos Evolución Radical sostenemos a la educación como uno de los principales ejes de política pública. No hay democracia si no se empieza por la educación.

En este sentido, generar espacios de debate es un primer paso ineludible. Por eso es que el 27 y 28 de noviembre el espacio llevará a cabo el Congreso Bonaerense de Educación (http://evolucionbsas.com/).

Por medio de distintas comisiones de trabajo para las que se han convocado a especialistas, educadores, profesionales y referentes de la comunidad académica, se trabajará sobre distintos ejes, divididos por temáticas y niveles, en torno a la educación formal y no formal, cuestiones gremiales, espacios para el debate de los estudiantes, para las autoridades educativas, los consejeros escolares, los funcionarios de distintos niveles de responsabilidad y para los integrantes de las familias que también participan.

A raíz de un encuentro constructivo, en Evolución aspiramos a converger en puntos de acuerdos que se traduzcan en propuestas concretas a implementar por quienes llevamos adelante tareas educativas en la Provincia, para que, a su vez, constituyan un espejo de acción ampliado a todos los actores del mundo educativo.

Intentar terminar con las inequidades en el sector educativo es uno de los objetivos centrales de Evolución.

Hoy la Argentina es desigual no solo en el acceso sino también en la calidad. Y no alcanza con la gratuidad de la enseñanza, sino que hay que conseguir un equilibrio en el punto de partida. Para eso, el Estado tiene que garantizar una discriminación positiva e invertir más en los sectores que menos tienen.

Favorecer a esos segmentos con acciones precisas como establecer la doble escolaridad en las escuelas para que los alumnos reciban una contención integral donde puedan acceder a realizar actividad física o recibir una comida al día, por ejemplo, o la selección de los mejores docentes en establecimientos más carenciados. No hay posibilidad de construir una sociedad más justa si esta situación no se revierte. El desafío no es sencillo pero un debate serio y constructivo es el primer paso.

(*) - Rector de la Universidad Nacional Guillermo Brown y secretario general de la UCR Provincia de Buenos Aires.